Castañar de El Tiemblo - Pozo de las nieves por el PR Av 21. Reserva natural de las Iruelas.
near Navahondilla, Castilla y León (España)
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Trail photos
Itinerary description
La Reserva Natural del Valle de Iruelas son seis mil hectáreas de una impresionante naturaleza. Un paisaje lleno de secretos recovecos, que se desliza desde las cumbres de Gredos hasta el Embalse del Burguillo.
Este Valle tiene la capacidad de sorprenderte descubriendo de repente al buitre negro, o al leonado, al águila imperial.
Podrás descubrir acebos y pinos, tejos y castaños, robles y helechos, cantuesos y peonzas
Toda una experiencia en la cara norte del extremo oriental de la Sierra de Gredos está incluido en la Red de Espacios Protegidos de Castilla y León declarado Reserva Natural y ZEPA (Zona de Especial Protección para las aves)
Dentro de esta reserva se encuentra el Castañar de El Tiemblo (Ávila) en otoño es una de las mejores experiencias que un aficionado a los bosques puede tener. Llegando al Castañar del El Tiemblo
Para acceder al Castañar de El Tiemblo hay que tomar una carretera que sale desde una de las rotondas del pueblo. Desde allí a unos 15 minutos por una carretera de montaña, parte asfaltada y parte de tierra, se llega al parking del castañar. En otoño, temporada alta, el parking se llena, por lo que conviene madrugar para poder disfrutar de este paraje en soledad y en silencio.
La vista al Castañar de El Tiemblo se realiza caminando desde el parking, donde sale una ruta circular muy bien señalizada ideal para ir con niños, plana y sin dificultad. Toda la ruta es a través de un sendero ancho entre enormes castaños y conviene llevar agua y comida, ya que allí no es posible comprar nada.
La ruta comienza nada más dejar un puente de madera en dirección al Refugio de Majalavilla, rodeado de jóvenes castaños y algún que otro pino con más de 30 metros de altura. No muy lejos de allí está una de las atracciones del bosque es el ejemplar mas anciano, el llamado El Abuelo, un ejemplar donde es posible hacerse una fotografía en su interior debido a su envergadura.
Hasta el descubrimiento del ciclo del amoniaco no existía otra forma de refrigerar que el hielo o la nieve acumulados durante el invierno. La nieve no sólo servía para mantener fríos los alimentos sino que también se consideraba curativa y se elaboraban con ella determinados medicamentos. También se hacían helados, sobre todo a partir del siglo XVIII, aunque la nieve en sus diferentes utilidades solamente estaba al alcance de las clases privilegiadas.
Estos pozos se llenaban llevando hasta ellos grandes bolas de nieve que se echaban en su interior siendo apisonadas, y dejando entre cada capa de nieve otra de paja para su mejor conservación y aislamiento. Después se transportaba de noche hasta las poblaciones en caballerías que llevaban recipientes de corcho y paja. Era una mercancía de lujo que como tal reportaba buenos beneficios a sus propietarios, que en muchas ocasiones eran conventos o señores feudales que lo explotaban por concesión real.
El pozo de nieve de El Tiemblo es uno de los mejor conservados de España, ya que fue recuperada la techumbre que solía cubrir a estas instalaciones. Son pozos construidos en mampostería y de gran diámetro, hasta 12 metros, a los que se descendía por escalas de cuerda o de madera y de los que se sacaba la nieve mediante trócolas colgadas de las vigas del cubrimiento.
Este Valle tiene la capacidad de sorprenderte descubriendo de repente al buitre negro, o al leonado, al águila imperial.
Podrás descubrir acebos y pinos, tejos y castaños, robles y helechos, cantuesos y peonzas
Toda una experiencia en la cara norte del extremo oriental de la Sierra de Gredos está incluido en la Red de Espacios Protegidos de Castilla y León declarado Reserva Natural y ZEPA (Zona de Especial Protección para las aves)
Dentro de esta reserva se encuentra el Castañar de El Tiemblo (Ávila) en otoño es una de las mejores experiencias que un aficionado a los bosques puede tener. Llegando al Castañar del El Tiemblo
Para acceder al Castañar de El Tiemblo hay que tomar una carretera que sale desde una de las rotondas del pueblo. Desde allí a unos 15 minutos por una carretera de montaña, parte asfaltada y parte de tierra, se llega al parking del castañar. En otoño, temporada alta, el parking se llena, por lo que conviene madrugar para poder disfrutar de este paraje en soledad y en silencio.
La vista al Castañar de El Tiemblo se realiza caminando desde el parking, donde sale una ruta circular muy bien señalizada ideal para ir con niños, plana y sin dificultad. Toda la ruta es a través de un sendero ancho entre enormes castaños y conviene llevar agua y comida, ya que allí no es posible comprar nada.
La ruta comienza nada más dejar un puente de madera en dirección al Refugio de Majalavilla, rodeado de jóvenes castaños y algún que otro pino con más de 30 metros de altura. No muy lejos de allí está una de las atracciones del bosque es el ejemplar mas anciano, el llamado El Abuelo, un ejemplar donde es posible hacerse una fotografía en su interior debido a su envergadura.
Hasta el descubrimiento del ciclo del amoniaco no existía otra forma de refrigerar que el hielo o la nieve acumulados durante el invierno. La nieve no sólo servía para mantener fríos los alimentos sino que también se consideraba curativa y se elaboraban con ella determinados medicamentos. También se hacían helados, sobre todo a partir del siglo XVIII, aunque la nieve en sus diferentes utilidades solamente estaba al alcance de las clases privilegiadas.
Estos pozos se llenaban llevando hasta ellos grandes bolas de nieve que se echaban en su interior siendo apisonadas, y dejando entre cada capa de nieve otra de paja para su mejor conservación y aislamiento. Después se transportaba de noche hasta las poblaciones en caballerías que llevaban recipientes de corcho y paja. Era una mercancía de lujo que como tal reportaba buenos beneficios a sus propietarios, que en muchas ocasiones eran conventos o señores feudales que lo explotaban por concesión real.
El pozo de nieve de El Tiemblo es uno de los mejor conservados de España, ya que fue recuperada la techumbre que solía cubrir a estas instalaciones. Son pozos construidos en mampostería y de gran diámetro, hasta 12 metros, a los que se descendía por escalas de cuerda o de madera y de los que se sacaba la nieve mediante trócolas colgadas de las vigas del cubrimiento.
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