Castillo de Locubín: circular cerro de La Nava, cerro de la Camuña y cerro del Agua.

Iniciamos nuestra ruta senderista del domingo, 16 de abril, en la localidad de Castillo de Locubín. Después de caminar un pequeño trecho por las afueras del pueblo, iniciamos un pronunciado ascenso que nos ha de llevar hasta las ruinas de la antigua ermita del Calvario y desde ahí, en continua ascensión, llegamos a la cueva del Jabonero, un enclave que, por los vestigios encontrados, pudo estar habitado desde la Edad del Cobre, y en el que, pese a su nada fácil acceso, se introducen varios intrépidos integrantes del grupo.
Continuamos el recorrido y, según vamos ascendiendo, se van avistando Alcaudete y sus sierras Ahíllos y Caracolera, Martos y su Peña y, más en la lejanía, la Tiñosa y el Bermejo, pero también la omnipresente Sierra Nevada -aún con algo de nieve- y Alcalá la Real con su fortaleza de la Mota. Las vistas son, sin duda, impresionantes gracias, también, a que disfrutamos de una atmósfera limpia. El calor comienza a hacerse notar y, ya cresteando el cerro de La Nava, hemos de desprendernos de la ligera ropa de abrigo que nos ha protegido del fresco de la umbría.
En ese cerro apreciamos bastantes simas longitudinales, con distinta profundidad, que, según algún comentario, podrían pertenecer a una falla que llegaría hasta Sierra Morena y que constituyen un curioso fenómeno geológico. También transitamos junto a lo que parece ser que fue una antigua colonia hippie, vallada con piedras, hasta llegar a una majestuosa torre vigía en la que paramos para disfrutar de las vistas y hacernos la primera foto de grupo.
Después de un suave descenso, llegamos a un collado que es el puerto del Castillo y, girando a la derecha, comenzamos la ascensión al cerro de la Camuña, donde se encuentra la famosa Cruz Blanca, un lugar pintoresco que, a pesar de encontrarse a 1.115 metros de altitud, está muy cuidado. Tras un nuevo cresteo, nos acercamos al Cerro del Agua, donde encontramos una gran instalación de antenas, alcanzando una altitud de 1.183 metros.
Desde ese lugar, en vez de volver sobre nuestros pasos, descendemos, campo a través, buscando veredas casi inexistentes, disfrutando de esos “momentos cabra loca” que tanto nos gustan... hasta llegar a un maravilloso mirador: la cruz de San Cristóbal, situado a 1.147 metros de altitud, al borde de unos tajos impresionantes. Una nueva foto de grupo se hace imprescindible aquí.
El último tramo de la ruta, ya de vuelta al punto de partida, discurrirá por un precioso sendero, al pie de los tajos, que supone todo un espectáculo visual por lo impresionante de los farallones que vamos dejando a nuestra izquierda. Finalmente, resulta una ruta de 15 kilómetros con algunos momentos de cierta dificultad, pero que nos deja magníficas sensaciones senderistas y, una vez más, también de agradable convivencia en el seno del grupo La Cabra Loca.