Castillo de Lorca a Peña Rubia por Fuente del Cejo (circular)

Dice Pepe Marcos: Dice le leyenda que en tiempos de paz surgió en Lorca el amor entre una bella princesa cristiana y un apuesto musulmán. El mismo no contaba con la aprobación de sus respectivas familias y, en un apasionado encuentro a las faldas del castillo, fueron sorprendidos por la guardia real. El de allende el Mediterráneo partió en una rápida y tortuosa huida y, a la altura del Cejo, se despeñó. Su amante, al enterarse de lo sucedido y no pudiendo soportar el dolor, se dirigió al lugar del fatal destino siguiendo los pasos y el destino del primero reuniéndose con él para toda la eternidad. Con esta bonita premisa, tres de los siete dirigimos nuestros pasos en esta primaveral jornada dominical hacia la ciudad de la Fortaleza del Sol, hacia la tercera ciudad de nuestra Región, para realizar y conocer por primera vez la Sierra de Peña Rubia. Tras dejar el coche en el aparcamiento situado en la base de antes de entrar al Parador, comenzamos una bonita, entretenida y variada ruta por un PR muy bien definido y acondicionado, apto, en sus primeros kilómetros, para todos los niveles y edades. En ellos, fuimos ascendiendo de manera muy paulatina y contínua atravesando pequeños "altos" con puentecicos reformados y protegidos. Durante todo este primer tramo en dirección oeste-este no perdimos nunca de vista el altiplano agreste y seco de la zona norte de Lorca, así como, fundamentalmente, las Sierras de Espuña, La Tercia y Pedro Ponce. Poco a poco, casi sin sentirlo, apareció el imponente y precioso Cejo de los Enamorados, espectacular y cuasi amarillenta pared vertical a la que también se puede acceder andando y trepando (lo dejaremos pá la siguiente). El final de lo fácil terminó en la Fuente del Cejo, lugar que, retomando la leyenda con la que abría mi crónica, marcó el lugar donde cayeron los cuerpos y, donde también dice aquella, quien bebe en sus aguas cae en un hechizo de pasión (nosotros no lo hicimos y, por lo tanto, no os lo podremos confirmar). A partir de este punto, el nivel de dificultad aumentó de forma exponencial, y, así, en poco más de dos kilómetros y medio acumulamos un desnivel positivo de unos trescientos cincuentra metros a través de un terreno, sobre todo en la primera mitad del recorrido, técnico, irregular y con mucha piedra suelta. De forma progresiva llegamos a la parte alta de la Sierra (con sus múltiples antenas de rigor) para culminar este final tramo ascendente en el coqueto Vértice Geodésico de Peña Rubia. Decir que, desde aquí, las vistas fueron espectaculares, divisando de este hacia norte las Sierras de Carrascaoy, La Tercia, Espuña, Pedro Ponce y Cambrón; y más hacia el oeste Sierra del Gigante, María e incluso muy al fondo, la Sagra; por último hacia el Sur las Sierras de Almenara y de Enmedio, así como la costa aguileña y, muy en lontananza, Gata. Tras la contemplación de los bonitos accidentes orográficos mencionados, comenzamos el descenso que fuimos realizando, prácticamente, por toda la cresta de la Sierra, convirtiéndose, en muchos tramos, en vertical, complejo y, en ocasiones resbaladizo. Tras terminar el mismo, retomamos un trozo del PR común de, aproximadamente un kilómetro y medio, que nos llevó, de forma distendida y tranquila, a nuestro punto de origen y destino completando la circular. En total, algo más de 14 Kms en unas cuatro horas con un desnivel acumulado positivo de seiscientos metros. Pá terminar, y no perder la costumbre, fin de fiesta en Guadalupe en casa de nuestro Paco y Pepa, con broche final en nuestro lugar amigo, "El Mochuelo".