Castillo del Berrueco-Torre de la Muña -El Castil (Ruta Arqueológica de los Torreones)
near El Berrueco, Andalucía (España)
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Itinerary description
Llego desde Córdoba tomando la salida 323 de la A-4 y continuando por la A-311 casi hasta Fuerte del Rey; entonces sigo durante casi cinco kilómetros la JV-2334 en dirección a Villardompardo, una estrecha carreterita, de firme irregular, en la que se debe circular con cuidado, que me lleva a un cruce de carreteras, frente al Castillo del Berrueco.
Éste se sitúa encima de un pequeño cerro donde se han hallado vestigios de poblamiento ibérico, romano y visigótico (el asentamiento romano ocupaba la mayor extensión, el cerro de San Antón y la parte inferior de la ladera). Este castillo rural, estratégicamente situado en un cruce de caminos que conducían a las ciudades de Yayyan (Jaén),
Martus (Martos) y Aryuna (Arjona),
con sus tres torres situadas en cada uno de sus vértices para la vigilancia de esas vías de comunicación, fue levantado por los musulmanes en torno al siglo XII, siendo muy reforzado en época almohade cuando, tras pasar Martos en 1228 a formar parte de las posesiones de la Orden de Calatrava, Torredelcampo y los castillos de su entorno se convirtieron en enclaves fronterizos y el Castillo del Berrueco en uno de los principales baluartes que controlaban el acceso a Jaén.
Tras la conquista de Torredelcampo por Fernando III en 1243 (integrándose en los territorios de realengo, bajo la jurisdicción del Concejo de Jaén), el castillo fue reformado y se ampliaron sus defensas, levantándose numerosas atalayas como la Torre de la Muña o la de Cerro Miguelico. Del reinado del rey santo data la primera mención que se conserva del Castillo del Berrueco, en un documento fechado en 1251 en el que Fernando III deslinda los términos de Jaén, Martos y Castillo de Locubín (a causa de los conflictos que surgen entre los freyres calatravos y los vecinos del Concejo de Jaén).
Más tarde, ya en el siglo XV Torredelcampo se vio involucrada en las luchas que asolaron el final del reinado de Enrique IV, como tierra de frontera entre Jaén (controlada por el Condestable Iranzo, partidario del rey), y Martos (controlado por la Orden de Calatrava, con su poderoso maestre don Pedro Girón liderando el bando rebelde).
La fortaleza se compone de dos recintos separados por un muro, el superior (o plaza de armas) de forma triangular defendido y delimitado por tres torres (dos de planta circular y una cuadrada), que tiene restos de una estancia que podría correspondar a las dependencias del alcaide o de la guarnición; y un recinto inferior que se adapta al afloramiento rocoso sobre el que asienta, por lo que sus murallas forman un trazado quebrado que facilita la defensa, que servía para guardar el ganado, como albacara.
Hasta el siglo XVI existió una aldea alrededor del castillo, que después se convirtió en cortijada, habitada hasta aproximadamente mediados del siglo
pasado.
Tras acercarme a ver las ruinas de la Ermita de San Antón, sigo por la carretera JV-2334 unos 600 metros y continúo después por el carril que sale a la izquierda, que más adelante entronca con el Cordel de Escañuela a Torredelcampo. Paso junto a la Fuente de la Muña antes de cruzar un puente sobre el arroyo, dando vistas a la
Torre de la Muña, fortificación bajomedieval de los siglos XIV o XV (quizá superpuesta a una construcción musulmana), que se alza sobre un pequeño cerro amesetado, donde se han hallado parte de la estructura de una turris de fase ibérica, reutilizada en época romana (una villa Alto y Bajoimperial), y restos emirales de una pequeña aldea (según Eslava Galán, su nombre derivaría del árabe hispánico “almunia”); lo más probable es que el topónimo derive de una de sus primeras propietarias tras la conquista castellana, ya que en el Libro de las Dehesas de 1378 se denominaba como Torre de Doña Muña o Doña Amuña (teniendo derecho a dehesa boyar propia). Actualmente se le adosan varios cortijos (alguno de principios del siglo XIX), conservándose diversos lienzos de muralla a ambos lados de la torre cuadrada de mampostería de dos plantas, por lo que podría haber sido, más que una torre vigía aislada, un pequeño castillo rural del que solo se conservase su torre del homenaje (habida cuenta de su gran tamaño).
Kilómetro y ochocientos metros me restan para llegar a El Castil (llamado también Castillo de Castriz o Castril), que se levanta sobre un peñasco a un lado del camino. Esta fortificación (de la que apenas subsisten una torre y un fragmento de muro) probablemente se remonta a finales del siglo XIII o principios del XIV, y, como otras torres de estos lugares, fue reutilizada para formar una cortijada, rodeando la
edificación central (defendida por el norte y el oeste por el peñasco sobre el que se asienta, mientras que su lado sur apoya sobre un fuerte muro de mampostería, de unos 15 metros de altura por 25 de longitud, delante del cual quedan algunos vestigios de lo que pudo haber sido una cerca o antemuro de calicanto, con un terraplén).
Castil, pese a ser hoy un grupo de cortijos en estado de ruina progresiva, es un lugar con una cierta magia, de donde se divisa una magnífica
panorámica del olivar a sus pies.
Desde aquí inicio la vuelta por el mismo camino, hasta que, pasada la Fuente de la Muña, me desvío por medio del olivar, intentando seguir el Cordel de Escañuela a Torredelcampo (según el mapa del IGN), para alcanzar la JV-2334, a poco más de 2 kilómetros del Berrueco.
Recorro esta corta distancia, los últimos metros ya con el castillo a la vista, recordando una leyenda que lo vincula con la muerte de Pedro Girón:
el maestre ofreció al rey Enrique IV dejar las armas si le concedía desposarse con su hermana Isabel, la futura Reina Católica, a la que doblaba en edad, aprobando el rey el casamiento, que tendría lugar en Segovia; Girón, partiendo desde Porcuna, se detuvo a hacer noche en el Castillo del Berrueco, donde una gran bandada de cigüeñas, que lo había seguido, dio vueltas en círculo sobre el castillo durante un rato, oscureciendo el cielo en medio de gran ruido hecho con sus picos. A los pocos días Pedro Girón moría en Villarrubia de los Ojos (Ciudad Real) en extrañas circunstancias, tomándose el suceso de las cigüeñas como un mal augurio (algunos creen que murió envenenado, quizá porque
Enrique IV se había arrepentido de aprobar el casamiento de su hermana). Tras la muerte del maestre, el castillo pasó a ser de realengo, alcanzando una destacada importancia por ser una avanzadilla de Jaén en territorio rebelde, frente a Arjona.
Waypoints
Castillo del Berrueco
De planta prácticamente rectangular, los lienzos de la muralla son de mampostería irregular con sus esquinas reforzadas con sillarejo, conservando aún algunos los adarves, defendidos por aspilleras y almenas apuntadas (el lienzo norte tiene restos de matacanes o parapetos en voladizo, sostenidos por ménsulas). Dos de las torres son de planta circular con pequeñas estancias en el interior, cubiertas con bóvedas de media naranja de ladrillo; la torre rectangular, maciza en la parte inferior y con una habitación en la superior (se accedía a través del adarve), conserva el arranque de la bóveda de medio cañón que la cubría
Torre de la Muña
De planta cuadrada, con 8.2 metrosde lado, construida en mampuesto y con sillares de pequeño tamaño en las esquinas, consta de dos plantas cubiertas con bóvedas de cañón apuntadas, realizadas con ladrillo, y una planta superior o azotea, comunicadas a través de tramos de escaleras de piedra, cubiertos con pequeñas bóvedas de cañón apuntado de ladrillo; la iluminación interior se conseguía por medio de saeteras, hoy transformadas en ventanales
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