Ruta de la Lana 13. Castro del Castillejo. Santiago del Campo
near Santiago del Campo, Extremadura (España)
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Itinerary description
A finales del IIº milenio a. C. (2.500 años), durante la Edad del Final de Bronce es cuando aparecen los “castros ribeños” con asentamientos en alturas de fáciles defensas orográficas, escondidos y camuflados en el paisaje, que se divisan prácticamente cuando estamos cerca. Están rodeados por murallas y en sus zonas más accesibles son más fortalecidas, torreadas y con fosos excavados, con su puerta de entrada. Su misión era la protección de sus personas en momentos de dificultades y el control del entorno.
A este periodo pertenece nuestro castro del Castillejo (con indicios del Calcolítico), el Castillejo del Guadiloba, el Agijón de Pantoja, Castrejón y Santa Ana de Monroy y Torrecilla de Talaván (cito solamente estos por aproximación y conocidos hoy).
Estos castros tienen una superficie de 1 a 2 Ha. Casas rectangulares con zócalo de piedras hasta 1 m., con friso de pizarras verticales, tapial alzado con adobes con 55 ctm. de grosor y 70 ctm. de altura donde se apoyaba la techumbre de cubierta vegetal (retamas, ramas de cereales quizás el bálago, juncos, escobas, etc.) y rebozada de barro (lodo) para impermeabilizarla y disminuir el riesgo de incendio, generalmente se hacía a una “sola agua” y muy pronunciada. El suelo era de tierra compacta. Hay que destacar ya una sociedad jerarquizada y se observan casas de distintas distinción: situación, calidad, cerámicas encontradas, etc. Por los objetos encontrados en ellas (molinos de granito, pesas de telar, cerámicas, etc.) se puede anticipar su posible utilización y distribución de la vida hogareña: trabajo, cocina y descanso.
La vida diaria de las gentes castreñas fueron la explotación de la agricultura (trigo, mijo, cebada, centeno, olivo, vid, lino y recolección de bellotas para hacer el pan), ganadería (ovejas, cabras, cerdos, vacuno y veloces caballos), caza (ayudado por el perro), pesca (en los ríos) y algo de mineralogía (oro en el río Tajo, hierro, cobre y estaño) y metalurgia (para la fabricación de utensilios, adornos y armas). Las mujeres hacían las labores de las casas y del campo (sus hijas recibían “la herencia”: la casa y el huerto). Los hombres se dedicaban al cuidado del ganado, la caza, la pesca, el pillaje y las guerras (los hijos recibían “la dote”: el ganado y los aperos). Tenían un consejo representativo según edad y dignidades.
Entre la discusión de si sus gentes fueron lusitanos o vettones podemos decir que aunque escritores antiguos colocan a los lusitanos entre el río Tajo y el río Guadiana y a los vettones por encima del río Tajo. Este río es verdad que supuso una línea divisoria natural insalvable, pero en periodo de estío se abrirían zonas vadeables que facilitarían el paso de unos y otros, ejerciéndose una bisagra de mezcolanza de cultura que se ve su influencia hasta llegar a los ríos Almonte y Salor. Hay por aquí una estrecha relación cultural entre estos dos pueblos, hasta tienen un lenguaje parecido “el lusitano”. Pero la mayor relevancia se la llevan los lusitanos tal vez por Viriato, aunque ya algunos historiadores aceptan como bien llamarla “cultura lusitana/vettona”.
La necrópolis (cementerio) que suele estar a unos 200 m. del poblado, aquí no se encontró y nos queda por ver las urnas con sus ajuares, que aportarían buena información.
Con la llegada de los romanos que residía en: te entregas o te arrasamos. Decidieron marchar para la “Colonia de Norba Caesarina”, pero en el Bajo-Imperio volvieron ya como sitio de vigilancia y control romano.
Fuente Foro ciudad. Cerro de las Vacas
A este periodo pertenece nuestro castro del Castillejo (con indicios del Calcolítico), el Castillejo del Guadiloba, el Agijón de Pantoja, Castrejón y Santa Ana de Monroy y Torrecilla de Talaván (cito solamente estos por aproximación y conocidos hoy).
Estos castros tienen una superficie de 1 a 2 Ha. Casas rectangulares con zócalo de piedras hasta 1 m., con friso de pizarras verticales, tapial alzado con adobes con 55 ctm. de grosor y 70 ctm. de altura donde se apoyaba la techumbre de cubierta vegetal (retamas, ramas de cereales quizás el bálago, juncos, escobas, etc.) y rebozada de barro (lodo) para impermeabilizarla y disminuir el riesgo de incendio, generalmente se hacía a una “sola agua” y muy pronunciada. El suelo era de tierra compacta. Hay que destacar ya una sociedad jerarquizada y se observan casas de distintas distinción: situación, calidad, cerámicas encontradas, etc. Por los objetos encontrados en ellas (molinos de granito, pesas de telar, cerámicas, etc.) se puede anticipar su posible utilización y distribución de la vida hogareña: trabajo, cocina y descanso.
La vida diaria de las gentes castreñas fueron la explotación de la agricultura (trigo, mijo, cebada, centeno, olivo, vid, lino y recolección de bellotas para hacer el pan), ganadería (ovejas, cabras, cerdos, vacuno y veloces caballos), caza (ayudado por el perro), pesca (en los ríos) y algo de mineralogía (oro en el río Tajo, hierro, cobre y estaño) y metalurgia (para la fabricación de utensilios, adornos y armas). Las mujeres hacían las labores de las casas y del campo (sus hijas recibían “la herencia”: la casa y el huerto). Los hombres se dedicaban al cuidado del ganado, la caza, la pesca, el pillaje y las guerras (los hijos recibían “la dote”: el ganado y los aperos). Tenían un consejo representativo según edad y dignidades.
Entre la discusión de si sus gentes fueron lusitanos o vettones podemos decir que aunque escritores antiguos colocan a los lusitanos entre el río Tajo y el río Guadiana y a los vettones por encima del río Tajo. Este río es verdad que supuso una línea divisoria natural insalvable, pero en periodo de estío se abrirían zonas vadeables que facilitarían el paso de unos y otros, ejerciéndose una bisagra de mezcolanza de cultura que se ve su influencia hasta llegar a los ríos Almonte y Salor. Hay por aquí una estrecha relación cultural entre estos dos pueblos, hasta tienen un lenguaje parecido “el lusitano”. Pero la mayor relevancia se la llevan los lusitanos tal vez por Viriato, aunque ya algunos historiadores aceptan como bien llamarla “cultura lusitana/vettona”.
La necrópolis (cementerio) que suele estar a unos 200 m. del poblado, aquí no se encontró y nos queda por ver las urnas con sus ajuares, que aportarían buena información.
Con la llegada de los romanos que residía en: te entregas o te arrasamos. Decidieron marchar para la “Colonia de Norba Caesarina”, pero en el Bajo-Imperio volvieron ya como sitio de vigilancia y control romano.
Fuente Foro ciudad. Cerro de las Vacas
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