Cementerio e iglesia abandonadas (Escombreras, Cartagena)

Desde niño me han atraído los cementerios y las iglesias. No desde un punto de vista religioso, de hecho soy ateo, sino más bien etnológico, cultural. Me parece fascinante la relación del hombre con la religión, y las ermitas y cementerios son una expresión sentimental y visual potentísima.

Si además añadimos que estos lugares estén en abandono, la fascinación es ya máxima, porque no deja de sorprenderme que lugares de veneración y de culto queden relegados al olvido y rendidos a la desidia. Por todo ello y más, cuando estoy en una ermita o en un cementerio tengo la sensación (irreal, lo sé) de comprender de alguna manera los sentimientos vertidos por la cultura rural hacia la fe, hacia la esperanza, y también hacia la superstición.

Dicho esto, desde hace tiempo intento visitar todas las ermitas abandonadas existentes en la Región de Murcia de las que tengo conocimiento. La Iglesia de Escombreras la tenía en mi lista desde hacía años, pero pensaba que era inaccesible. Y resulta que no, que se puede llegar sin la menor complicación. Pero a esta sorpresa hay que añadirle otra de la que no tenía la menor idea: ¡muy cerca de la iglesia hay un cementerio abandonando!

En cuanto lo supe, hace escasos días, sabía que mi próxima salida sería Escombreras.

Así que esta mañana me he organizado dos rutas: el SL-MU 20 Sendero de Punta de Aguilones (ver la ruta anterior a ésta) y la visita al cementerio e iglesia abandonados.

Llegar a ambos es muy sencillo, sólo hay que seguir un sendero y posterior camino en paralelo a la valla con concertinas de Repsol. Primero visitamos el cementerio, a cuya entrada vemos una placa que lo fecha en 1877. La puerta de reja oxidada, con una hoja abierta y otra cerrada, de la que apenas quedan letras en su parte superior, es la antesala de lo que nos espera dentro.

La maleza está tan crecida y cerrada que hay que ir con mucho ojo y de no caer a un hoyo. Y es que muchas lápidas están quebradas o sencillamente no están. El panorama es desolador, a la par que hermoso. A la entrada unos nichos a la izquierda, y pegado a la tapia una serie de tumbas fechadas en el primer tercio del siglo XX.

En el suelo encontramos cruces de piedra y de madera. En el rincón del fondo de la izquierda (conforme entramos) hay un panteón abierto y a medio desprender. Varias tumbas delimitadas con rejas oxidadas frente a la capilla, donde se conserva en el suelo, quebrada, la lápida de una niña de tres años, de origen francés, presumiblemente hija de la familia de industriales que promovió la habilitación del cementerio, una escuela y la iglesia.

Al fondo a la derecha lo que parece otro pequeño panteón, pero en el centro del mismo se abre un pozo. Creo que esto debió ser el osario.

Salgo de aquí y me dirijo a la iglesia, sin pérdida. Cuando llego me doy cuenta de que está en un alto, y conforme me acerco tomo conciencia de las dimensiones que tiene. No se trata de una pequeña ermita para un grupo disperso de vecinos, aquí vivieron más de mil trescientas personas. Me planto en la puerta, entre las dos columnas con capitel, y al entrar se le abre la boca de puro asombro: es mucho más grande de lo que hubiera imaginado.

Además, tuvo que ser muy rica, dada la profusión de adornos y restos de pintura que conserva. Dos medallones, uno a cada lado, tiene sendos frescos. El de la izquierda está prácticamente perdido, el de la derecha muestra a dos hombres de blanco y azul con un libro. Varias columnas con arcos debían acoger imágenes, y el camarín tras el altar debió ser también bastante vistoso. Por lo que he averiguado, la iglesia estaba consagrada a la Santísima Trinidad.

El techo está desconchado y a medio desprender. En el exterior ya ha caído una ménsula y varias columnas están a punto de hacerlo. El interior está lleno de basura, garrafas y escombros.

En definitiva, el edificio está condenado. Y lo cierto es que precisamente este estado de ruina es el que le confiere todo su atractivo, bajo mi opinión.

Tras un rato recreándome en el lugar me decido a regresar, pero con la intención de volver, porque este sitio me ha resultado sencillamente impresionante.