CENEAM DE NAVALHORNO-PEÑAS LISAS- MOÑO TÍA ANDREA Y SILLA DEL REY-TOLLA LOS GUINDOS

Marcha realizada el sábado 15 de junio de 2013
AVISO: Se entiende, que todo aquel que quiera realizar esta misma ruta, asume la responsabilidad que conlleva una actividad no exenta de posibles riesgos o incidentes, en un entorno en el que el sentido común y las circunstancias pueden marcar la diferencia entre pasar un buen día o todo lo contrario.
Hoy hemos madrugado de verdad, y es que la marcha que tenemos prevista es durilla y el fuerte calor previsto, aún la puede endurecer todavía más. Hemos aparcado en las plazas techadas que hay a la entrada del CENEAM. Somos los primeros, aunque cuando iniciamos la caminata, ocho y cuarto, llega otro coche con un único ocupante. Pasamos por delante del edificio del Centro de Educación Medio Ambiental, para nada más sobrepasarlo coger el senderito que por la derecha, con rumbo sur, se dirige hacia la Boca del Asno y los Praderones Altos.

El área recreativa de la Boca del Asno no es nuestro objetivo, pero sin embargo, caminaremos en su dirección durante un par de kilómetros a poco más de medio kilómetro de la carretera que sube al puerto. A los ochocientos metros de iniciar la marcha empezamos a cruzar arroyos, ahora por puentes de madera que he señalizado por el lujo que supone pasarlos sin tener que vadearlos, cosa que nos ocurrirá en más de una ocasión a lo largo de la ruta. En esta ocasión, cruzamos el arroyo de la Cueva del Monje (primero) y el arroyo de Peñalara poco después. Este último lo volveremos a pasar cinco horas más tarde, muy cerca de su nacimiento, con una cantidad de agua y un sonido que sobrecoge, y eso que ahora estamos muy cerca de su origen. A los dos kilómetros y pico de iniciada la ruta, y a la altura de la Peñas Perdigueras, cambiamos de rumbo, dirigiéndonos ahora hacia el sureste. Tras un corto tramo de campo a través, hemos conectado con una pista, que en realidad es una senda que aparece y desaparece con la misma facilidad. Pero antes de cogerla nos hemos acercado hasta el arroyo de Valdeclementillo vecino del arroyo de Cítores, y que como él baja pletórico de vida y que también como él acabará donando sus aguas al río Eresma. Esta especie de senda desdibujada, que transcurre por la misma vaguada del arroyo Valdeclementillo, la vamos a seguir durante poco más de kilómetro y medio, para dejarla por la derecha, conectando con un senderito que cruza el arroyo de Cítores, e intentar dirigirnos hacia el “Cojón Pacheco”. Reitero lo de “intentar” puesto que tras un atajo improvisado, acabaremos saliendo algo más arriba de la ubicación que tenemos localizada en cuanto al “divino atributo de Pacheco”. Nos queda mucha caminata por delante, así es que lo visitaremos la próxima vez, partiendo desde más abajo. Estamos muy cerca de la pista de arriba que marca el límite de arbolado; más arriba sólo nos quedan los senderos, algunos señalizados, que suben hasta la cuerda del Peñalara. Antes de llegar a dicha pista asfaltada, un atajo por un senderito que se ve pisado, para en poco más de medio kilómetro salir a dicha pista. Ahora, aunque vamos andando siempre que podemos por los márgenes del asfalto, se nos hace un tanto pesado el caminar por un terreno tan artificial, cuando el entorno no puede ser más bonito. No llevamos un par de kilómetros por la pista, no aguantamos más este tipo de suelo y lo peor es que nos hemos pasado otro atajo que tenía previsto y que nos sacaba a la senda de la Fuente del Intendente. No queda otra, la cogeremos un poco más adelante y desde más abajo, con lo que el recorrido total y el desnivel acumulado siguen aumentando. Estamos en Navalasviudas, acabamos de pasar el enémiso arroyo del día que presta el topónimo a la zona, que a su vez se encuentra justo debajo de la Peña de Cítores, a poco más de cuatrocientos metros de desnivel y a un kilómetro y pico de fuerte caminata, por la pendiente que habría que salvar en tan poco recorrido. Hasta ahora, unos por puentes y otros “de aquella manera” los hemos podido franquear mejor que peor, pero lo que no pensamos es que por una senda tan bonita, tapizada toda de hierba, nos esperan en una pronunciada curva los dos arroyos que nos van dar más dificultades para vadear. Están uno al lado del otro, confluyen justo a la altura de la misma senda y bajan de agua hasta arriba. Un poco más arriba un caminante solitario está sorteando el primero de los arroyos, el de Dos Hermanas” sobre un troco atravesado. A nosotros el tronco no nos inspira demasiada confianza aunque, el solitario con más o menos cabriolas, al final lo ha conseguido superar. Tampoco nos apetece mojarnos los pies, a pesar de que el día está para meterse a remojo y no salir hasta que empiece la piel a azulear. Nos lleva un rato encontrar el mejor paso para dejar atrás el de Dos Hermanas y el de las Quebradas, que baja tan cargado como el resto de los que hemos visto durante la marcha. Un par de kilómetros más adelante volvemos a pasar, por segunda vez el arroyo de Peñalara. Baja tan cargado salvando el fuerte desnivel que paramos un par de minutos para disfrutarlo y hacerle un par de fotos. Sin dejar la misma pista, al cabo de otro kilómetro, pasaremos por el arroyo de la Chorranca, con una de las mejores fuentes del recorrido para rellenar las cantimploras, y que marco sobre el track. Estamos a media hora del Moño de la Tía Andrea y la Silla del Rey, donde pensamos parar a comer, pero antes y justo en la base del cerro, una pareja que se encuentra “un poco perdida” nos pide ayuda para bajar hasta la Granja. Después de comer y echar una cabezada en el Moño, un bajada de lo más intuitiva, para campo a través, bajar los casi doscientos cincuenta metros de desnivel, en poco menos de medio kilómetros hasta llegar a la pista. Pista que ya no dejaremos hasta pasar la serrería que hay en la parte alta de la Pradera de Navalhorno. Al poco de dejar atrás los troncos apilados, una senda que nos lleva hasta el Cerro del Puerco y el recorrido señalizado que en el entorno del CENEAM recorre las posiciones y restos que la GCE dejó por la zona.