Cerrajo, peña de la Fuente, cerro Miguelico, peña Blanquilla y cerro la Grana

Para los que vivimos en Jaén, cuando hablamos de hacer rutas por las zonas de sierra que nos rodean solemos referirnos a cerro Almodóvar, el Neveral, La Mella, el Tambor, la subida a Jabalcúz por el puerto del Aire o por el Cordel de Jabalcúz, o por el Pincho, o por el Megatín...sabiendo que todas ellas, y a pesar del extenso olivar que todo lo inunda, tienen su continuidad mediante corredores verdes con otras pertenecientes a términos municipales colindantes y de cuya existencia sé desde hace años gracias a las múltiples rutas organizadas por el ayuntamiento de Martos en la persona de Ciriaco, sabio popular, personaje inefable y admirable, precursor y promotor del senderismo etnográfico “para todos” en Martos .
La presente ruta recorre una de estas zonas a caballo entre los términos municipales de Jamilena, Los Villares, Torredelcampo y Martos y que por motivos prácticos he accedido a su inicio mediante vehículo, utilizando el asfalto -se podría haber hecho a través de los mencionados corredores, pero hoy eso no tocaba-.
El objetivo de esta ruta era efectuar un doble bucle –un 8-, con dos círculos, uno que incluyera el Cerrajo, Peña de la Fuente y cerro Miguelico, y otro con Peña Blanquilla y la Grana, evitando en lo posible la zona de olivar.

Tras acercamiento hasta Jamilena y coger el camino de la sierra, hacia la ermita de San Isidro, dejo el coche a los pies del Cerrajo, y tras pasar por un amplio hueco en la valla que lo circunda, voy ascendiendo hasta su cumbre mediante veredas muy claras, desde donde empezamos con la constante de esta ruta, las vistas espectaculares; en este caso en la cara norte con el valle olivarero y sus poblaciones incrustadas en este mar de olivos. Me dejo caer en dirección a la cantera, atravesando el camino de acceso a la misma para salir por otro gran hueco en la valla, comenzando inmediatamente el ascenso progresivo y suave a través de sendero por un precioso pinar en dirección a la Peña de la Fuente primero, y el cerro Miguelico después. Este, a pesar de no alcanzar los 1000 metros de altura, nos continúa ofreciendo una panorámica que merece mucho la pena, mas con el poco esfuerzo que nos ha costado llegar hasta aquí, prácticamente apto para “casi” cualquiera.
Tras asomarme al mirador ubicado en la zona recreativa y a otro natural, algo más abrupto, vuelvo sobre mis pasos y siguiendo el sendero protegido por baranda de madera me llego a ver cueva Palomera. Una vez aquí tenía dos opciones, la más fácil, volver sobre mis pasos para coger el sendero balizado que desciende hasta la pista que asciende a la cantera, en las cercanías de la carretera de la sierra, o buscar un atroche desde la cueva, en dirección este a media ladera hasta enlazar con el sendero mencionado. A la vista de la pendiente que no es excesiva y la vegetación que tampoco es exuberante, decido esta segunda opción. Realmente no supone mucha ventaja en cuanto a distancia con respecto a la primera, y presenta algún punto donde hay que realizar pequeñas destrepadas, así que, salvo que se quiera poner un puntito de emoción al asunto o se quiera visitar el roquedal con sus oquedades de esta cara sur, no merece la pena.
Una vez en la pista, ascendemos en dirección a la cantera hasta observar a la derecha una vereda que se dirige perpendicular hacia la valla, en un punto donde está parcialmente volcada. Atravesamos por aquí y vamos siguiendo la continuidad de esta vereda, -posiblemente originada por el ganado que hay por la zona- bastante nítida la mayor parte del trayecto y sin dificultad, salvo la parte final donde una zona con losas de piedra podría ser peligrosa si hubiera estado mojada. Como no era el caso, la atravieso sin dificultad hasta llegar nuevamente al lugar donde dejé el coche.
Aquí inicio el segundo bucle, ascendiendo por la carretera una decena de metros hasta coger un carril hormigonado que a la derecha asciende hasta la ermita de S. Isidro. Continúo el camino que sale en dirección sur hasta enlazar con una vereda de gran inclinación muy marcada en el terreno, -posiblemente por las motos- y que desciende hasta el barranco del arroyo de Jamilena. Lo cruzo para coger otra vereda igual que la que acabamos de bajar –pendiente y muy marcada- y atravesar un pequeño olivar donde un pozo de buena factura y los restos de un chozo modificado, ponen su punto de interés a este tramo. Accedemos al inicio de un bonito y umbrío barranco que encontramos en unas condiciones de humedad y barro, que hacen que extrememos las precauciones para evitar un resbalón.
Ya en el Collado del Espinar y Peña Blanquilla, tras encontrar los restos de otro chozo, volvemos a disfrutar de las vistas, esta vez más amplias y extensas, al norte el cerro Miguelico y el Cerrajo y al este la Sierra de Jaén–especialmente la zona de Otiñar y los Propios- y sierra Sur – Cerro Veleta y la Pandera-.Aquí también se encuentra un recordatorio/homenaje a Víctor Manuel Araque Menor.
Al oeste se yergue nuestro último objetivo, el cerro de la Grana. Realizo el acercamiento cresteando por un camino hasta rebasar un cortijo, es en ese momento cuando desciendo hasta el bonito barranco del Lobo o sendero de San Bernardo que en un llevadero ascenso y tras rebasar otra nueva construcción de piedra seca y el pozo de la Mesa, alcanzo la era del mismo nombre junto al refugio artificial ya muy cerca del punto geodésico y la cima de este cerro, 1252 metros, máxima altura de esta ruta.
Tras unos minutos para contemplar la panorámica, iniciamos el camino de descenso al rebasar la valla en el punto donde esta está caída, a través de una senda que no plantea problemas para seguirla, aunque la presencia de barro, y con esta inclinación, si me obliga a extremar la precaución para mantenerme vertical.
A partir de aquí enlazo por un sendero hasta el mirador de Peña Bermeja y me asomo al tramo de camino que desde aquí alcanza Martos, y que formaba parte de la ruta que recordaba haber realizado con Ciriaco desde Martos a Jaén.
Ya no tenemos más que seguir la senda protegida con baranda de madera hasta que alcancemos la señalización que está caída, SL-A 156, a partir de la cual se vira en dirección al arroyo del Guadalete. Aquí bajamos la pista hormigonada hasta enlazar con un camino que asciende bruscamente hasta el pinar que bordearemos hasta que se nos acabe, atravesamos un tramo de olivar hasta enlazar con la vereda del barranco del arroyo Jamilena, y disfrutando de este bonito paraje encajonado llegamos al punto donde lo atravesamos a la ida.
Por problemas durante la grabación del track no grabó el primer bucle y el segundo he tenido que "arreglarlo" un poquito. El resultado es que el tiempo real de ruta -6 horas- aparece erróneo y al kilometraje hay que añadirle unos 4 kms.