Cerro Malascamas desde la Venta Palma por el Barranco de Malinfierno en Sierra Tejeda (Granada)

Partiendo desde las inmediaciones de la Venta Palma, la ruta consiste en ascender al Cerro Malascamas (1.792 m.) por la Loma del Camino, recorriendo la Colada Sedella – Alhama de Granada, en busca del Collado de Albucaz. Para obtener un trazado circular, se recorre el raspón del Malascamas, enlazando con la pista abandonada que desciende por el Barranco de Malinfierno y otro camino que rodea la Umbría de los Moriscos. Nos encontramos en el Parque Natural Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama.


Estacionamos en un pinar junto al vado del Arroyo del Cerezal, en las inmediaciones de la antigua Venta Palma, por donde pasaremos a la vuelta. Para la aproximación en vehículo recorremos una pista terriza durante 6 km. desde la carretera Ventas de Zafarraya — Alhama de Granada. Hasta el desvío del Área Recreativa El Robledal se encuentra en buen estado para turismos. Pero durante los últimos 1'5 km. vamos a necesitar al menos un todocamino, por encontrarse el carril en mal estado. En caso contrario, podemos estacionar en El Robledal y añadir 3 km. más a la ruta. Esta ruta ha sido extraída de la magnífica guía de Rafael Flores, "Sierras Tejeda y Almijara - Guía del Excursionista" (Editorial La Serranía) y el recién publicado mapa-guía del parque natural de la Editorial Piolet.


Vadeamos el Arroyo del Cerezal, cruzamos una angarilla, pasamos por las ruinas de la Majada Peña y tras cruzar otra angarilla, nos encaramamos a la Loma del Camino, también llamada Loma de Enmedio. Abajo vemos la remodelada Venta Palma, hoy día relegada a una simple casa de campo, sin contar ya con el servicio de fonda que antaño dispensaba a pastores, arrieros y viajeros. También observamos el Cortijo del Cerezal Alto, en plena actividad ganadera y agrícola.


Por esta loma discurre la Colada Realenga Sedella – Alhama de Granada. Al principio varias veredas ganaderas difuminan el viejo sendero principal, pero más adelante se hará más evidente, siendo sencilla la orientación, además de ayudarnos numerosos hitos de piedras. A la izquierda cae el Barranco de las Piletas, y a la derecha la Cañada Seca. Ya tenemos a la vista las estribaciones septentrionales del Malascamas.


Conforme vamos ascendiendo por la loma, por encima del Barranco de la Cueva de la Parra, vamos admirando la colosal cuerda caliza desde Las Llanadas de Sedella hasta La Maroma.


Detrás nuestra contemplamos la Sierra de Loja, los Campos de Zafarraya y Alhama, la Vega de Granada y la Sierra de Parapanda.


Dejamos a un lado las ruinas de la Majada de las Piletas, y tras disfrutar la panorámica desde el Cerro Gordo, proseguimos hacia el Hoyo de los Machos y faldeamos una serie de cerrillos que puntean la loma. La ascensión se hace más llevadera y amena de lo larga que en principio parecía.


Al llegar a un paraje de arenales dolomíticos conocido como Los Arenalejos, obtenemos una espléndida estampa del Barranco del Tajo del Lino, cayendo desde El Espolón. Incluso apreciamos a simple vista la cicatriz del sendero de Cuesta Pardilla, que conecta Las Llanadas de Sedella con la Tacita de Plata.


Pero nuestra atención se dirige hacia el principal objetivo de la ruta en el otro lado, el Cerro Malascamas, cuyo afilado perfil y abrupto terreno se contrapone al redondeado vecino Cerro Albucaz.


Tras un repecho rocoso, vadeamos el paso del Contadero, donde antaño esperaban los pastores para contar el ganado, ya que la estrechez del risco obligaba a los animales a pasar en fila india. Existe otro Contadero similar en el cercano sendero desde El Robledal a La Maroma. Descendemos levemente hacia los Chorrillos de Buen Viaje, en las inmediaciones del Puerto de Sedella, donde actualmente hay instaladas siete grandes bañeras a modo de abrevaderos. Incluso en estas fechas de final del estiaje mantienen un hilillo de agua.


Circunvalamos la cabecera del Barranco de las Piletas. En nuestro trazado lo hacemos siguiendo difusas veredas ganaderas entre la vegetación, manteniendo una curva de nivel uniforme, hasta enlazar con el final de una pista jalonada por colmenas, la cual nos llevará al Collado de Albucaz. También tenemos la opción de llegar al collado siguiendo otra vereda que efectúa un subibaja por el Cerro Albucaz. Frente a nosotros se alza imponente el Malascamas y su cresta.


Recientemente han señalizado con marcas de pintura roja una vereda que encumbra el Malascamas desde el Collado de Albucaz. Es un recorrido relativamente cómodo que rodea la cima por detrás, en lugar de atacarla directamente por los derrubios de su descompuesta barranquera. En la cúspide se sitúa un vértice geodésico y obtenemos una fabulosa vista panorámica de 360º. En esta fotografía contemplamos el Cerro de Santiago, las Llanadas de Sedella y La Maroma.


Hacia la vertiente oriental contemplamos en primer plano la Sierra de Játar, con Sierra Almijara detrás y Sierra Nevada en lontananza. En lugar de descender de nuevo hacia el Collado de Albucaz, por donde hemos ascendido, cresteamos el raspón en busca de una pista en desuso que lo cruza más abajo. Se trata de un tramo campo a través rocoso, que le da una chispa más montañera a la ruta, sin que hayan pasos expuestos ni complicados. Precioso paisaje kárstico.


Tras finalizar el cresteo rocoso, en el paraje de Veredas Blancas enlazamos con la maltrecha pista que a su vez nos lleva a otra también abandonada, que viene del Collado de Albucaz hacia la Hoya de Gutiérrez y el Cortijo Haza del Aguadero. Las lluvias torrenciales del año 2010 hicieron grandes estragos en estos caminos, formando enormes brechas y desprendimientos, sin que hayan vuelto a ser arreglados hasta la fecha. Siendo aún más desastrosos, como veremos, en el camino del Barranco de Malinfierno, habiendo sido arrasado por completo, llegando a ser incluso trabajoso pasar a pie en algunos tramos. Aunque aún se perciben restos de muros de mampostería de piedra y reminiscencias de los arcos de pequeños puentes.


Tras visitar el Cortijo Haza del Aguadero y repostar agua en su cercano nacimiento, cambiamos el rumbo hacia el Barranco de Malinfierno. Entre las ruinas del cortijo se ha rehabilitado una caseta con chimenea y dos salas, que sirve de refugio libre en pleno uso. Cuidémoslo y dejemos la puerta cerrada para que no entren animales.


Nos sorprendió la gran cantidad de agua que discurría por el barranco en esta fecha todavía sin lluvias. Aunque la pista ha quedado completamente destruida y caminamos por el lecho pedregoso, el agua puede cubrir gran parte del cauce, el cual tendremos que vadear en numerosas ocasiones para evitar la densa vegetación riparia, por lo que es recomendable llevar botas impermeables. En esta fotografía apreciamos un cahorro donde curiosamente se enfrentan una lisa y blanca pared de mármol, con otra pared de toba calcárea parda y rugosa. En los tramos más encajonados podemos asomarnos someramente para contemplar pequeñas cascadas.


En ocasiones el agua discurre subterráneamente, volviendo a aflorar cientos de metros más abajo. Pasamos por las afluencias con las Cañadas del Manco, de los Tejos y del Gallego, donde Malinfierno se encañona rabiosamente.


Tras superar la confluencia con el Barranco de Malinfiernillo, donde ya toma el nombre de Río Alhama, enlazamos con el tramo de pista muerta que vuelve a estar en uso al tráfico rodado. Aunque al poco tiempo se separará del barranco, por lo que la abandonamos para proseguir por el cauce pedregoso, cada vez más llano y ensanchado. Dejo marcado un waypoint de referencia.


Casi un kilómetro más abajo, el cauce se interrumpe bruscamente por un vallado infranqueable, por lo que nos desviamos hacia una angarilla que nos permite enlazar con un camino que lleva a la encrucijada del Cortijo de los Nacimientos. Nos cruzamos con el aparente propietario de este terreno vallado, saludándonos afectuosamente tras una amigable charla.


Ya solo nos queda seguir el camino hacia el Cortijo de Quintana y la Venta Palma, entre robles melojos, encinas, nogales, castaños y almendros, por el paraje de la Umbría de los Moriscos, finalizando con una bella puesta de sol otoñal.

Respecto a la vegetación, la arboleda predominante está formada pinos resineros, encinas, robles melojos, tejos, quejigos, arces, sauces, olmos y chopos. Además de matorral bajo y arbustivo, abundando mostajos, serbales, agracejos, majuelos, enebros, sabinas, aulagas, espartos, gamones, romeros, torviscos, tomillos, rascaviejas, jaras, retamas, juncos y adelfillas. A mayor altitud, convive el matorral rastrero y almohadillado con el aromático y los pastizales, destacando lastones, piornos y lavandas. En cuanto a la fauna, se puede contemplar el vuelo de perdices, águilas, buitres leonados, gavilanes y otras rapaces. También es frecuente el avistamiento de ardillas y cabras monteses. Más difíciles serán de ver ginetas, meloncillos, zorros y jabalíes.

El itinerario transcurre según el tipo de terreno: un 40% por sendero y vereda terriza y pedregosa, un 50% por pista terriza y pedregosa, un 5% por cauce pedregoso, y un 5% por cresta rocosa. La temperatura en cumbre oscilaba entre 16º y 20º. El desnivel positivo es de 925 m. y el tiempo total fue de 9 horas 50 minutos, con varias paradas incluidas.

En el vídeo de abajo hay un reportaje fotográfico con mi visión de la ruta y del compañero manu rinconero, que por motivo de copyright de la música de fondo, es posible que no pueda reproducirse en dispositivo móvil, como smartphone y tablet, por lo que solo será posible visionarlo en ordenador y smart TV.



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