Cerros de Reolid (Puebla de Don Fadrique)
near Puebla de Don Fadrique, Andalucía (España)
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Trail photos
Itinerary description
Venir a Huéscar o a Puebla de Don Fadrique para subir a la Sagra está genial. Pero hay vida senderista y montañera más allá de este montañón impresionante y que, sin duda, es el rey de la comarca.
Pero hay muchas otras sierras en las cercanías de la Sagra que pasan totalmente desapercibidas, que quedan eclipsadas. Es evidente que a quien no haya venido nunca le diré que suba a la Sagra, pero a quienes ya lo hayan hecho les recomiendo que investiguen y conozcan esas otras montañas-satélite, se llevarán más de una sorpresa.
Hablo de la Guillimona, de la Sierra de los Lobos, la Sierra del Muerto, Sierra Seca, Perico Ruiz… y la de hoy: los Cerros de Reolid.
Se puede arrancar desde el casco urbano de Puebla de Don Fadrique, pero yo he preferido aproximarme al monte y empezar más directo. Se puede dejar el coche incluso más arriba, donde recientemente se ha instalado el Parque de Aventuras Los Yesares, con aparcamiento habilitado.
Desde aquí nos adentramos en un pinar, entre antiguas canteras y maniquíes de animales silvestres. Justo al finalizar los árboles encuentro un intimidante cartel de CAMINO PRIVADO PROHIBIDO PASAR. Sin embargo continúo, después de todo no tengo intención de dañar nada. Afortunadamente no he visto a nadie.
Este sendero sale a campo abierto. El suelo está alfombrado de verde y de multitud de florecillas amarillas y blancas. Conectamos con un camino difuso y lo seguimos a la derecha, hasta un viejo cortijo en ruinas. Aquí finaliza el camino, todo lo que queda hasta las cimas es monte a través, pero el terreno es cómodo y se transita con toda facilidad.
Vamos ganando altitud sin demasiado esfuerzo, pues la pendiente es llevadera, y aunque se va incrementando nunca llegará a ser fatigosa.
Pasamos junto a una pequeña sima desde donde tenemos unas vistas estupendas del Cerro de los Lobos y de la cumbre principal del Reolid, más asequible de lo que pueda parecer desde aquí.
Antes de darnos cuenta estamos a pie de cumbre. Sólo queda pasar cómodamente por las rocas y estaremos en la explanada de la cumbre principal, a 1463 metros de altitud. Menudas vistas en 360°. Lo único que no vemos es la Sagra, tapada por el Cerro de los Lobos, pero no importa, tenemos panorámicas de sobra para deleitarnos.
Abajo, paralelo a la carretera de Huéscar, queda el Barranco del Rojo, y al norte Puebla de Don Fadrique. Al sur se ve la cumbre secundaria (a la que iremos a continuación) y más allá los inmensos campos del altiplano granadino. Entre muchas otras, vemos la Sierra de María (Almería), Revolcadores, Los Odres y Mojantes (Provincia de Murcia), la Guillimona (Jaén) y la Sierra de las Cabras (Albacete).
Descendemos al collado para conquistar la segunda cumbre, lo que logramos con facilidad y disfrutando plenamente de la montaña. Aquí se amplían las vistas al sur. Sería interesante haber completado la travesía descendiendo por la vertiente sur, pero no me fiaba de que se alargara demasiado y me pillara el calor en mitad del monte, así que voy a lo seguro y emprendo la vuelta por el mismo itinerario de la ida.
Si subir ha sido agradable, el descenso lo es aún más porque tenemos de cara los grandes paisajes. En un abrir y cerrar de ojos llegamos al corral, tomamos el camino hasta la senda que nos devuelve al pinar y rematamos así una ruta que ha sobrepasado con creces mis expectativas.
Pero hay muchas otras sierras en las cercanías de la Sagra que pasan totalmente desapercibidas, que quedan eclipsadas. Es evidente que a quien no haya venido nunca le diré que suba a la Sagra, pero a quienes ya lo hayan hecho les recomiendo que investiguen y conozcan esas otras montañas-satélite, se llevarán más de una sorpresa.
Hablo de la Guillimona, de la Sierra de los Lobos, la Sierra del Muerto, Sierra Seca, Perico Ruiz… y la de hoy: los Cerros de Reolid.
Se puede arrancar desde el casco urbano de Puebla de Don Fadrique, pero yo he preferido aproximarme al monte y empezar más directo. Se puede dejar el coche incluso más arriba, donde recientemente se ha instalado el Parque de Aventuras Los Yesares, con aparcamiento habilitado.
Desde aquí nos adentramos en un pinar, entre antiguas canteras y maniquíes de animales silvestres. Justo al finalizar los árboles encuentro un intimidante cartel de CAMINO PRIVADO PROHIBIDO PASAR. Sin embargo continúo, después de todo no tengo intención de dañar nada. Afortunadamente no he visto a nadie.
Este sendero sale a campo abierto. El suelo está alfombrado de verde y de multitud de florecillas amarillas y blancas. Conectamos con un camino difuso y lo seguimos a la derecha, hasta un viejo cortijo en ruinas. Aquí finaliza el camino, todo lo que queda hasta las cimas es monte a través, pero el terreno es cómodo y se transita con toda facilidad.
Vamos ganando altitud sin demasiado esfuerzo, pues la pendiente es llevadera, y aunque se va incrementando nunca llegará a ser fatigosa.
Pasamos junto a una pequeña sima desde donde tenemos unas vistas estupendas del Cerro de los Lobos y de la cumbre principal del Reolid, más asequible de lo que pueda parecer desde aquí.
Antes de darnos cuenta estamos a pie de cumbre. Sólo queda pasar cómodamente por las rocas y estaremos en la explanada de la cumbre principal, a 1463 metros de altitud. Menudas vistas en 360°. Lo único que no vemos es la Sagra, tapada por el Cerro de los Lobos, pero no importa, tenemos panorámicas de sobra para deleitarnos.
Abajo, paralelo a la carretera de Huéscar, queda el Barranco del Rojo, y al norte Puebla de Don Fadrique. Al sur se ve la cumbre secundaria (a la que iremos a continuación) y más allá los inmensos campos del altiplano granadino. Entre muchas otras, vemos la Sierra de María (Almería), Revolcadores, Los Odres y Mojantes (Provincia de Murcia), la Guillimona (Jaén) y la Sierra de las Cabras (Albacete).
Descendemos al collado para conquistar la segunda cumbre, lo que logramos con facilidad y disfrutando plenamente de la montaña. Aquí se amplían las vistas al sur. Sería interesante haber completado la travesía descendiendo por la vertiente sur, pero no me fiaba de que se alargara demasiado y me pillara el calor en mitad del monte, así que voy a lo seguro y emprendo la vuelta por el mismo itinerario de la ida.
Si subir ha sido agradable, el descenso lo es aún más porque tenemos de cara los grandes paisajes. En un abrir y cerrar de ojos llegamos al corral, tomamos el camino hasta la senda que nos devuelve al pinar y rematamos así una ruta que ha sobrepasado con creces mis expectativas.
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