Chorreras de Sierra Madrona y Pico Abulagoso (circular desde San Isidro)
near Fuencaliente, Castilla-La Mancha (España)
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Trail photos
Itinerary description
Todo el track transcurre por monte público, 95% por caminos y senderos y 5% por monte a través. No obstante, la dificultad técnica de esta ruta es difícil por estos 2 km fuera de traza (ver descripción). En los relojes el desnivel superó por poco los 1100, quedando algo corto el que figura en Wikiloc.
Partiendo del área recreativa de San Isidro, tenemos como objetivo visitar las tres chorreras más espectaculares de Sierra Madrona, además de llevarnos de propina el Cerro Abulagoso y sus 1301 msnm. La primera chorrera es la Chorrera de las Sierpes a la que llegamos después de un par de km por un denso y precioso pinar con unos mayúsculos ejemplares. Esta chorrera es la más modesta de las tres, pero como el Arroyo del Robledo de las Hoyas bajaba con bastante agua pudimos verla esplendorosa. Desde este punto puede subirse al precioso robledo que le da nombre al arroyo y que es muy recomendable en la otoñada, pero nosotros cruzamos el cauce para seguir por el Camino del Robledo al Puerto del Aceite o Valderrepisa, al cual llegamos tras varios km de cómodo piso.
Cruzamos con cuidado la carretera nacional y nos adentramos en la Umbría de Ventillas, no tan bonita como la parte anterior pues está en explotación maderera. Además, los camiones tienen destrozado buena parte de los caminos y nosotros nos los encontramos embarrados después de las lluvias. Si quieren verse las chorreras con agua, no queda más remedio que embarrarse. No obstante, todas las torrenteras y vertientes que bajaban del Abulagoso lo hacían generosas de agua, por lo que esta deslucida parte no está exenta de belleza. Al fin llegamos al cruce con el sendero que inicia la subida al Abulagoso y, sobre todo, que nos lleva por la Garganta de la Chorrera de las Ventillas a la chorrera homónina. Es una zona preciosa, donde se suceden saltos de agua con pozas, todo bajo un frondoso robledal. La chorrera es la más alta de las tres, bajaba también con buen caudal. Finalizado este bello tramo, comienza el más duro de la ruta pues nos esperan dos km monte a través. Superamos los riscos de la chorrera por la izquierda (margen derecha del arroyo). Tuvimos que usar las manos en un par de ocasiones, sin más dificultad; pero hay que tener mil ojos si la caliza está mojada (y muy probablemente lo va a estar si queremos ver la chorrera con agua) porque se convierte en una pista de patinaje. Así que hay que tener mucho tiento con la piedra. Tras los riscos calizos, llegamos a un antiguo cortafuegos que nos parece una autopista, ya que no tenemos que luchar en él ni con la caliza ni con la vegetación. Pero pronto acaba en un robledal pedregoso, de incomodísimo paso. Para no perderse hay que tener siempre como referencia el arroyo que formará la chorrera, y armarse de paciencia: nosotros tardamos una hora en hacer estos dos km y somos gente bastante habituada a la piedra y a la montaña. Si no se está acostumbrado, este tramo se hará eterno incluso peligroso. Sin embargo, si quiere hacerse la ruta circular, no queda más remedio que tirar por aquí.
Al fin llegamos a otro antiguo cortafuegos que nos deja en el camino que viene del Collado del Viento y que sube hasta el Cerro Abulagoso, que no quisimos dejar de hollar debido a su cercanía. Después de tocar su vértice geodésico, deshacemos nuestros pasos buscando el Collado del Viento, disfrutando en la bajada de las vistas al Valle del Cereceda y del Cerro Arrayanes, preciosos ambos a pesar de que la calima reinante lo afeaba todo. En días claros de otoño, esta bajada es una auténtica preciosidad. Torcemos a la izquierda en el collado para seguir bajando hasta el Camino de Mestanza, que nos acerca, paralelo al río, hasta la puerta de acceso a la bajada (por camino pavimentado) al abrigo, pinturas rupestres y a la Cascada de la Batanera. Tras visita fugaz a las pinturas, bajamos para ver la cascada desde abajo. Esta última es la más abundante de las tres, aunque quizá algo más corta que la de las Ventillas. En cualquier caso ambas rivalizan en porte y belleza. Seguimos el río Cereceda por el pintoresco sendero de las Lastras, donde también hay bonitas pozas y saltos de agua, acompañados de riscos calizos y abundante vegetación de ribera, solo afeada por una tubería de agua que bien podían haber construido de otra manera o disimulado mejor. El sendero muere en una pista asfaltada que baja de nuevo a la carretera nacional, la cual acompañamos durante unos cientos de metros hasta el Hotel Sierra Madrona, donde la abandonamos por un camino que sube durante varios km y para el que hay que guardar fuerzas. Este nos lleva al Camino Real, que con bonitas vistas a las Morras de Robledo a la izquierda y al Abulagoso a la derecha, nos vuelve a dejar en San Isidro, punto de inicio y final de esta inolvidable ruta por Sierra Madrona, que nunca desilusiona y más si está a rebosar de agua como ha sido hoy.
Partiendo del área recreativa de San Isidro, tenemos como objetivo visitar las tres chorreras más espectaculares de Sierra Madrona, además de llevarnos de propina el Cerro Abulagoso y sus 1301 msnm. La primera chorrera es la Chorrera de las Sierpes a la que llegamos después de un par de km por un denso y precioso pinar con unos mayúsculos ejemplares. Esta chorrera es la más modesta de las tres, pero como el Arroyo del Robledo de las Hoyas bajaba con bastante agua pudimos verla esplendorosa. Desde este punto puede subirse al precioso robledo que le da nombre al arroyo y que es muy recomendable en la otoñada, pero nosotros cruzamos el cauce para seguir por el Camino del Robledo al Puerto del Aceite o Valderrepisa, al cual llegamos tras varios km de cómodo piso.
Cruzamos con cuidado la carretera nacional y nos adentramos en la Umbría de Ventillas, no tan bonita como la parte anterior pues está en explotación maderera. Además, los camiones tienen destrozado buena parte de los caminos y nosotros nos los encontramos embarrados después de las lluvias. Si quieren verse las chorreras con agua, no queda más remedio que embarrarse. No obstante, todas las torrenteras y vertientes que bajaban del Abulagoso lo hacían generosas de agua, por lo que esta deslucida parte no está exenta de belleza. Al fin llegamos al cruce con el sendero que inicia la subida al Abulagoso y, sobre todo, que nos lleva por la Garganta de la Chorrera de las Ventillas a la chorrera homónina. Es una zona preciosa, donde se suceden saltos de agua con pozas, todo bajo un frondoso robledal. La chorrera es la más alta de las tres, bajaba también con buen caudal. Finalizado este bello tramo, comienza el más duro de la ruta pues nos esperan dos km monte a través. Superamos los riscos de la chorrera por la izquierda (margen derecha del arroyo). Tuvimos que usar las manos en un par de ocasiones, sin más dificultad; pero hay que tener mil ojos si la caliza está mojada (y muy probablemente lo va a estar si queremos ver la chorrera con agua) porque se convierte en una pista de patinaje. Así que hay que tener mucho tiento con la piedra. Tras los riscos calizos, llegamos a un antiguo cortafuegos que nos parece una autopista, ya que no tenemos que luchar en él ni con la caliza ni con la vegetación. Pero pronto acaba en un robledal pedregoso, de incomodísimo paso. Para no perderse hay que tener siempre como referencia el arroyo que formará la chorrera, y armarse de paciencia: nosotros tardamos una hora en hacer estos dos km y somos gente bastante habituada a la piedra y a la montaña. Si no se está acostumbrado, este tramo se hará eterno incluso peligroso. Sin embargo, si quiere hacerse la ruta circular, no queda más remedio que tirar por aquí.
Al fin llegamos a otro antiguo cortafuegos que nos deja en el camino que viene del Collado del Viento y que sube hasta el Cerro Abulagoso, que no quisimos dejar de hollar debido a su cercanía. Después de tocar su vértice geodésico, deshacemos nuestros pasos buscando el Collado del Viento, disfrutando en la bajada de las vistas al Valle del Cereceda y del Cerro Arrayanes, preciosos ambos a pesar de que la calima reinante lo afeaba todo. En días claros de otoño, esta bajada es una auténtica preciosidad. Torcemos a la izquierda en el collado para seguir bajando hasta el Camino de Mestanza, que nos acerca, paralelo al río, hasta la puerta de acceso a la bajada (por camino pavimentado) al abrigo, pinturas rupestres y a la Cascada de la Batanera. Tras visita fugaz a las pinturas, bajamos para ver la cascada desde abajo. Esta última es la más abundante de las tres, aunque quizá algo más corta que la de las Ventillas. En cualquier caso ambas rivalizan en porte y belleza. Seguimos el río Cereceda por el pintoresco sendero de las Lastras, donde también hay bonitas pozas y saltos de agua, acompañados de riscos calizos y abundante vegetación de ribera, solo afeada por una tubería de agua que bien podían haber construido de otra manera o disimulado mejor. El sendero muere en una pista asfaltada que baja de nuevo a la carretera nacional, la cual acompañamos durante unos cientos de metros hasta el Hotel Sierra Madrona, donde la abandonamos por un camino que sube durante varios km y para el que hay que guardar fuerzas. Este nos lleva al Camino Real, que con bonitas vistas a las Morras de Robledo a la izquierda y al Abulagoso a la derecha, nos vuelve a dejar en San Isidro, punto de inicio y final de esta inolvidable ruta por Sierra Madrona, que nunca desilusiona y más si está a rebosar de agua como ha sido hoy.
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