Circuito de las Maladetas (del Cámping de Senarta al Refugio de la Renclusa y al Refugio de Cap de Llauset)

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Reseña de la ruta en Adventoorer: Circuito de las Maladetas (Cámping de Senarta --> Refugio de la Renclusa --> Refugio de Cap de Llauset).

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El Circuito de las Maladetas (no sé si se llama así, o si tiene nombre siquiera) es una ruta circular en tres etapas que circunda el Macizo de la Maladeta. Yo diría que tiene una dificultad media-alta, especialmente por la segunda etapa, que es bastante dura. No tiene dificultades técnicas reseñables. Si acaso algún tramo bastante empinado al bajar de los collados.

El recorrido del circuito parte del cámping de Plan de Senarta, donde se puede dejar el coche sin problemas. La primera etapa acaba en el refugio de la Renclusa, donde pasaré dos días para realizar otras rutas, y la segunda en Cap de Llauset. Desde allí se vuelve al cámping, aunque en esta tercera etapa me desviaré un poco para subir los picos Vallibierna y Culebras. No es obligatorio, se puede volver por el GR haciendo un recorrido más cómodo y con mucho menos desnivel.

Etapa 1 – Cámping de Plan de Senarta a refugio de la Renclusa. 13,5 km.

La etapa más tranquila de las tres comienza en el cámping de Plan de Senarta y sube por el valle de Benasque hasta el aparcamiento de la Besurta, y desde allí hasta la Renclusa.

Me tenía un poco preocupado dejar el coche cinco días parado en el cámping, porque no sabía cómo era aquello, o si no habría sitio y lo tendría que dejar de cualquier manera en el arcén. Pero afortunadamente no hay problema de espacio. Hay una explanada junto al río, suficientemente grande como para aparcar sin problemas. Al coche no le pasó nada.

Desde allí seguimos al fondo, alejándonos del río. A mano derecha sale una pista, el GR-11, hacia el refugio y puente de Coronas. Hasta allí sube un autobús y por allí volveré, aunque a patita, cuando acabe la ruta.

Nosotros vamos hacia la izquierda, por un camino evidente. Es una zona muy bonita, aunque el sendero nunca se aleja demasiado de la carretera. Al otro lado del valle se ve perfectamente la entrada al valle de Lliterola, y se alcanza a vislumbrar un poquito del Perdiguero, allí a lo lejos. Mucho árbol y sombra, qué más se puede pedir. Lástima que me haya cargado (otra vez) la cámara. Estreno una nueva y como no sé usarla bien, las fotos van a salir demasiado luminosas.

Un poco más adelante, tras un atajo indicado por carteles, entramos en la carretera que sube hasta Baños de Benasque, un balneario que hay en la ladera de la montaña, y que es más bonito de lejos que de cerca. No pasamos mucho rato sobre el asfalto. Enseguida llegamos a Baños y seguimos para arriba por el sendero. Todo esto está perfectamente indicado con carteles amarillos.

Llega otra zona agradable, con vistas de picos por todos lados, que acaba con la aparición del aparcamiento final. La carretera se acaba, y la última parte está abarrotada de coches estacionados por los arcenes. En la parte baja del valle hay otra zona habilitada para más coches aún. Una pena, porque el ambiente de montaña se estropea un poco. Según se avanza por el sendero, las ganas que tengo de subir a cualquier pico aumentan, y tanto coche hace que sufra un bajón. Bajamos y cruzamos la carretera, para seguir avanzando por tierra todo lo que podamos. Hay un sendero, así que seguimos por él. Desde este punto en adelante no pasan muchos coches.

Desde aquí la carretera sigue hasta Llanos del Hospital, un hotel en un emplazamiento envidiable. Lo atravesamos, cruzando al otro lado, y seguimos por lo que en invierno son pistas de esquí de fondo. Ya no queda mucho para llegar al aparcamiento de la Besurta, hasta donde ahora en verano no se puede llegar en coche. Hay un servicio de autobús desde Benasque. La Besurta es poco más que el final de la carretera y una cafetería.

No paramos mucho allí, y seguimos adelante, ya por fin sin carretera. Enseguida el ambiente de montaña nos rodea. Tremendo esto. Tengo unas ganas locas de tirar para arriba.

Tardamos un rato en llegar al refugio. La última parte tiene más desnivel, y tampoco tenemos ninguna prisa, así que vamos tranquilamente, disfrutando del entorno. Poco a poco va apareciendo en una terraza. Unas cuantas zetas más y allí estamos. Detrás del refugio está el paredón. Montañas por todas partes.

Un refugio muy bien puesto, los guardas muy majos… Da gusto estar aquí.

Como hemos llegado pronto nos vamos a acercar un rato a los ibones de la Renclusa. Esa ruta la he separado de esta. Es un paseo corto y bonito.

Ha hecho un día estupendo. Sin mucho calor, con mucho sol… Estamos encantados porque mañana planeamos subir el Aneto. No podremos, porque el tiempo, aunque hoy ha sido fabuloso, mañana será un asco. Es una pena, pero no vale la pena lamentarse. Lo mismo ocurrirá pasado mañana, cuando, ya en solitario, pensaba subir el Salvaguardia. Por lo menos al día siguiente todo mejorará, y las dos siguientes etapas tendré otra vez un tiempo perfecto.

Etapa 2 – Refugio de la Renclusa a refugio de Cap de Llauset. 12 km.

Después de dos días malos, con mucha niebla y lloviznas, por fin hoy amanece un día estupendo. Ya era hora.

Hay un cartel en la pared exterior del refugio indicando las distancias y tiempos del circuito que estoy haciendo. En teoría, según lo que pone ahí, se tardan 6 horas y 40 minutos en llegar a Cap de Llauset. Me gustaría saber quién ha calculado esos tiempos… En principio me los creí, pero la guardesa me dijo que saliera temprano, que la gente solía tardar diez horas en llegar. Claro, me dejó un poco planchado aquello. Pensé que sería por ir en grupo. Siempre se tarda más, por tener que ir al ritmo del más lento. Así que me imaginé que como mucho tardaría siete o así… Al final tardé nueve. Es verdad que hice mil fotos, así que me paré bastante, pero aun así me parece irreal el tiempo que indica el cartel del refugio, que puede causarle a alguien algún problema.

En fin, que allá voy. Me llevo a un grupo que quiere subir el Aneto sin crampones, así como suena (y no era el único). Les voy a indicar el camino de subida por el ibón del Salterillo, que permite esquivar el glaciar.

Empieza la cosa pendiente, subiendo el collado de la Renclusa. Aún está oscuro, así que tiramos de frontales. A media bajada por el otro lado les digo más o menos por dónde tirar y allá que se van.

Yo sigo solo, bajando hacia el Plan de Aigualluts, un sistema kárstico muy curioso, por donde se vierten parte de las aguas del Ésera. El agua cruza la montaña y reaparece al otro lado, a más de tres kilómetros de distancia, a un río que acaba en el Garona. Así que una parte de las aguas del Ésera acaban en el Mediterráneo y otra parte en el Atlántico. Curioso.

No sé si se puede ver el punto exacto por donde se cuela el agua. Yo solo vi una pradera muy extensa, cruzada por varios meandros. Muy bonita. Mientras acaba de amanecer la voy cruzando. Al fondo se ve el barranco de la Escaleta, por donde creía que me tendría que meter, lo que prueba que soy un hacha en cuanto a orientación.

Al fondo de la pradera un indicador me guía hacia la derecha, hacia lo que parece un callejón sin salida. Pero no, es por ahí. Un estrechísimo paso por donde baja el río Ésera, muy encajonado junto a la Tuca de la Escaleta, para llegar al valle de Barrancs.

Me encantó esa subida. Muy salvaje, pero sin dificultad. Y según voy saliendo al exterior del corredor, aparece el Aneto muy arriba. Y muy despejado, qué rabia. Se puede ver perfectamente la parte baja del glaciar, un roto vertical muy alto. Más tarde volvería a oír el helicóptero por arriba. Aunque haga buen tiempo, es una zona peligrosa.

Y una vez que estoy en la parte alta empieza la mayor paliza que recuerdo haber recibido. Piedras. Y piedras y piedras y más piedras. Y luego más piedras aún. Todo este valle, hasta el mismísimo collado de Salenques, que está lejísimos y que no se ve siquiera, es una sucesión interminable de grandes piedras. Miles y miles. Están todas.

Al principio, tonto de mí, estoy encantado. Siempre me ha gustado lo de saltar de roca en roca. Pero claro, después de tres horas de brincar sobre las dichosas piedras, esto empieza a perder interés. Acabo harto. Y hecho polvo. El camino es un GR, así que está muy bien señalizado. Pero es infinito.

El entorno es una maravilla, eso hay que reconocerlo. Muy agreste todo, nada masificado. No hay nadie por aquí. Pero un senderito de vez en cuando vendría bien.

Sea como sea, voy subiendo hasta alcanzar la Colladeta de Barrancs. Desde aquí hay una bajada brusca hasta el fondo del valle, y enfrente, allí lejos y muy muy arriba, se ve el Collado de Salenques, a donde tengo que llegar. La vista desde aquí es realmente impresionante. A pesar de la paliza de las piedras, estoy encantado. Un enorme valle cercado por un murallón gigantesco (al que luego tendré que subir, buff...). Un ambiente alucinante.

A la derecha del collado empieza la Arista de Salenques-Tempestades, una ruta clásica de los Pirineos. No la había visto nunca en directo, y asusta bastante. Toda esta área es una pasada.

Pero ahora hay que subir al collado, y es duro. Las piedras enormes de siempre, y mucho desnivel. La última parte es más arenilla suelta y bastante vertical. Poco a poco voy avanzando, y como todo llega, al final consigo alcanzarlo.

Otra agradable sorpresa al otro lado. Todo el valle de Salenques se abre desde el collado, descomunal. Estoy tan arriba que da un poco de miedo. Menudas vistas. Me dan ganas de quedarme, pero ya veo que voy a tardar más de lo que pensaba, así que empiezo a bajar. La primera parte es un poco demasiado vertiginosa. Muy vertical y algo resbaladiza, pero con cuidado se baja bien. Sin darme cuenta estoy abajo, y volviendo la vista atrás, hacia el collado, parece imposible haber bajado desde tan arriba en tan poco tiempo.

Esta parte es mejor, más cómoda. Sin tanto desnivel, sube suavemente, y el terreno es mucho más fácil de transitar. Se avanza mejor.

Al cabo de un rato veo unos ibones a mano izquierda, y un refugio a su lado. Me alegro demasiado pronto pensando que ya estoy llegando a Cap de Llauset, pero no me cuadra dónde está. En el mapa veo que no es Cap, vaya chasco, sino otro refugio que se llama Cap de la Vall, aunque luego no encuentro ninguna referencia sobre él, ni sé qué refugio es. Es uno privado, parece.

La última parte también es muy bonita. Empiezan a aparecer grandes ibones. Siempre es agradable ver agua, y los ibones encajados entre montañas son una maravilla. Cruzo dos o tres, ya casi llaneando, y tras un collado llego por fin al Ibón de Cap de Llauset, detrás del cual está el refugio.

Eso sí, aún queda un buen trecho. Estoy arriba del todo y hay que bajar un montón. Sigo el camino, que en un punto cruza al siguiente valle, lo que me permite ver más ibones aún, hasta bajar a la Collada de los Ibones. El resto del camino es todo para abajo, hasta acabar en el refugio.

Es muy reciente, y se nota. Muy amplio, muy nuevo y muy cómodo. Con agua caliente a partir de las 17:30, lo que se agradece. Aún no se me ha ido el frío de las duchas de la Renclusa… Es un edificio raro, pero por dentro es una maravilla.

He tardado unas nueve horas. El camino me ha parecido bastante duro, por el desnivel y por tantas zonas de piedras, inacabables. Pero todo el valle de Barrancs es alucinante. Muy poco transitado, me ha parecido, y muy salvaje. Lo más bonito de todo el circuito.

Etapa 3 – Refugio de Cap de Llauset a cámping de Plan de Senarta. 16,3 km.

En principio esta etapa es muy sencilla. Desde el refugio se coge el GR-11, que lleva directo al cámping de partida. Y la última mitad del camino, más o menos, desde el refugio de Coronas, es una pista medio asfaltada. Así que es un paseo un poco largo. Eso sí, la parte final por pista es interminable.

Pero yo me voy a desviar casi desde el inicio para subir el Vallibierna y el Culebras. Me apetece mucho subir algo un poco alto, sobre todo después del traspiés del Aneto. Además, entre los dos picos está el Paso del Caballo, que le da un poco de aliciente a la ascensión. Es divertido y nada complicado.

Así que empiezo a seguir el GR-11, pero lo abandono enseguida para ir hacia la izquierda. Un poco de subida hasta llegar a la zona de los ibones. Es una preciosidad el reflejo de las montañas sobre el primero. Además hoy sí que hace un día estupendo.

Desde aquí se puede ir hacia el cordal y empezar la subida directamente, pero yo fui hacia los ibones de arriba, por ver más agua, y me acerqué después. Tanto da.

Ya veo a bastante gente por la arista de arriba, directos al Vallibierna. Me espero una subida durilla, pero resulta ser todo lo contrario. El sendero de subida es sorprendentemente cómodo. En un pispás estoy en la arista cimera, sin enterarme apenas. Hasta llegar a la cumbre hay una corta travesía por la parte alta, algo expuesta pero sencilla.

Es una pena que no pudiera subir al Salvaguardia, que por lo visto es un mirador perfecto para ver el macizo de las Maladetas desde el norte. Así habría podido verlo tanto desde el norte como desde el sur. Como lo que se vea desde el Salvaguardia sea la mitad de espectacular que lo que se ve desde el Vallibierna… Es impresionante, y la visión es perfecta. Ni nubes ni neblina ni nada. Una maravilla.

Me quedo un rato atontado y cuando reacciono me acerco al Paso del Caballo. Tras la cima del Vallibierna se baja un poquito, con cuidado, y ahí mismo empieza el paso. Son apenas veinte metros, realmente sencillos. Los agarres para las manos son perfectos, y los pies se sujetan en cualquier sitio. Eso sí, una caída sería fatal, así que hay que andarse con ojo. Alguien ha puesto chapas para pasar una cuerda y cruzar encordado, por si hace falta. Pero para cualquiera mínimamente acostumbrado a trepadas fáciles es sencillo. Yo pasé en bavaresa, pero se puede cruzar a horcajadas también. De ahí lo de “Paso del Caballo”.

Sin novedad llego al Culebras y empiezo el descenso. Desde aquí hasta el coche es todo hacia abajo, excepto el desvío que hice para subir la Tuca Arnau, porque la veía muy cerca y me dio cosa no hacerla.

La primera parte es muy vertiginosa, muy vertical y algo resbaladiza. Hay que tener cuidado con los resbalones, porque es todo arenilla. Me crucé con un par de personas que venían subiendo. Tenían que estar sufriendo cantidad…

Después de bajar de la Tuca Arnau, el sendero sigue siendo muy empinado, pero ya no hay tanta arena y se baja mejor. Salvo algún paso determinado, se baja sin dificultad. Pero mucho, mucho, mucho… Después de tanto camino ya empiezo a tener ganas de llegar.

Al fondo del valle está el GR-11, que viene del refugio y con el que me cruzaré en algún momento. Ese momento llega bastante tiempo después. La bajada es larga pero disfrutona. El valle es una gozada, y aunque ya no se ven los murallones del macizo, sigue siendo una maravilla.

Ya en el GR avanzo mucho más deprisa, y un rato más tarde llego al puente de Coronas. Aquí llega un autobús, así que el resto del camino se puede hacer en él. Pero eso es hacer trampas, así que ni me preocupo de mirar los horarios y sigo a patita. Se va por una pista perfectamente acondicionada, pero claro, son más de siete kilómetros, y acabo harto.

Muy satisfecho llego al coche. Lástima el mal tiempo que hizo un par de días, pero el viaje ha sido una maravilla. El circuito es impresionante, no demasiado difícil, aunque algo duro a ratos, sobre todo la segunda etapa. Pero da igual, las vistas que hay en todo momento curan todos los males.

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