Circular Alfoz de Bricia y Valle de Valdebezana (Crespos - Marul - Bricia - Cielma - Munilla - Las Palancas)

Santi, Miguel Ángel y quien esto escribe iniciamos esta ruta circular en Crespos, el último pueblo del municipio del Valle de Manzanedo, un soleado y, me temo que caluroso, 13 de abril, más propio del verano que de la primavera si nos atenemos a las temperaturas. En cambio, el paisaje con sus árboles en flor se acomoda bien a la estación en la que nos encontramos. Veremos una serie de pueblos que hace unos años estaban casi abandonados pero que han sido recuperados y cuidados con mimo por gente, en su mayoría proveniente de la zona que hizo luego su vida en el País Vaco y que ha buscado en la tierra de sus antepasados una segunda vivienda veraniega y de fin de semana. Ya no llaman la atención ni producen contrastes casas castellanas con letreros de grafía vasca o, colgadas de las ventanas, banderas del Athletic Club de Bilbao, que recientemente ha ganado la Copa del Rey de fútbol.
Comenzamos la marcha a las 10.03 saliendo del pueblo aludido y remontando una pendiente hasta llegar al depósito de agua. Vamos siguiendo un pequeño arroyo hasta alcanzar una pista que asciende ladeando hacia nuestra derecha, en sentido noroeste, para alcanzar la amplia paramera de Bricia por las inmediaciones de Campino.
Se camina por un hayedo que va desapareciendo según ganamos altura para dar paso a las temidas árgomas que nos van a acompañar durante gran parte de nuestra ruta. Se llega a una curva pronunciada a la izquierda, la cual da acceso a un collado que se abre paso en un pequeño vallejo que desemboca en el cercano pueblo de Campino y la amplia llanura del páramo de Bricia. Hay aquí unos depósitos de agua. Sin atravesar el estrechamiento que separa los altos de la Tejada al este y del Marul al oeste, nosotros seguimos ganando altura por la vertiente norte de este último alto, a saber, nuestro primer objetivo del día. Se trata de una peña calcárea que domina un paisaje amplísimo. Cabe reseñar que nos encontramos en la línea del frente que en los primeros meses de la Guerra Civil protegía la bolsa republicana de Santander y Cantabria del avance inexorable de las tropas franquistas apoyadas por los fascistas de Mussolini.
El Alto de Marul (1.135), al que llegamos a las 11.11, está coronado por un parapeto republicano, de los mejor conservados en nuestra provincia, que domina un paisaje inmenso. Se observan en un día despejado como hoy, en primer término hacia el oeste, la gran llanura paramera de Bricia, el Balcón de las Loras que domina a su vez el curso del Ebro por Valderredible, la sierra de Valdecebollas ya en Palencia y más cumbres de la Montaña Palentina.
Hacia el norte puede uno contemplar un sinclinal colgado de libro que está conformado por la meseta que va del alto de Tureña (1.177) a las inmediaciones del Cielma (1.194) formando una comba o ligera concavidad en lugar se ser una perfecta planicie. Justo detrás pero a bastantes kilómetros de distancia, inconfundible e imponente, la mole del Castro Valnera (1.706), máxima altura de las Merindades en la zona axial de la Cordillera Cantábrica. Cambiando un poco de perspectiva hacia la derecha se pueden ver los Montes de La Peña, entre los valles de Losa y Mena, y el resto de sierras menores que se extienden por toda la comarca norteña burgalesa.
En la parte culminante del Marul hay unas cercas de piedra y un corredor entre dos paredes que queda en la parte más oriental. Culmina todo el complejo defensivo en una torre circular con aspilleras desde las que disparar y observar con cierta protección frente a ataques exteriores.
Nuestro recorrido continúa bajando hacia el pueblo de Bricia, encaramado en el borde del páramo, mirando hacia el valle excavado por el arroyo Fuentecillas, que le separa del Cielma. Bricia es otro pueblo bien cuidado con una pequeña iglesia de la que destaca su ábside románico.
Descendemos por unas sendas zigzagueantes con roderas entre un tupido bosque variopinto entre cuyo arbolado vemos pinos, robles, algún abedul, y muchos troncos invadidos de plantas trepadoras. La vegetación se complementa con helechos y las sempiternas árgomas o aulagas.
A las 12.41 llegamos al cauce del arroyo de Fuentecillas, el cual atravesamos para, inmediatamente después, iniciar el ascenso hacia el collado que separa el pico del Cueto (1.164) del alto de Tureña (1.177).
Lo que viene ahora es la parte más complicada y sufrida del recorrido, no tanto por su pendiente como por la maleza con la que nos las tenemos que ver. Primero se remonta una senda que nos conduce a otra más principal que, a su vez, se dirige a Villanueva de Carrales. La seguimos hacia la izquierda en busca de un posible camino ascendente que nos evite andar por la maleza. Pero lo que nos encontramos es más bien una valla que rodea un bien segado prado. El paraje viene marcado como Tras la Fragua en el mapa. Se sube bordeando dicho prado sin poder evitar las árgomas y las aulagas. Si no fuera por este tramo, diríamos que nuestro recorrido es fácil. Pero me temo que lo marcaremos como de dificultad moderada.
Hay que tratar de alcanzar otra senda que bordea la ladera del alto que queremos ollar y que sale de la localidad antes aludida de Villanueva en dirección al collado. Lo alcanzamos a las 13.25, no sin esfuerzo debido al calor y las indeseadas caricias de la vegetación. Este camino nos lleva ya sin dificultad hacia el collado.
Poco antes, y a la sombra de un haya solitaria de gran porte, nos paramos un poco a descansar antes de continuar. Llegamos al collado (1.089) con la intención de subir a la derecha hacia el Tureña pero comprobamos que es imposible por la densidad de árgomas que llegan casi a la altura de la alambrada que separa a los dos municipios Alfoz de Bricia, del que procedemos, del del valle de Valdebezana. Además, llegaríamos a la base de un cortado inaccesible. No nos queda otra que retroceder por lo que si decides recorrer esta ruta, puedes descartar este tramo para no tener que retroceder, como nosotros hemos hecho, al haya de antes y ascender en diagonal por árgomas igualmente pero algo más practicables.
Tratamos de adentrarnos en unas manchas de hayedo. Bajo las hayas, tampoco tenemos senda marcada más allá de alguna trocha de jabalíes, pero nos ahorramos el mal trago de los pinchos. Acabamos dejando atrás la maldita maleza y ascendemos en diagonal ganando la mayor altura posible una vez que el cortado ha dejado paso a unos escarpes fácilmente remontables con pequeñas trepadas.
A las 14.50 llegamos por fin a lo alto de la meseta de Los Portales, de en torno a un kilómetro cuadrado de superficie, y que conforma la capa superior del sinclinal colgado, la cual culmina en el Tureña al oeste y en el acceso al collado del Cielma al este.
Nos desviamos un poco de la ruta para llegar al alto de Tureña (1.177) y contemplar el paisaje hacia el oeste con el hayedo de Carrales y los prados del Valle de Valdebezana. Tenemos, asimismo, una inmejorable perspectiva de la ruta realizada hasta ahora con Bricia y el Marul justo enfrente y el valle del arroyo de Fuentecillas a nuestros pies.
Después de haber realizado otro descanso, y ya con un poco de viento fresco, seguimos andando por la meseta calcárea. Ya no está la molesta maleza pero hay que andarse con cuidado por el traicionero exocarst, los famosos lapiaces que por menos de nada te producen una torcedura de tobillo. No hay cuevas ni simas que podamos apreciar pero sí encontramos algunas dolinas. Algo más abajo, al norte de donde nos encontramos, ya en el valle excavado por el río Trifón, sí se encuentran cavidades reseñables como las de Piscarciano o la surgencia del propio Trifón, ambas exploradas y topografiadas por el Grupo Espeleológico Niphargus de Burgos, que conoce este macizo en profundidad. Si quieres saber más de este grupo y de sus trabajos en el subsuelo de Burgos y otros lugares, incluyo un enlace a su web.
A las 15.30 llegamos a las inmediaciones de la cima del Cielma con su característica caseta de vigilancia de incendios. El problema es que entre nuestra meseta y la cima hay un collado bastante profundo que nos obliga a descender unos 30 metros para luego ascender otros cincuenta por senderos en la roca. Dejamos atrás la meseta para descender por una pequeña canal de pendiente pronunciada que da al collado (1.149). Antes nos hemos detenido para hacer la comida más fuerte y sobre todo, descansar una media hora. Nos colocamos a la sombra para no estar expuestos al sol. Este collado estaba en la Guerra Civil entre dos fuegos y en pocos lugares estarían los contendientes tan cerca unos de otros. La meseta del sinclinal era republicana hasta este collado, que era tierra de nadie. Y apenas a cien metros, la cima del Cielma era una posición de las tropas de Franco.
Subimos después en corta ascensión al Cielma (1.194), el punto más prominente de nuestra ruta y a cuya cumbre accedemos a las 16.16. La caseta se halla ocupada por un vigilante contra incendios. Sobra decir que las vistas desde aquí son espectaculares. En las mismas inmediaciones de la cima y de la caseta hay restos de trincheras y nidos de ametralladora. Si estratégico era el lugar para las milicias contendientes en 1936 y 1937, no lo es menos ahora para los trabajadores de la Consejería de Medio Ambiente. Nos comunica el operario que hay un fuego por la zona del Ahedo de las Pueblas y vemos una nube de humo procedente de Cantabria que mancha el cielo en la zona del Castro de Valnera.
Volvemos a descender al collado del que procedíamos para, esta vez, seguir bajando hacia otra llanura al norte de la meseta calcárea antes recorrida. Estamos en un escalón intermedio de pastos entre el Cielma y el valle del Trifón con su vaguada de Vallengua y la pequeña localidad de Hoz de Arreba.
Descendemos rodeando en sentido horario la cumbre del Cielma para alcanzar la pista asfaltada que nos conducirá a Munilla. Los prados constituyen un magnífico embudo que recoge las aguas que, a su vez resurgen doscientos cincuenta metros más abajo para dar origen al río Trifón, al que se le unen las aguas de las cuevas de las Vacas y las Arenas, pertenecientes al antes aludido complejo cárstico de Piscarciano.
A las 17.14 y caminando paralelos a la pista asfaltada, llegamos al portillo de Merín, para descender al pueblo de Munilla, a donde llegamos un cuarto de hora más tarde. Munilla es otro de los pueblos de la zona que han revivido en las últimas tres décadas con la iniciativa de los oriundos que una vez se fueron al País Vasco pero que no quisieron soltar completamente amarras con sus orígenes. Yo recuerdo haber estado por aquí en los años ochenta y ver un pueblo en el que apenas se veía a nadie y del todo descuidado si no a punto de caerse.
La cantimplora de dos litros que llevo ya no da para más y la fuente de Munilla ha sido providencial para reponer fuerzas. Son las 17.30 y tras un pequeño descanso tomamos una senda que nos conducirá en poco más de un kilómetro al desfiladero de las Palancas, el lugar de mayor atractivo de la zona. Seguimos un camino por el que transcurre el sendero de gran recorrido GR-85, el más emblemático de las Merindades. La grava y arena de la pista a la salida de Munilla se torna enseguida senda herbosa al llegar al río que ahora se llamará de Lándraves, tras haber recogido las aguas de los arroyos de Fuentecillas, de la Pisa o de la Serna, que descienden ya sea de la zona de Bricia o de estas peñas adyacentes al Cielma.
El desfiladero de las Palancas, es un tajo espectacular que parte en dos los cuchillares de roca calcárea de la sierra de Munilla y de la Serna, más al este. Todas estas afloraciones rocosas hacen de las Merindades el paisaje más abrupto, accidentado y quebrado de la provincia de Burgos. Se llega a las Palancas en veinte minutos de descenso desde Munilla. Aquí ya encontramos a multitud de veraneantes, los que han brillado por su ausencia en el grueso de nuestra caminata previa. Andamos paralelos a la margen izquierda hasta que el cauce del arroyo ocupa toda la anchura de tres metros a lo sumo que hay entre pared y pared. Continuar supondría mojarse porque en estas fechas, y con las últimas lluvias de un mes de marzo especialmente húmedo, el desfiladero lleva más agua de la que yo estaba acostumbrado a ver. Si siguiéramos llegaríamos al bonito pueblo de Lándraves y nos uniríamos al ya mencionado río Trifón en su camino al encuentro del cercano Ebro, que vertebra el valle de Manzanedo.
A las 18.24 reemprendemos el regreso porque ya va siendo hora de acercarnos a Crespos y cerrar el círculo. Remontando el cercano arroyo de la Serna tendríamos el camino más corto para acabar la ruta pero en el mapa no vemos sendas y ya estamos un poco saturados de maleza. Decidimos volver sobre nuestros pasos y regresar a Munilla. Esta vez cuesta arriba pues las Palancas eran el punto más bajo de todo nuestro recorrido.
En la vuelta cuesta arriba a Munilla empleamos 25 minutos. Atravesamos la totalidad del pueblo para salir por otra senda descendente que nos conduce al arroyo de la Pisa. Nos adentramos en un terreno que alterna el bosque con algunos pequeños pastos.
A las 19.17 cruzamos el arroyo y empezamos a ascender hacia Crespo adonde llegaremos en algo menos de tres cuartos de hora. A medida que subimos por la pista y vamos ganando altura, vamos obteniendo mejores panorámicas de este valle que aísla a Munilla del mundo exterior. Vemos el Cielma por encima de nosotros y a las Palancas abajo del todo.
Conviene estar atento a algunos desvíos, especialmente el último, que nos sacará de la pista para introducirnos por una senda de hierba mimetizada en un prado que culmina en el hermoso pueblo de Crespos. Antes de acabar en el coche nos paramos en la diminuta iglesia románica con su portada de arenisca algo desgastada por el paso del tiempo.
Salvo las calles muy principales, los pasajes en el pueblo son de hierba. Son las 19.58 cuando llegamos al punto de salida. Poco más o menos diez horas de paseo en unos parajes alejados del mundanal ruido. Excursión inmejorable a la que le pongo solo un pero. Le quitaría unos diez o quince grados de temperatura y le añadiría una nevera en el alto del Cielma para sacar algunas cervezas bien frías.
El GPS me da un recorrido de 22 kilómetros para un desnivel de 1.040 metros. Una vez volcada esta ruta en Wikiloc da unos resultados ligeramente diferentes. No sé con cuáles quedarme.