Circular Pericay-Valdeinfiernos-Luchena

PERICAY-VALDEINFIERNO-OJOS DEL LUCHENA
Hace unos días, el 1 de marzo de 2015 no se me ocurrió otra cosa que coger la mochila y subir al Pericay. La verdad es que llevaba un par de meses (más o menos) con esta idea metida en la cabeza. Tres semanas antes había ido con Inmaculada a visitar la zona, nos recorrimos el tramo que va desde los Ojos del Luchena hasta casi la presa del pantano de Valdeinfierno, y el consiguiente regreso, con el casi exclusivo fin de observar los altos de la margen izquierda, la que se extiende hacia el nordeste y en el que se ubica el Pericay. Desde el inicio, en mi preparación de esta ruta, había observado sobre los mapas, en especial los topográficos, fuertes desniéveles y no terminaba de verme capacitado para efectuar esta ruta (en principio pensaba que la haría con alguno de mis hijos y finalmente terminé haciéndola solo). Aunque este no es el lugar para exponer la motivación que le lleva a uno a hacer una determinada ruta, esta vez sí lo haré. Inmaculada y yo estamos acostumbrados a caminar unas tres horas diarias por la mañana temprano y esta semana pasada, por diferentes motivos, solo caminamos el lunes y el martes, así pues, el sábado estaba ya inquieto, con un poco de "mono" por la falta de esta actividad y el domingo por la mañana salí cortando para el Pericay sin pensármelo dos veces.
Como se puede ver es una ruta "circular" que recorrí en sentido antihorario porque después de analizarla en el orto mapa y en las imágenes de satélite tuve la impresión de que lo más duro sería el tramo que asciende hacia el Pericay desde el sureste, así pues decidí partir desde un punto cercano a él y no desde la parte noroeste. Creo que no me equivoqué mucho y, la verdad, se me hizo bastante dura la ascensión, tanto física como sicológicamente.
Comencé recorriendo un trozo de tramo de pista, desde mi salida hasta donde comienza realmente el ascenso. En ese punto se terminó todo vestigio de pista, senderillo, paso o marca que sirva de guía, el terreno se empina y se vuelve muy agreste, poco firme, con tramos de guijarro suelto y frecuentes trepadas, muy poblado de grandes matorrales que te dificultan el avance y por las que sin esperarlo te encuentras a veces rodeado, cortándote el paso y obligándote a retroceder para circunvalarlos. Resistí bien el primer tramo de la ascensión, unos 2 km que me llevaron más de 1 hora, hasta que me encontré con unos riscos que no sabía si rodear por la derecha o por la izquierda. En este punto me detuve y me senté unos minutos. Allí sentado pensé en volverme y no sé que pudo más en mi decisión de seguir adelante, si mi motivación somática de avanzar o lo dificultoso que se me antojaba bajar por donde había subido. Durante esta breve pausa, solo y dándole vueltas a la cabeza, pasé un mal rato. Este es el motivo por el que le he puesto un punto rojo a esta ruta. Este tramo del ascenso y el siguiente hasta el collado de las águilas se me hizo sicológicamente fatigoso, y por ello he clasificado de DIFÍCIL esta ruta.
Está claro que me decidí por seguir. Media hora después estaba en el COLLADO DE LAS ÁGUILAS (no sé si es realmente un collado ni si las grandes aves que lo sobrevolaban a escasa altura eran realmente águilas pero esta fue mi apreciación). En cuanto llegué allí me serené y desapareció totalmente mi ansiedad al observar que era viable para mí trasponer por lo alto del Pericay hacia la cara noroeste. En ese momento comprendí con claridad los contradictorios pensamientos que bullían en mí mente y que me habían bloqueado un poco durante mi breve pausa en la cota los casi mil metros una media hora antes. Deduje que fue el desconocimiento de la dificultad para trasponer por lo alto del Pericay hacia su cara noroeste y el temor a que este hecho fuera inviable para mí y me viera en la tesitura de desandar la escarpada subida.
Fue increíble observar a las águilas sobrevolar el enmarañado collado de grandes riscos y espesos matorrales. Estas se alejaron un poco ante mi proximidad. Yo, para no asustarlas y poder hacerles unas fotografías, procuré moverme con cierto, pero infructuoso, sigilo desde el momento de percatarme de su cercana presencia. Mi utilitaria NIKON COOLPIX S4300, se mostró ineficaz para fotografiarlas con cierta calidad y eché de menos mi CANON RÉFLEX 1000D, pero esta última no es muy apropiada para hacer senderismo y hube de conformarme con lo que tenía. En estas condiciones hice todo lo que se me ocurrió para obtener alguna buena fotografía (hice más de un centenar de ellas). A la vista de su "lejanía fotográfica" me escondí entre unos altos y espesos matorrales esperando su acercamiento pero pasados unos minutos la situación persistía y comprendí que me tenían superlocalizado. Entonces se me ocurrió meterme en un hueco que había bajo un grupo de grandes rocas. Allí me quedé más quieto que un muerto durante un buen rato hasta que vi por el hueco pasar a una de ellas volando más cerca: ¡claca! fotografía, pero nada de nada. ¡Demasiado zoom!, ¡fuera de cuadro!, (disparaba a ojo, como los pistoleros del oeste en las películas, pero sin éxito). No podía encuadrar el objeto en la pantalla de la cámara con un mínimo de zoom y esta carece de mirilla ocular. Al final obtuve un par de fotografías mediocres y las he subido en el "POI 07 Collado de las águilas".
Desde el COLLADO DE LAS ÁGUILAS me encaminé hacia lo alto del Pericay. El terreno era similar pero ligeramente mejor, un poco más abierto por la casi carencia de arboleda y también menos matorrales bajos, lo que me permitía aumentar mi horizonte y moverme con más facilidad. Mi intención era llegar a la cumbre, (en ese momento no sabía que había un mojón geodésico en todo lo alto), pero cuando estaba cerca de ella vi a mi izquierda un montoncito de piedras, "marca de senderistas-montañeros" y me dirigí hacia ellas con la casi absoluta seguridad de que indicaban la bajada por la cara noroeste. Siguiéndolas fui a parar a un sendero y más adelante a una pista forestal que me llevó al Cortijo de las Talas (ver POI 14).
Llevaba 5 horas caminando y el Sol me castigó desde el Cortijo de las Talas hasta llegar a la presa del pantano de Valdeinfierno. Allí hube de saltar la puerta enrejada y con candado que NO permite el acceso a las escaleras que bajan al sendero del lecho del rio Luchena: ¡me lleve un pellizco en cierta dolorosa parte durante el lance del salto de la puerta enrejada que me hizo cojear la mitad de la laberíntica bajada de los múltiples tramos de la escalera!
El resto de la ruta fue muy bonita, el cañón es impresionante. Entre esas escarpadas paredes de "El Estrecho" el GPS Geonaute que llevo en la muñeca izquierda perdió varias veces la señal de uno o más satélites y se le cruzaban los cables por lo que por aquí hay algunos "tramos raros". Me encontré con tres matrimonios y sus hijos, que iban en dirección a la presa (me hice unas fotografías con ellos que se pueden ver en el POI 18). También vi casualmente una boca de pozo en el lecho, entre matorrales, frente a la Casa de la Chiripa, me asomé y por el fondo (cuatro o cinco metros más abajo) corría el agua, posiblemente una parte de la que nace en los Ojos del rio Luchena unos centenares de metros más abajo. Me refresqué un poco en el remanso de las aguas del rio Luchena y seguí por la pista forestal que me llevó hasta el punto de salida.