Circular por Alto de Solvente y cimas de las Sierras del Chinte y Navela, desde Ermita de San Roque (Blanca-Región de Murcia)

Ruta realizada en solitario el 28 de enero de 2024

En este caso sigo la ruta de mi amigo y gran montañero, Víctor Fulgencio Serrano, qué aunque es de mayo de 2013, sigue siendo válida pues las pistas y senderos no han variado y la parte final por campo a través, sigue exactamente igual, es decir, totalmente salvaje. El cambio fundamental lo realizo a partir del WP Aljibe del Chinte, en el que Víctor camina por el interior de los espartales, mientras que en mi caso, prefiero ajustarme a la arista del Chinte, para disfrutar tanto de las impresionantes vistas sobre el Valle del Segura, como sobre Ricote y su Castillo, la poco conocida Sierra del Salitre y el Cabezo del Algézar. Marcamos en un WP la situación de la “pala de surf” del Chinte, buen lugar para hacer la típica foto de recuerdo montañero.

El recorrido tiene tres partes bien diferentes. La primera discurre plácidamente por pista y senderos hasta el Alto del Solvente. Tras llegar al Aljibe del Chinte nos dirigimos a la arista de la Sierra del Chinte, desde donde divisamos los tubos del Trasvase Tajo-Segura, una impresionante obra de ingeniería civil. Pasamos junto a la Tabla de Surf y llegamos a la cima del Chinte, para a continuación flanquear un cerro de 452 mts por sendero que discurre por su cara de poniente. Bonito tramo que desemboca en una plataforma a 467 mts, donde hay una caseta de telecomunicaciones y más adelante, una construcción para favorecer la nidificación de aves rapaces en ZEPAs, tras lo que llegamos a la Casa del Martillo, una antigua casa de colonias que ha sido vandalizada. Algo completamente incomprensible.

Viene ahora la segunda parte del recorrido, que asciende por la arista de la Sierra de la Navela hasta el Collado de la Corona, un tramo muy montañero para disfrutar. Sin llegar a existir un sendero definido, con la ayuda del GPS avanzamos sin dificultad. En su cima intermedia, a 518 metros, con vistas fantásticas sobre el Azud de Ojós, paramos a tomar el mantente (agua, plátano y nueces). Seguimos hasta el Collado y enseguida vemos la agreste antecima.

Entramos en un sorprendente cañón pétreo, con algún paso delicado donde la experiencia es fundamental. Abunda la vegetación, ramas caídas y piedras sueltas, en un ambiente solitario de alta montaña, donde es clave mantener la calma y extremar las precauciones. Finalmente, divisamos el vértice geodésico y creemos haberlo conseguido.

Una vez en la cima, reponemos energía y cómo digo, la sensación es haber logrado el objetivo. Siendo cierto, sólo lo es en parte, nos queda un tramo delicado, para el que mentalmente hay que estar preparado. Se trata de una larga BAJADA DE SUPERVIVENCIA con fuerte pendiente, que en un principio crees que el GPS te ayudará, pero pronto te das cuenta que la NATURALEZA SE HA ADUEÑADO DE TODO y que cada metro lo tienes que ir ganando con sangre, sudor y lágrimas. Nos olvidamos del GPS y vamos siguiendo el recorrido por sensaciones, mirando de vez en cuando el track para no separarnos demasiado de la ruta seguida por el grupo de Víctor.

No digo que sea una bajada complicada, lo que digo es que requiere experiencia para dedicarle el tiempo que sea necesario. Nada de prisas ni arrebatos. Poco a poco, descendemos y llegamos hasta la pista que nos conduce de regreso a la Ermita de San Roque.

Ruta muy bonita, pero que sólo recomiendo para personas que disfrutan de la aventura y el “suave roce” del espino negro y la coscoja. Aunque la hice en solitario, no es una opción recomendable, mejor venir acompañado. Por último, recordar que cuando una ruta finaliza, sólo quedan buenas sensaciones.