Circular por El Madroño: embalse del Jarrama, río Tinto...(Sevilla)

Ruta organizada por Senderismo Sevilla en la que he participado como socio.
Preciosa, original, colorista, variada, fotogénica... ruta circular desde y hasta el municipio más pequeño y menos poblado de la provincia de Sevilla, en el mismo límite con la de Huelva, El Madroño.
La ruta tiene cuatro tramos bien diferenciados:
1°/ Desde El Madroño al embalse del Jarrama.
2°/ Del embalse al cauce del río Tinto.
3°/ El río Tinto.
4°/ Del Tinto a El Madroño.

1.- La ruta se inicia bajando (con algún que otro repechito en subida) desde El Madroño hasta la misma orilla del embalse del Jarrama. Son unos tres kms por un camino muy agradable, verde, arbolado... que hacía el km 2 ya nos deja ver al completo el embalse (foto 9).
Lo visualmente más interesante y bonito lo vamos descubriendo a medida que nos vamos acercando al mismo: la lámina de agua actúa con un enorme espejo en el que se refleja cielo y sierra en una simetría perfecta. Sencillamente un espectáculo visual ( fotos 2,3,10,11,12).
Una vez a nivel del embalse y tras inmortalizar las imágenes, toca guardar cámaras y móviles para circular por la orilla durante algo menos de un km por un pedregal de lascas de pizarra altamente resbaladizas.
Tras ello, se inicia el alejamiento del embalse por un estrecho sendero pegado a una valla metálica. Para salir de la zona seguir escrupulosamente el track hasta llegar a una cancela de la que se sale bordeándola por la derecha.

2.- Sin cruzar el puente (foto 13) se inicia "el camino de los mineros" que llevaba a los mismos a las zonas de explotación minera. Es una fuerte y continuada subida de un km que nos lleva a una meseta ( qué descanso!!!) jalonada por formaciones rocosas de láminas de pizarra en vertical. Muy plásticas y fotogénicas. Una de ellas, la del final de la subida parece (aunque no es) un dolmen ( fotos 14 y 15)
La mesetita tiene muy buenas vistas, pero es breve. Al final de la misma hay una zona mirador natural donde las cámaras y móviles "echan humo" ( fotos 16 a 20)
Ahora toca bajar durante km y medio.
Dos posibilidades: un sendero muy inclinado de tierra, piedras y lascas sueltas ( muy resbaladizo) o bajar por la "zona verde" en paralelo a la derecha. Igualmente muy inclinada pero los matorrales te sirven de agarradero y freno. Preferible enganchones y pinchazos antes de una mala caída por el sendero (foto 21).
Ya en la zona baja vemos el arroyo Jarrama con sus cristalinas aguas que muy pronto van a cambiar radicalmente de color y aspecto.

3.- Una vez llegados a una pequeña represa bajo un puentecillo, el agua cristalina cambia radicalmente de aspecto y de color. El arroyo Jarrama acaba de confluir con el río Tinto (Fotos 22 y 23)
Las aguas del río Tinto carecen de oxígeno, no se ven peces ni anfibios, pero eso no quiere decir que no exista vida. Estas aguas contienen una cantidad de microorganismos únicos que se alimentan de minerales, capaces de soportar condiciones extremas de acidez y carencia de oxigeno.
La belleza y el colorido de sus aguas nos trasladan a otro mundo.
Bajar a la orilla requiere hacer un pequeño tramo de trekking entre piedras y matorrales.
Bajamos según el track, pero seguro que hay otros itinerarios por allí perdidos entre la maleza.
Una vez en la orilla nos encontramos con un extraño "paisaje marciano".
(Fotos 1, 8, 24, 25)
Siguiendo una ruta improvisada por la ribera, caminando, saltando y sorteando rocas muy pulidas teñidas de toda la gama de colores entre el ocre al rojo oscuro, se llega al puente de las Majadillas o puente de los Mineros (cuando la antigua explotación minera estaba funcionando, los mineros que vivían en El Madroño lo cruzaban para acceder al ferrocarril que los llevaba a la mina). Foto 6.
Actualmente está en malas condiciones y se prohíbe su uso.

4.- El cuarto y último tramo empieza desde ese puente. No es necesario cruzarlo, la ruta sigue por esa misma orilla.
El Madroño está a tres kms y medio. Los tres primeros consisten en una fuerte subida amenizada con muy buenas vistas. Primero por una torrentera donde encontramos tanto piedra y tierra sueltas como piedras fijas que nos facilitan el ascenso. Acabado ese primer tramo se sigue por una pista de hormigón (aunque a los senderistas no nos gustan ese tipo de suelo, en este caso se agradece). Pasado unos cientos de metros, la pista pasa a ser de tierra compacta y grava suelta hasta llegar a una sola llana que nos devolverá al punto de partida por un sendero que recuerda a los callejones tan típicos de la zona de Aracena, Alajar, Santa Ana....

En suma, ruta muy muy recomendable.