Cofete a Gran Valle. Fuerteventura

Magnífica ruta desde la Playa de Cofete a Gran Valle, cruzando la península de Jandia por las montańas desde Barlovento a Sotovento.
Hay constancia desde 1812 de la existencia del poblado de Cofete. Famosas aquí son las apańadas, donde se reúnen cada ańo numerosas personas para reunir a las cabras salvajes (ganado guanil) en unos corrales circulares de piedra llamados gambuesas.

Desde el aparcamiento de la playa junto al antiguo cementerio, iniciamos el espectacular sendero dirección al poblado de Cofete, allí un gran cartel nos indica el inicio oficial de la ruta.
El camino bien demarcado , te lleva sin pérdida a lo alto de la cadena montańosa donde se puede divisar unas de las vistas panorámicas más espectaculares de Canarias , tanto por el lado de Sotavento como Barlovento. Asomarse en esta alameda, es un regalo visual que se pierde en el horizonte.
En la vaguada Este, visitamos unas antiguas ruinas con numerosos corrales de piedra, reflejo de que en el pasado aquí hubo una importante actividad ganadera.
Después de las últimas lluvias, sorprende ver todas las laderas de Cofete vestidas de verde, aquí es un acontecimiento excepcional ya que no llueve casi nunca , por lo que nos sentimos unos privilegiados.
De vuelta, nos desviamos por la vereda que lleva a una villa con mucha magia, la casa de Winter, hermosa construcción con torre circular, túneles y búnker incorporado en el sótano. Mucho se ha especulado sobre esta casa construida por el ingeniero alemán Guntav Winter durante la segunda guerra mundial. Los residentes y las redes sociales cuentan que pudo ser refugio de nazis, que incluso tiene salida ocultas al mar para submarinos, aunque la familia del germano ha desmentido todo en un reciente comunicado emitido en prensa.
Sea o no verdad, esta enorme y bella mansión realizada en un lugar tan apartado, en una época donde no había ni comunicación ni carretera para llevar los materiales, (todo se transportó con burros a través de estrechos caminos) , genera mucha controversia y el imaginario colectivo crea auténticas historias propias del novelista Pérez Reverte.
En el último tramo de la ruta salió a nuestro encuentro una familia de ardillas, reclamándonos algún regalo con tal insistencia que llegaron a tocar nuestras zapatillas.
Al regresar tenemos delante 14 kilómetros de playa con arena rubia para darnos un reparador bańo.