Comabona

De lomas doradas y salteadas rocas blancas, por tramontana cae en un abismo hacia el valle de la dividida Cerdanya, la que, el tratado de sus montes, los Pirineos, la dejo quebrada, en su vertiente sur los despeñaderos, verticales paredes, quedan surcados por profundos barrancos, venas de agua corren apresuradamente chapoteando la silenciosa cuenca de un rio que nace.
Para subir al Comabona, te tienes que trasladar a los pies de la colosal sierra de Pedraforca y desde su mirador, El Gresolet, tomar una pista en buen estado de unos 5 km hasta llegar al coll de Bassotes, allí en los márgenes se puede dejar el vehículo, empezamos a subir por la pista de Cavalls de Vent, PR C- 124, que suavemente va cogiendo altura entre pinos negros y vegetales fósiles que durante cientos de años adornaron estos paisajes, troncos inertes que adornan el camino e indiferentes facilitan algunas fotografías a senderistas ilusionados de andar por estas tierras, cruzaremos la barrera rocosa de Serra Pedregosa, una dentadura de piedras calizas blancas como el nácar, para descender por las praderas que nos llevan al Pas dels Gosolans, donde a la izquierda en un cerro vemos dos cruces, el paso, un descenso vertiginoso por un estrecho barranco encajado en la pared, 500 metros por encima del refugio de Prat Aguilò, durante la última orogénesis alpina materiales laminados, pliegues como cuando se pisa una alfombra, formaron praderas onduladas, que unen las dos aristas de acantilados que forman sus caras norte y sur, continuamos por el borde del acantilado, visitando cada saliente rocoso, alejando nuestra mirada hasta el horizonte, contemplando el rico paisaje que aparece bajo nuestros pies, la Cerdanya se ve esplendida este fresco verano, verde de bosques y campos , pardos sus montes y en lo alto un rosario de pequeñas nubes como algodones, antes de coronar nuestro objetivo pisaremos dos cimas, el Pic Aguilò y el Puig de la Font Tortera, calentamiento para nuestra última subida, sencilla, excitante, magistral, en ella, un vértice geodésico con el cilindro destrozado, y por detrás de él, otra parte de este monumental panorama, la vuelta la realizamos montaña a través hasta seguir el GR-150, pero solo un puñado de metros , después proseguiremos por el mismo camino de la subida con una diferencia, pues es tan bella la sierra Pedregosa que varios hemos tenido la ilusión de pisar entre sus cascotes de mármol blanco, hemos andado juntos, Rosa S., Elena, Lidia, Neus, Cinta, Belén, Quimrio, Juan A. y Julián.