Congosto de Ólvena al Vértice de Sierra Estada

-Desnivel: 650 metros de subidas y descensos.
-Duración: 4:30h u 5h sin contar paradas.

El inicio del camino se halla en un apartadero de la carretera que atraviesa el Congosto de Ólvena, una anchura alargada con dibujo amarillo en zigzag. Conviene dejar el auto pegadito a la cuneta y sin pisar las flechas. El arranque de la senda carece de sealización aunque dispone de unas barandas y peldaños en su tramo inicial. También hay marcas de pintura rojiblanca correspondientes al GR-45.

Desde el comienzo la pendiente se pone tiesa a fin de remontar esta ladera del congosto, entre farallones y promontorios con vistas aéreas del desfiladero y del pueblo de Ólvena. Es la parte mas atractiva de la excursión, con mucha planta de sauco y otras rupícolas adheridas a las paredes.

La señal del GPS se pierde con facilidad en las angosturas del Congoso, sin riesgo de perder el rumbo pues la traza es clara y única, salvo un desvío a media ladera por el que me interné a la vuelta y quizás acabe en la carretera de los túneles.

El ascenso es sostenido y alcanza un primer colladete desde el que ya asoman picos y sierras del Pirineo, como el Turbón, la Peña Montañesa, Monte Perdido... Al lado quedan un par de cotas a las que asomarse entre matorral con idea de ampliar perspectivas. El camino principal sube ahora por una ladera mas abierta de suelo pedregoso y alcanza el empalme con una pista. Vasto panorama al norte.

La pista será nuestra compañera en el recorrido venidero, tomando para la ocasión un ramal paralelo que discurre un poquito al norte. Ambas opciones se juntan mas adelante. Las marcas de GR continúan hasta alcanzar un cruce con una trocha que asciende a mano derecha. En su arranque presenta una vieja cadena de cierre.

El carril tomado asciende a una torre de alta tensión sin cableado, luego marcha en una diagonal recta que acaba en una plana donde convergen varios carriles. Antes de llegar a esa plana asoman varios robles de gran porte a la vera de la pista, díficiles de visitar por lo cerrado de la vegetación.

De la meseta hay que seguir un carril a la derecha que va perdiendo cota, junto a varios puestos de batida de caza muy abundantes en la zona. La trocha muere en la base del cerro sobre el que se alza el buscado vértice geodésico de Sierra Estada. Aquí acaba lo bueno y se debe improvisar la ruta de subida. Quien sus escribe penetró en un barranquillo por el que se asciende sin problemas hacia el norte. Nuevos puestos de caza aparecen por aquí hasta al cordal de la sierra. En este punto no vi claro el avance hacia el vértice debido al cerrado matorral de carrascas, a parte de que la senda de cazadores tendía a perder cota. Hubo que retroceder para ir a media ladera, en ausencia de camino y por un matorral denso y lacerante, en un intento a la desesperada de ascender a la cumbre.

La pelea y el fustigamiento contra el follaje tiene la recompensa de un vértice geódesico de panorama nulo, rodeado por una selva de carrascas desde el que sólo se ve cielo. Cima reservada para intrépidos aventureros con GPS y pantalón recio.

A la vuelta tomose un desvío poco o nada marcado con idea de visitar la ruinosa ermita de San Andrés. De nuevo toca bregar con el matorral para acceder a un crestón rocoso desde el que se ve una pardina cercana de gran tamaño y también ruinosa. Aquí se llega mejor por un ramal pistero que nos devuelve al carril principal del GR-45.

En resumen, una salida que tiene como parte mas resultona la subida por el congosto, y un remate estrámbotico al vértice geodésico.