CONTRERAS - RÍO ARLANZA - ARROYO DE LA ESTACADA

Salida a los Sabinares del Arlanza llevada a cabo por Mariajo, Santi, Roberto, Miguel Ángel (que ya es un habitual de estas escapadas) y el que suscribe. El mal tiempo de un 2 de diciembre con cielo lluvioso y abundancia de niebla nos desaconseja realizar el primer plan que consistía en ascender a la cresta del borde sur del anticlinal de Gayubar, en la localidad de Contreras. El plan B ha consistido en una ruta de 17 kilómetros y medio que he encontrado en Wikiloc y que, titulada "Contreras – Río Arlanza – El Cordillón", suscribe Iedanias. Este autor le otorga una dificultad moderada que nosotros suscribimos con algún matiz. En un 99 porciento es una marcha fácil. Pero hay un uno por ciento que podemos considerar de moderado a difícil, tal vez por las condiciones en las que hemos tenido que realizar la ruta, con crecida de los ríos de la zona, lo que nos ha hecho modificar un poco el itinerario propuesto que implicaba recorrer las inmediaciones del cauce del arroyo Cordillón o Estacada. Esta vez nos ha sido imposible por el gran caudal de agua que arrastraba. Esto nos ha obligado a trepar por pendientes de fuerte inclinación hasta alcanzar ciertas alturas con las que salvar el estrecho cañón.
Pero empecemos por el principio. Salimos de Contreras, a las 10.05. Vamos a remontar el anticlinal excavado por el arroyo Zarcejo que, aguas abajo y unido al arroyo de la Estacada, formará el arroyo del Cordillón (o también de la Estacada según la cartografía que se consulte).
Ascendemos por un camino con roderas que va ganando altura suavemente hacia el oeste y se va adentrando en zona de sabinas, encinas y enebros. Vemos a nuestra derecha según ascendemos los cantiles de la Peña del Gayubar cubierta por la niebla en su parte alta. En la amplia vega se ve el montículo de una mina de lignito a cielo abierto (10.41). La ruta por abajo es el GR-82. Nosotros seguimos ascendiendo por un camino que enseguida se deja envolver por la vegetación, con lo que perdemos de vista el valle.
Alcanzamos la cota 1.115, que va a ser la más alta de nuestro recorrido. En las inmediaciones hallamos los restos de lo que debieron de ser cercas de piedra para el ganado. Quedan a la derecha de nuestra senda (10.59).
Luego toca descender un poco hasta dar perpendicularmente con una pista de gravilla (11.17), la cual tomamos ascendiendo hacia la izquierda. Remonta una vaguada que en sentido contrario va a unirse a los arroyos antes mencionados.
El tramo de pista que tomamos coincide con el GR-82. Solo lo seguiremos hasta llegar a las Tenadas de Valcárcel (11.31). Es uno de los mayores conjuntos de tenadas de Burgos, si no el mayor. Como suele ocurrir, la mayoría de ellas tienen las techumbres derrumbadas. El paraje es precioso y muy verde por las recientes lluvias. Un locuus amoenus de manual.
De vuelta a la pista, proseguimos hacia el oeste ascendiendo la otra vertiente de la vaguada. Sigue un tupido paisaje vegetal de sabinas, enebros, encinas y aulagas. Tomamos un desvío a la derecha algo más adelante (12.00) y nos adentramos por una senda más estrecha. Ahora el tránsito se desarrolla por los parajes de los Becerriles y las Suertes, que transcurren por zona alta antes de enfilar una vaguada que va tomando forma a medida que descendemos por ella. Los líquenes cubren los troncos de las encinas. Es el vallejo de Cueva Burgos. Desde una peña frente a nosotros nos vigila uno de los numerosos buitres leonados que pueblan los riscos de estos pagos. Tiene las alas extendidas para secarse. Pasamos por algunos abrigos de roca a nuestra izquierda. Se pueden apreciar los característicos conglomerados de cantos rodados incrustados en el material cementante de las rocas detríticas.
El paisaje es maravilloso y pronto la vegetación mediterránea deja paso a la de ribera, húmeda. Llegamos a la carretera de Covarrubias a Hortigüela a la altura del puente de La Viña (12.37). Al otro lado, pronto veremos la imponente peña caliza de San Pelayo, de reminiscencias más legendarias que históricas. Dentro una cueva natural se halla el antiguo eremitorio rupestre. Justo encima está la ermita en ruinas y en las inmediaciones los restos del magnífico monasterio de San Pedro de Arlanza. Nos acercamos al borde del río. Con las últimas crecidas y parte de la vegetación aplanada podemos adivinar que nuestra ruta habría sido más dificultosa de haberse realizado hace dos o tres días con alertas de avenidas. Sin cruzar el puente vamos por una senda que bordea las inmediaciones de la margen izquierda hidrográfica del río. Las hojas de los chopos tapizan el suelo de nuestra senda. Se nota la fuerza con la que el agua ha circulado.
A ratos el camino asciende y son varios los puntos desde los cuales obtenemos preciosas vistas sobre el paredón de San Pelayo, y más adelante los muros del monasterio. El río que bordeamos en este meandro alcanza anchuras de más de cien metros en algunos tramos. Lo normal es que sean playas de cantos rodados hasta llegar al bode del agua pero en esta ocasión esa agua la tenemos a escasos centímetros de nuestra trocha.
Nos detenemos en varias ocasiones para contemplar el cenobio y el río con aguas turbias a sus pies. Dejamos atrás la surgencia de Fuente Acicasa, que mana agua en abundancia bajo nuestro camino y se une al Arlanza en apenas unos metros. En las inmediaciones se encuentra un dique o presa que contiene el agua del Arlanza (13.15) para aprovecharla a los efectos de obtener energía hidroeléctrica.
Seguimos bordeando el río. El camino enseguida asciende para mostrarnos una panorámica distinta de las acostumbradas del Monasterio. Estamos en el llamado Mirador de la Cueva (13.25). Pasamos por zonas de abrigos calcáreos de gran altura.
Finalmente, llegamos al punto en el que el arroyo de Corbillón (o de Estacada), el que transporta las aguas provenientes de Contreras, se une al río Arlanza. Son las 14.00. Unos hitos nos indican que debemos alejarnos del río mayor y ascender hacia el este bordeando el arroyo citado. Trae bastante agua, como era de prever. Cruzamos los dedos para no tener problemas a la hora de vadearlo. Pronto alcanzamos las paredes del tramo de hoz calcárea por la que el arroyo se ha abierto camino. No sin cierta dificultad por el enorme caudal que arrastra, conseguimos cruzar al otro lado sin tener que descalzarnos.
El itinerario de Wikiloc que hemos venido siguiendo hasta ahora se adentra por el estrecho y remonta el cauce del arroyo. Pero esto nos va a resultar imposible en esta ocasión. Y aquí es donde nuestra ruta toma un rumbo distinto que la hace más complicada. Nos adentramos lo más posible por la margen derecha hidrográfica (izquierda según remontamos), hasta que es imposible continuar. Toca ahora trepar para tratar de salvar el cañón. Hay una empinada rampa entre escarpes y tierra. Hay un remedo de senda que no acierto a determinar si es hecha por animales o humanos. La ascensión se va haciendo por momentos más empinada. Hay dos pequeñas trepadas algo complicadas que nos obligan a usar las manos, ya sea para agarrarnos a los tallos de unas plantas, o directamente a salientes rocosos. Pero conseguimos superar el obstáculo. En caso de no haber podido culminar la ascensión, la bajada se habría presentado bastante más complicada. En total son unos cien metros de ascensión a una zona de meseta denominada Los Alares en el mapa del IGN (14.41).
Ya más tranquilos porque tenemos la certeza de que se acabaron los sustos, transitamos por zona herbosa y de lapiaz, entre sabinas, encinas y enebros. Podemos acercarnos al borde de los cortados que acabamos de superar para contemplar desde arriba la hoz que no nos dejaba continuar. Detrás vemos cómo la vega del Corbillón (o Estacada), se ensancha conservando los imponentes cortados. En estos lugares es cuando decidimos detenernos a comer por espacio de media hora.
Reanudada la marcha, avanzamos hacia las tenadas de Valdecasa. Son también muy numerosas. Llama la atención una de ellas edificada en el mismo borde del cortado calcáreo. Llegamos a ellas a las 15.35, bordeando en sentido ascendente el cortado o circulando alternativamente por el hermoso sabinar con su suelo de hierba bien verde.
A partir de las tenadas, y tras saltar una cadena que corta la pista, pues hay un indicador de que estamos en una finca particular (aunque lo vemos ya a toro pasado), iniciamos el descenso hacia Contreras por unas roderas de pendiente tendida para que puedan acceder vehículos todoterreno. Es el camino de Valdecasa. Vemos desde la perspectiva opuesta los amontonamientos de mineral de las minas que habíamos observado al comienzo de nuestra ruta. Atrás queda ya el sabinar. Vemos cómo el arroyo serpentea en pequeños meandros bajo nuestros pies.
En menos de una hora por pistas bien definidas, llegamos a nuestro destino, que no es otro que el punto desde el que hemos partido. Son las 16.32 cuando llegamos a Contreras y damos por finalizada nuestra ruta. Según ha ido transcurriendo la jornada el cielo se ha ido mostrando más benigno y se ha dejado ver el sol. Los últimos rayos de la tarde han dejado una estampa bien bonita con sus reflejos sobre las aguas o las zonas anegadas.
El GPS dice que hemos recorrido 17,540 kilómetros y hemos acumulado un desnivel de 505 metros. Más o menos en la línea de las excursiones que venimos haciendo este otoño. Buena ruta, en suma, y con paisajes mucho más hermosos e impactantes de los que nos habíamos imaginado al iniciar nuestro paseo.