Corconte - La Población (Cantabria)

Una ruta preciosa, que aúna el placer del ejercicio físico con espectaculares vistas y con el extraño encanto de caminar por una vía por la que nuestros antepasados transitaban hace miles de años con frecuencia y que, sorprendente y afortunadamente, no ha sido sustituida por vías más modernas.

Dejamos un coche en La Población, seguimos con los demás hasta Corconte, a pocos metros de la provincia de Burgos, y dejamos los coches junto a la carretera. Allí arranca la ruta por una pista hacia el norte; aproximadamente a los 2 km de cuesta alcanzamos la divisoria entre la vertiente mediterránea y la vertiente cantábrica, divisoria que ya no abandonaremos hasta llegar al punto más alto de nuestra ruta. A nuestra derecha las aguas vierten hacia el río Pas y a nuestra izquierda las aguas alimentan diversos arroyos que van directamente al pantano del Ebro. Vale la pena comentar además que estamos siguiendo la vía prerromana que en dirección sur-norte conectaba la meseta con el mar y que probablemente fue “utilizada y mejorada por las legiones romanas durante las Guerras Cántabras (29 al 19 a. de C.) de ocupación de nuestra región … estos caminos de cordal eran utilizados por las legiones en territorios que trataban de conquistar, para desalojar los castros, tener vigilado el espacio ocupado y estar en posición de defenderse frente a ataques inesperados, evitando, además, cauces de agua de importancia, picos y crestas rocosas” (ver https://grupos.unican.es/gted/06_Publicaciones/06_Publicaciones Luis Villegas/pdfs/12_La_via_prerromana_del_Escudo.pdf, del Prof. Luis Villegas Cabredo). A partir de los 3 km el camino se allana y se recorre con comodidad. Deja de ser una pista para convertirse en un amplio espacio bastante llano, que va siguiendo el cordal con suaves subidas y bajadas y que nos obsequia con fantásticas vistas en todas las direcciones; poco a poco se desdibuja sin que por ello se haga incómodo. Pasamos por varios collados y cumbres (como Rocas Gordas), nos encontramos con manadas de caballos salvajes que no huyen de las personas y, sobre todo, disfrutamos de las excelentes vistas. Andando tranquilamente y deteniéndonos a menudo alcanzamos el alto de Mediajo Frío donde comemos colocándonos en la ladera que da al pantano del Ebro, que es la más favorable para evitar el poco viento que hace. La vista es impagable.

Tras la comida comenzamos la vuelta desandando el camino durante un par de km para a partir de ahí desviarnos hacia la derecha y descender más rápidamente campo a través, guiándonos por nuestra intuición, no tan cómodamente como en la subida pero sin dificultades, más allá de que de vez en cuando nos encontramos con terrenos encharcados. Al cabo de 4 km hemos perdido toda la altura que ganamos a la subida. Encontramos una pista por la que, rodeando el monte Cincho por el sur, llegamos hasta donde dejamos un coche.

Nuestro grupo era de 11 personas, casi todas con edad de estar jubiladas. La dificultad técnica la he clasificado como moderada por el desnivel y porque la bajada la hicimos fuera de cualquier senda. Si se quiere convertir la ruta en circular descendiendo por el mismo camino por el que se subió, será todavía más fácil.