Costa de Xove (parte II): Portiño de Morás - Acantilados de Papel - Punta Merixe (Portocelo).
near Morás, Galicia (España)
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Trail photos
Itinerary description
Jorge y yo queríamos completar el recorrido por la costa de Xove cuya primera parte habíamos realizado el verano pasado. Comenzamos con un contratiempo, ya que queríamos dejar un coche a cada extremo de la ruta pero al llegar al garaje me encontré con una rueda pinchada, por lo que solo dispusimos de un vehículo. La decisión fue empezar en Morás y hacer una ruta de ida y vuelta hasta Portocelo, lugar donde habíamos acabado el año pasado, en vez de llegar hasta el Faro de Roncadoira, a donde queríamos volver. Puedes ver esa otra ruta en este enlace: Costa de Xove (parte I).
Al llegar a Morás me volvió a la cabeza uno de los más antiguos recuerdos de niñez, quizás el primero del que soy consciente. En Morás había una factoría ballenera que estuvo en funcionamiento desde 1964 hasta 1977; mi padre, que conocía al propietario, fue a visitarla poco después de su apertura y yo le acompañaba con una edad de 3 ó 4 años. Acababan de traer una ballena y comenzaron a despiezarla cuando estábamos allí; nunca podré olvidar la cascada de peces cayendo de su barriga abierta, pero sobre todo, jamás podré borrar de mi mente la intensidad del fétido olor que me golpeó como una maza y que hizo que saliese corriendo espantado.
Pues bien, comenzamos la caminata en el Portiño de Morás, donde aún se conserva algún vestigio de ese pasado ballenero, pero ahora su paisaje está dominado por los Dolos (enormes figuras de hormigón en forma de martillo con un peso superior a 50 toneladas, que encajan entre sí como piezas de un puzzle). En 1975 se comenzó la construcción de la fabrica de aluminio en el municipio de Xove y en 1976 la del puerto donde desembarcarían la bauxita que llegaría en barco. Para ello se instaló una fabrica de dolos con los que de construyeron los diques de abrigo y son precisamente los cientos de dolos restantes los que podemos ver en el Parque Etnográfico inaugurado el año pasado, formando un precioso paseo que nos llevan hasta otro lugar absolutamente sorprendente, los Acantilados de Papel.
Nos desviamos de la Senda Costera de Xove para escalar por los bloques de granito que forman la Punta de Morás, un acantilado de unos 40 metros de altura que ha sido esculpido por el mar y el viento de forma caprichosa, con formaciones que recuerdan a las construcciones de papel con las técnicas de origami y que nos permiten fantasear en busca de la asociación imitativa más creativa. La verdad es que puedes perder toda la mañana en ese pequeño acantilado, aunque hay que tener mucha precaución ya que hay pasos expuestos y el viento azota el acantilado de forma continúa. Después volvemos a la Senda Litoral y vamos deteniéndonos en distintos puntos para disfrutar de las bellas panorámicas que nos ofrece esa costa que hoy está castigada por un mar bastante embravecido.
Llegamos frente a la Illa Sarón que protege su parte occidental del nordés y donde encontramos un par de barcas de apoyo a unos percebeiros que, con gran riesgo, estaban arrancando ese tesoro de las rocas. Ahí comienza la parte más dura de la ruta, la subida hasta el Coto da Vela, una atalaya de más de 150 metros sobre el nivel del mar que, por desconocimiento, nosotros pasamos por alto. Allí hay un asentamiento prerromano de cuyo estado no puedo dar testimonio, pero que visitaré en cuanto pueda. Bajo el Coto da Vela se encuentra un hermosísimo arenal, inaccesible por tierra, denominado Playa de Sucastro y siguiendo el descenso llegamos hasta la Punta Merixe, desde la que se puede observar gran parte del recorrido realizado y donde decidimos dar la vuelta para finalizar la ruta.
Al llegar a Morás me volvió a la cabeza uno de los más antiguos recuerdos de niñez, quizás el primero del que soy consciente. En Morás había una factoría ballenera que estuvo en funcionamiento desde 1964 hasta 1977; mi padre, que conocía al propietario, fue a visitarla poco después de su apertura y yo le acompañaba con una edad de 3 ó 4 años. Acababan de traer una ballena y comenzaron a despiezarla cuando estábamos allí; nunca podré olvidar la cascada de peces cayendo de su barriga abierta, pero sobre todo, jamás podré borrar de mi mente la intensidad del fétido olor que me golpeó como una maza y que hizo que saliese corriendo espantado.
Pues bien, comenzamos la caminata en el Portiño de Morás, donde aún se conserva algún vestigio de ese pasado ballenero, pero ahora su paisaje está dominado por los Dolos (enormes figuras de hormigón en forma de martillo con un peso superior a 50 toneladas, que encajan entre sí como piezas de un puzzle). En 1975 se comenzó la construcción de la fabrica de aluminio en el municipio de Xove y en 1976 la del puerto donde desembarcarían la bauxita que llegaría en barco. Para ello se instaló una fabrica de dolos con los que de construyeron los diques de abrigo y son precisamente los cientos de dolos restantes los que podemos ver en el Parque Etnográfico inaugurado el año pasado, formando un precioso paseo que nos llevan hasta otro lugar absolutamente sorprendente, los Acantilados de Papel.
Nos desviamos de la Senda Costera de Xove para escalar por los bloques de granito que forman la Punta de Morás, un acantilado de unos 40 metros de altura que ha sido esculpido por el mar y el viento de forma caprichosa, con formaciones que recuerdan a las construcciones de papel con las técnicas de origami y que nos permiten fantasear en busca de la asociación imitativa más creativa. La verdad es que puedes perder toda la mañana en ese pequeño acantilado, aunque hay que tener mucha precaución ya que hay pasos expuestos y el viento azota el acantilado de forma continúa. Después volvemos a la Senda Litoral y vamos deteniéndonos en distintos puntos para disfrutar de las bellas panorámicas que nos ofrece esa costa que hoy está castigada por un mar bastante embravecido.
Llegamos frente a la Illa Sarón que protege su parte occidental del nordés y donde encontramos un par de barcas de apoyo a unos percebeiros que, con gran riesgo, estaban arrancando ese tesoro de las rocas. Ahí comienza la parte más dura de la ruta, la subida hasta el Coto da Vela, una atalaya de más de 150 metros sobre el nivel del mar que, por desconocimiento, nosotros pasamos por alto. Allí hay un asentamiento prerromano de cuyo estado no puedo dar testimonio, pero que visitaré en cuanto pueda. Bajo el Coto da Vela se encuentra un hermosísimo arenal, inaccesible por tierra, denominado Playa de Sucastro y siguiendo el descenso llegamos hasta la Punta Merixe, desde la que se puede observar gran parte del recorrido realizado y donde decidimos dar la vuelta para finalizar la ruta.
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