Coto Real de la Marina (Cehegín)

No hay muchas rutas recomendables en la Región de Murcia en pleno centro del verano, por aquello de nuestra caló salvaje, pero la de hoy, aun no siendo fresca, fresca, sí que puede ser recomendable si, como yo, tienes monazo de monte y no te puedes permitir grandes distancias en coche y/o madrugones duros. Así que, aprovechando que me regalaron en su día el simpaticón libro de Javier Ramírez Melgarejo, LA COMARCA NATURAL DEL RÍO MULA (Natursport, 2011), procede replicar alguna de las rutas que propone en el mismo. Os remito a él para aprender cosicas, de las que yo soltaré por aquí algún apunte suyo y otros de mi cosecha. También es oportuno agradecerle el especial esmero en explicar tan minuciosamente los itinerarios propuestos, aparte de la pura información sesuda sobre la comarca. En los libros de Natursport todo eso está siempre garantizado, pero Javier aporta en éste matices muy oportunos y particulares que hacen más fácil a cualquiera seguir los senderos, ya se sea aficionado de pro o no.

La ruta que me interesaba hoy (toda por territorio de Cehegín -¿el pueblo más bonito de Murcia?-, en el extremo oriental de la Sierra de Burete) es una que pintaba bien por la presumible sombra, sombra que se confirmó en muuuy buena parte del recorrido. De hecho, no es una ruta de grandes panorámicas (a pesar de alcanzar cotas no bajas de altura), sino un precioso paseo entre bosque de pinos (a veces densísimo) y otros aderezos, como veremos después. Ruta apta para walking dummies a los que les apetezca una excursión de verdad, ni flojica ni dura. Es fácil, con subibajas de algún desnivel pero de pendiente en general bastante asequible. En mi caso, al ir solico, me ha venido bien por aquello de la instropección y esas cosicas; en compañía se debe pasar en un suspiro.

Arrancamos en el albergue (antigua casa forestal) del Coto Real de la marina. ¿Real? ¿de la marina? ¿y eso? Pues porque por mandato real, en el siglo XVIII (con Fernando VI, creo), la marina real española podía acotar zonas de costa hacia unos 100 kilómetros de interior para la explotación exclusiva de madera para sus barcos. Por aquí tocaba nutrir el arsenal de Cartagena, terminado a finales de ese siglo, y de ahí la explicación del origen del nombrecico. Pues qué cuqui.
Muy cerca hay una cantera activa, por lo que sus "dulces" sonidos, al ser día laboral, nos acompañan un rato, hasta que solo vayan quedando los de los pajaricos, el viento entre los árboles, alguna ardillica y los que emitas tú. Sin quererlo, vamos a hacer buena parte del sendero PR-MU 15 (Coto Real de la Marina), sobre el que andaremos como una cuarta parte de nuestra ruta. Lo seguimos, alternando senda pura y camino forestal estrecho, y al poco transitamos por una zona preciosa y atípica para Murcia (antes habremos pasado por la bifurcación principal, en el Collado de García, por la que volveremos a pasar al final, de vuelta). El tramo entre los puntos de interés que hacen mención a HUMEDAD es eso, un collado largo absolutamente verde, cuajado de coscoja, madroño (a este raro amigo lo veremos desde el minuto 1, ya en el albergue), ¡ah, y sin cobertura de móvil!, por lo que la desconexión es literal.
Al rato reaparecemos en pista amplia y limpia y "navegamos" entre un mar de coscoja, llegando al punto más alto de nuestra ruta, pero sin disfrutar en casi ningún momento de vistas panorámicas, lo que para mí, hoy, no es ningún problema. Tras cruces de sendas varios (incluido el del PR-MU 30 e indicadores que te envían a la vía verde del noroeste y el GR-250 a su paso solapado por ella), nosotros, entre más camino forestal y pista, acabamos de enganchar con el Itinerario turístico Senda del Romero y llegamos a la esquina este de la ruta, lindando ya con campos de cultivo y desembocando en la pequeña área recreativa del barranco de la Regidora. Momento absolutamente perfecto para aprovechar sus mesicas en sombra y darse un almuercico reconstituyente para afrontar el cuarto de ruta restante (¡dios, qué idea más maravillosa echarse una neverica pequeña flexible con un par de refrescos bien fríos!)
Pues eso, tras paradica de 20 minutos, vamos a por el final. No te asustes porque sea cuesta arriba hasta el collado de García: es un ascenso suave y ¡qué leches, que es la recta final y el sol no te va a dar directo en casi ningún momento gracias a lo cerrado de los pinicos!
Llegada a la bifurcación de origen y el empujón final, ya cuesta abajo y en pura umbría madroñera y pinosa, hasta el albergue.

Dificultad técnica cero. No imprescindible calzado específico, walking dummie, aunque siempre es aconsejable. En mi caso, estirando la vida útil de mis desgastadísimas zapatillas de correr por los senderos (venga, vale: RUNNING TRAIL SHOES). Aconsejables bastones para remontar las cuestecicas, sobre todo en su parte final.
Sobre esto último, un apunte. El sentido de la ruta es el del libro, y es fenomenal para disfrutarla, pero sólo en caso de mucho calor te toca a ti valorar si prefieres invertirlo para buscar la sombra más cerrada al final; eso sí, a costa de que también sería un final con más rampas de subida. Tú mism@
Y un último apunte, en wikiloc tienes montones de propuestas chulas para disfrutar la Sierra de Burete, aunque yo hoy no tengo que agradecer el haber tomado archivo a nadie, ya que he volcado artesanalmente la ruta del libro sobre mapa, tirando de Basecamp y Google Earth. Viene esto a cuento de que SÍ debes echarte dispositivo GPS porque hay muchas bifurcaciones, cruces y sendas no oficiales que te podrían liar mucho en un momento dado. Yo he marcado sólo las que me parecen vitales, pero hay muchas más y no me gusta inundar de banderitas la imagen del mapa.
Gracias otra vez al libro de Javier Ramírez. Hala, a disfrutar.