7. Crespos y valle de Munilla

INDICE IBP de Dificultad de la Ruta

Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/

El resultado del análisis IBP es de 58 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.

El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 532 metros (superior al que estima Wikiloc).


Realizamos esta excursión siguiendo la guía en Wikiloc de 'Angelbur' ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/de-crespos-a-munilla-15852815 ) y su información en ‘Sendas de Burgos’. Angelbur intentó regresar desde Villanueva de Carrales por las cumbres del Tureña y el Cielma, pero desistió por juzgarlo imposible. No íbamos a desafiar nosotros su prudente y fiable criterio habitual, así que subimos sólo hasta el final del pueblo, admiramos la fuente y los exóticos fresnos, y retomamos el camino de regreso por la falda de esos montes hacia Munilla.

Ésta es una excursión de excelencia, que además jugó con la ventaja de un día luminoso y sin agobios de calor. Aun sin ese privilegio regalado temporalmente, la ruta cuenta con destacados méritos propios e intemporales. Entre los más importantes están la iglesia de Crespos (también la de Munilla, pero algo menos), los caminos alfombrados de brezo frondoso y florido, y los restos del despoblado de Perros, por no hablar de los paisajes panorámicos y de los recovecos en los bosques de variada vegetación.

El inicio del trayecto encandila y probablemente eso predispone a ver con ojos muy favorables el resto. En ese inicio está la bellísima y bien conservada iglesia de Crespos; “iglesita”, por sus reducidas dimensiones, como las joyas valiosas. Parece ser el templo románico conocido más antiguo de la provincia de Burgos (año 1181). Tiene un estilo puro (y ahí reside su principal atractivo) por dentro y por fuera, sin aditamentos arquitectónicos y artísticos de gustos y épocas posteriores.

Curiosamente, encontramos el templo abierto desde una hora temprana, para poder admirar también su interior. Allí había un libro de visitas donde escribir una dedicatoria, una palabra de agradecimiento; un recordatorio a futuros visitantes y a nosotros mismos, diciéndonos que somos capaces de hacer brotar un pensamiento elevado por encima de nuestro barro y miserias. Y abierta, también, imagino, para poder ofrecer un donativo destinado a su merecido mantenimiento.

Nada más salir de Crespos camino de la sierra nos vimos deslumbrados por otra joya, ésta paisajística: un camino veteado de unos pujantes y multicoloreados brezos, tanto en las lindes laterales como en la guía central. Todo ello en un entorno de exuberante verdor y con la perspectiva de las montañas cubriendo el campo visual; y caminando por unas roderas de fina y suave arena, por las que avanzábamos como flotando, deslizándonos. Realmente, parecíamos movernos por el “Jardín del Edén”.

Pero, no. Eran las 9 de la mañana. No, no estábamos soñando. En un día así, con ese comienzo, nada podía salir mal; y, en realidad, todo salió perfecto (si exceptuamos la picadura de una abeja más tarde, sin mayores consecuencias). Llegamos hasta Villanueva de Carrales deseando que no acabara el camino, nos despedimos del Tureña en la distancia, y retomamos la larga y cómoda senda hacia Munilla, a través de bosques con una vegetación muy heterogénea, bien surtida y diversa.

Tras cada recodo del sendero, en esos bosques hay muchos rincones y escondrijos con pequeñas zonas despejadas, a las que vale la pena desviarse y disfrutar de aun mayor aislamiento unos minutos. Uno de esos puntos, en este caso con añadido valor histórico y cultural, lo componen las ruinas del enclave humano de Perros (curioso nombre), ya cerca de Munilla, deshabitado desde los años 60. Aún se conservan en pie, altos y altivos, algunos muros de bien labrada y sólida sillería. Sugerente y nostálgico.

Entre las mejores rutas que hemos hecho de 'Sendas de Burgos' (muchas, inolvidables). Desde el inicio hasta el final. Probablemente, la haremos de nuevo (en sentido inverso...😉). Además, exige relativamente poco esfuerzo y tiene fácil orientación (si prescindimos de subir al Tureña; aun sin él, son casi 16 km de recorrido).