Cruz de la Atalaya, Silleta de Padul y Vereda de los Gudaris (Sierra de Padul y Manar)

Recorrido integral a la Sierra de Manar, anotando al paso los hitos y vistas de la Cruz de la Atalaya, puntal de los Albatrales, Silleta de Padul 1.520m, Piedra Ventana y Silleta del Manar.
Todo ello discurriendo por las magníficas sendas del Padre Ferrer y Vereda de los Gudaris.
Macizo serrano a medio camino de lo alomado y lo agreste, hermanado con las tierras los vecinos Alayos de Dílar y Trevenque.
Nos movemos al sur del poniente nevadense, donde los últimos envites de la sierra se amansan en los campos cultivados del Valle de Lecrín.

Todo el trazado se realiza íntegramente por las veredas que se entrecruzan por la sierra, aunque tendremos en cuenta tres puntos por los que el recorrido deja de lado su perfil fácil.
El primero, la corta trocha de ascenso al Puntal de los Albatrales, si bien la traza está bien definida, el fuerte desnivel y el terreno descompuesto la diferencian del resto de cómodas veredas. Tenemos la opción de obviar el puntal por el carril que sube paralelo al trazado.
Segundo, la vereda por el flanco SO y el ascenso al espolón. El tramo de vereda cruza verticales barrancos, por lo que algunos metros están parcialmente diluidos con el terraplén de piedra suelta. El ascenso al espolón es sobre la dorsal, terreno descompuesto sin intuir alguna traza clara pero con claro sentido de la marcha.
Por último, el tramo de senda aérea sobre las canteras en la Vereda de los Gudaris. Sólo tendremos en cuenta el alto riesgo de caída desde la vereda magníficamente dibujada en el flancos del barranco.


Despierta lentamente el Valle de Lecrín sumido en brumas matinales, arranca nuestro camino sobre las casas del pueblo de Padul enfrentados a la sierra con los primeros rayos de sol.

Ascendemos ya hacia la marca de la Cruz de la Atalaya de mano de la Senda del Padre Ferer, religioso, pero sobre todo naturista, oriundo de Padul. Ganamos altura en un vaivén de senda a la solana, terminando la toma de contacto en el Mirador del Padre Ferrer sobre Padul y el Valle de Lecrín.

A nuestra espalda, a tiro de piedra, nuestro hito de paso en la Cruz de la Atalaya, detrás despunta la cota de la Silleta de Padul y alguna mancha albina de las cumbres altas de Sierra Nevada.

Enlazamos veredas sobre el cerro de la Atalaya y la Cañada Alta, dando la cara a las estribaciones de la Silleta. Optamos por su aproximación más enrevesada, primero remontando la trocha para encaramarnos al Puntal de los Albatrales, luego nos moveremos por una senda trabajada en los barrancos que se desploman al SO de la Silleta de Padul.
Terreno descompuesto, traza que se aferra a las verticales ramblas que marcan el flanco de poniente.

Logrado el acceso al espolón SO nos decidimos al ataque directo a cumbre, remonte acusado que nos sitúa en línea de cota.
Corta travesía sobre la dorsal, ya con el vértice y la amplitud de la cuerda nevada de tresmiles como capa de fondo. Sobre el vértice completamos una de tantas panorámicas 360º que empequeñecen a cualquier espectador.

Continuamos ahora con un corto descenso, a la busca de otro de los lugares obligados en la jornada, la formación de Piedra Ventana, imponente oteadero a las tierras de Dúrcal. Pasamos al cierre por la magnífica y elaborada Vereda de los Gudaris, reminiscencia de tiempos de represión y castigo, que por contra nos ha dejado el legado de caminos rebajados en la arisca roca dolomítica que recorren la sierra.

Pero antes del camino de retorno no tenemos otra que acercarnos a la Silleta del Manar, coqueto cerro en el extremo oriental de las sierra y que nos brinda las vistas finales a las cumbres nevadeses, los Alayos de Dílar, Trevenque y la abrupta sierra de Dúrcal.

Ahora si, toca el cierre por la formidable Vereda de los Gudaris, sobrevolando la parte alta de las canteras que hacen mella a la solana de la sierra, y que nos devuelven agradecidos y con buen sabor de boca a nuestro punto de partida.

Nos vemos en las montañas.