Cruz de La Isleta y El Confital

Ruta circular que asciende al mirador de la Cruz de La Isleta, para descender hacia el litoral de la bahía de El Confital y volver hacia el origen por el borde costero.

El recorrido se inicia en la carretera que lleva hasta el núcleo de Las Coloradas, pero a los pocos metros se coge un camino hacia la izquierda, que nos dirige hacia la Cruz en un ascenso no muy largo pero intenso. El camino se convierte enseguida en sendero y este incluso desaparece en ocasiones. A mitad de la ladera pasamos junto a la cueva aborigen de Los Canarios, que se encuentra cerrada al público.

El entorno es muy desolado, casi desértico, pero el premio de las vistas que se disfrutan en la cima hace que merezca la pena. Y es que la panorámica de la playa de Las Canteras y de la ciudad de Las Palmas desde la cruz es posiblemente la mejor que se puede contemplar. Además podemos apreciar la costa norte de Gran Canaria, las montañas de La Isleta y el núcleo de Las Coloradas.

El descenso se realiza por un sendero, bastante empinado y con cierto riesgo de resbalar, que nos dirige primero hacia el mirador de El Confital, que domina la bahía, para desembocar en un barranquillo en el que se acrecienta el riesgo de caída. El barranquillo nos encamina hacia un nuevo sendero, ahora perfectamente visible, que tras un breve zigzag ya nos permite acceder a la plataforma costera de El Confital, una zona bastante amplia sensiblemente llana, que se extiende hasta la línea de costa.

Continuamos por el sendero hasta alcanzar el límite de la zona militar, donde nos fuimos directamente hacia la costa, a disfrutar del espectáculo de las olas batiendo contra las rocas. El resto del trazado lo hicimos siguiendo la línea de costa, abandonando los senderos en muchas ocasiones, para avanzar sobre las rocas o los callaos, muy próximos al mar, sorteando los distintos accidentes de ese litoral.

Casi todo ese tramo final está formado por rocas de origen volcánico que han originado una costa muy abrupta, con numerosas entradas de mar, pequeñas calas, charcos naturales, etc., en la que el embate del mar da lugar a un sinfín de explosiones de espuma, bufaderos y efímeras cascadas sobre las rocas.

El final de la bahía de El Confital lo marca una escalera metálica que nos permite acceder a la zona habitada para enlazar con el origen de la ruta.