Cuerda del Cervunal a Laguna del Novillero
near Navalperal de Tormes, Castilla y León (España)
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Itinerary description
IMPORTANTE: La parte del track de retorno que hace un bucle de bajada y subida hacia la Garganta de Gredos es inservible. Nos despistamos buscando el sendero de bajada, y optamos por abortar y volver por donde habíamos subido.
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La ruta comienza en el puente sobre el río Tormes de Navalperal. Iniciamos siguiendo las marcas del PR AV 35, la Senda de Cinco Lagunas. Como a la media hora de marcha se alcanza el paraje de El Soto, con un puente que cruza la Garganta del Pinar, y enseguida una bifurcación donde se indican las Cinco Lagunas a la derecha (siguiendo la Garganta del Pinar) y la Laguna Grande a la izquierda (por la Garganta de Gredos).
Nosotros seguimos ascendiendo de frente, porque nos dirigimos a la cuerda que se desprende de la Mogota del Cervunal, separando ambas gargantas.
Pasamos junto a un chozo que ha perdido el piorno del techo, aunque conserva su estructura e incluso el hueco de la puerta. La senda asciende muy empinada y por terreno muy descompuesto en este tramo, aún con algunos robles y carrascas dispersos. Tras 15 minutos desembocamos en un prado en pendiente que hay que atravesar. El sentido de la marcha es siempre ascendente y la ruta no tiene pérdida alguna. Su única dificultad es superar los cuatro "escalones" de pendiente, separados por zonas más llanas donde quedan muchos restos de chozos, majadas, muros, e incluso lo que parecen un par de eras. Los árboles van desapareciendo y las vistas se abren, hacia el Risco Redondo y la cuerda de los Barquillos por la derecha y hacia Los Majanillos por la izquierda. Esto anima a superar la importante pendiente, ya que sólo en los dos últimos repechos quedan atisbos de zetas que ayudan a hacerlos más llevaderos.
Alcanzada una zona donde afloran unas rocas de cuarzo el sendero se inclina hacia el lado izquierdo, dando vista a la Garganta de Gredos y a los picos del Circo. La pendiente se suaviza y al rato llegamos a los prados que descansan a los pies de la Mogota. Al otro lado del prado vemos el chozo del Cervunal o del Novillero. Pero como nos dirigimos a la Lagunilla del Novillero, que se encuentra colgada en la morrena a la derecha del prado, lo bordeamos por este lado, sorteando las vacas y los hilos de agua que se esconden bajo el trampal. La lagunilla, que alcanzamos como a las tres horas de marcha, se encuentra prácticamente seca. A su izquierda se ven los hitos que descienden hacia el Chozo de la Barranca, en la Garganta del Pinar.
Retrocedemos hacia el Chozo y atravesamos el prado de salida. Nuestra intención era bajar a la Garganta de Gredos, a la altura del puente de Roncesvalles, y volver por ella a Navalperal, ruta que ya hicimos hace años. Esta vez, sin embargo, no buscamos bien el sendero, que está al final de la morrena lateral del lado derecho del prado en sentido de bajada, dejando también a la izquierda la caída del arroyo del Cervunal hacia la Garganta de Gredos. No ayudó que el helicóptero del 112 sobrevolase continuamente la zona, por lo que nos imaginamos que algo iba muy mal: efectivamente, un montañero murió de un infarto en la Mogota esa mañana.
Total, que hicimos la vuelta por donde habíamos subido, y paramos a comer el bocadillo en unas rocas que eran un estupendo balcón sobre todas las cumbres de la zona.
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La ruta comienza en el puente sobre el río Tormes de Navalperal. Iniciamos siguiendo las marcas del PR AV 35, la Senda de Cinco Lagunas. Como a la media hora de marcha se alcanza el paraje de El Soto, con un puente que cruza la Garganta del Pinar, y enseguida una bifurcación donde se indican las Cinco Lagunas a la derecha (siguiendo la Garganta del Pinar) y la Laguna Grande a la izquierda (por la Garganta de Gredos).
Nosotros seguimos ascendiendo de frente, porque nos dirigimos a la cuerda que se desprende de la Mogota del Cervunal, separando ambas gargantas.
Pasamos junto a un chozo que ha perdido el piorno del techo, aunque conserva su estructura e incluso el hueco de la puerta. La senda asciende muy empinada y por terreno muy descompuesto en este tramo, aún con algunos robles y carrascas dispersos. Tras 15 minutos desembocamos en un prado en pendiente que hay que atravesar. El sentido de la marcha es siempre ascendente y la ruta no tiene pérdida alguna. Su única dificultad es superar los cuatro "escalones" de pendiente, separados por zonas más llanas donde quedan muchos restos de chozos, majadas, muros, e incluso lo que parecen un par de eras. Los árboles van desapareciendo y las vistas se abren, hacia el Risco Redondo y la cuerda de los Barquillos por la derecha y hacia Los Majanillos por la izquierda. Esto anima a superar la importante pendiente, ya que sólo en los dos últimos repechos quedan atisbos de zetas que ayudan a hacerlos más llevaderos.
Alcanzada una zona donde afloran unas rocas de cuarzo el sendero se inclina hacia el lado izquierdo, dando vista a la Garganta de Gredos y a los picos del Circo. La pendiente se suaviza y al rato llegamos a los prados que descansan a los pies de la Mogota. Al otro lado del prado vemos el chozo del Cervunal o del Novillero. Pero como nos dirigimos a la Lagunilla del Novillero, que se encuentra colgada en la morrena a la derecha del prado, lo bordeamos por este lado, sorteando las vacas y los hilos de agua que se esconden bajo el trampal. La lagunilla, que alcanzamos como a las tres horas de marcha, se encuentra prácticamente seca. A su izquierda se ven los hitos que descienden hacia el Chozo de la Barranca, en la Garganta del Pinar.
Retrocedemos hacia el Chozo y atravesamos el prado de salida. Nuestra intención era bajar a la Garganta de Gredos, a la altura del puente de Roncesvalles, y volver por ella a Navalperal, ruta que ya hicimos hace años. Esta vez, sin embargo, no buscamos bien el sendero, que está al final de la morrena lateral del lado derecho del prado en sentido de bajada, dejando también a la izquierda la caída del arroyo del Cervunal hacia la Garganta de Gredos. No ayudó que el helicóptero del 112 sobrevolase continuamente la zona, por lo que nos imaginamos que algo iba muy mal: efectivamente, un montañero murió de un infarto en la Mogota esa mañana.
Total, que hicimos la vuelta por donde habíamos subido, y paramos a comer el bocadillo en unas rocas que eran un estupendo balcón sobre todas las cumbres de la zona.
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