Cueva de Fuente del Cobre, nacimiento del río Pisuerga
near Santa María de Redondo, Castilla y León (España)
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Cueva de Fuente del Cobre, nacimiento del río Pisuerga.
No todos los ríos tienen la suerte de nacer en una catedral. El Pisuerga, sí. Porque a eso se parece exactamente la enorme sala subterránea que el río deja atrás justo antes de salir a la luz cegadora de la Montaña Palentina para emprender un largo y detenido viaje de 282 kilómetros hasta las llanuras cerealistas próximas a la localidad vallisoletana de Simancas, donde acabará por entregarse al curso del Duero. La Cueva del Cobre, así se llama el laberinto de túneles por los que circulan las aguas más frías del Pisuerga, constituye, además, uno de los rincones más sugestivos de todo el norte de la provincia de Palencia.
Hasta ese rincón mágico, hasta ese enorme ojo de cíclope abierto en mitad de las paredes rocosas de las faldas del Valdecebollas por el que brota uno de los ríos más significativos de Castilla y León, alcanza a llegar una senda señalizada que tiene su comienzo muy cerca de la localidad de Santa María de Redondo.
Santa María de Redondo se localiza al final de llamado Valle de Redondos, en un circo natural en el que algunas de las montañas más bellas del norte palentino hacen frontera con el territorio cántabro de Campoo. Arriba quedan los perfiles inconfundibles de Peña Labra (2.029 m.), Tres Mares (2.171 m.) y Cuchillón (2.222 m.). Abajo, este pequeño pueblo al que la modernidad no ha restado ni un ápice de su auténtico sabor montañés: varias de sus casas de piedra aún mantienen sobre los dinteles viejos escudos antañones que hablan de antiguos linajes.
A Santa María de Redondo puede llegarse desde Cervera de Pisuerga por la CL-627 en dirección a Potes. Tras pasar San Salvador de Cantamuda aparece el desvío que conduce a Tremaya, San Juan y Santa María de Redondo.
EL PASEO. Entre la ida y la vuelta se recorren unos 13 kilómetros que pueden hacerse en unas tres horas, si uno no se entretiene explorando la gran cueva, cosa que hice. Desde el aparcamiento hasta la entrada de la cueva se salvan unos 400 metros. Este tramo puede realizarse en unas dos horas. Tiene algún repecho acusado, con un magnífico robledal que os dejará maravillados, pero la excursión podría hacerse con niños. Es un paseo de montaña que, en cualquiera de los casos, requiere un equipo básico, agua, comida y buen calzado. Sólo la cavidad inicial de la cueva es visitable y es lo suficientemente abierta como para que entre la luz natural dentro de ella, pero si avanzamos a su interior requiere equipo y conocimientos espeleológicos.
No todos los ríos tienen la suerte de nacer en una catedral. El Pisuerga, sí. Porque a eso se parece exactamente la enorme sala subterránea que el río deja atrás justo antes de salir a la luz cegadora de la Montaña Palentina para emprender un largo y detenido viaje de 282 kilómetros hasta las llanuras cerealistas próximas a la localidad vallisoletana de Simancas, donde acabará por entregarse al curso del Duero. La Cueva del Cobre, así se llama el laberinto de túneles por los que circulan las aguas más frías del Pisuerga, constituye, además, uno de los rincones más sugestivos de todo el norte de la provincia de Palencia.
Hasta ese rincón mágico, hasta ese enorme ojo de cíclope abierto en mitad de las paredes rocosas de las faldas del Valdecebollas por el que brota uno de los ríos más significativos de Castilla y León, alcanza a llegar una senda señalizada que tiene su comienzo muy cerca de la localidad de Santa María de Redondo.
Santa María de Redondo se localiza al final de llamado Valle de Redondos, en un circo natural en el que algunas de las montañas más bellas del norte palentino hacen frontera con el territorio cántabro de Campoo. Arriba quedan los perfiles inconfundibles de Peña Labra (2.029 m.), Tres Mares (2.171 m.) y Cuchillón (2.222 m.). Abajo, este pequeño pueblo al que la modernidad no ha restado ni un ápice de su auténtico sabor montañés: varias de sus casas de piedra aún mantienen sobre los dinteles viejos escudos antañones que hablan de antiguos linajes.
A Santa María de Redondo puede llegarse desde Cervera de Pisuerga por la CL-627 en dirección a Potes. Tras pasar San Salvador de Cantamuda aparece el desvío que conduce a Tremaya, San Juan y Santa María de Redondo.
EL PASEO. Entre la ida y la vuelta se recorren unos 13 kilómetros que pueden hacerse en unas tres horas, si uno no se entretiene explorando la gran cueva, cosa que hice. Desde el aparcamiento hasta la entrada de la cueva se salvan unos 400 metros. Este tramo puede realizarse en unas dos horas. Tiene algún repecho acusado, con un magnífico robledal que os dejará maravillados, pero la excursión podría hacerse con niños. Es un paseo de montaña que, en cualquiera de los casos, requiere un equipo básico, agua, comida y buen calzado. Sólo la cavidad inicial de la cueva es visitable y es lo suficientemente abierta como para que entre la luz natural dentro de ella, pero si avanzamos a su interior requiere equipo y conocimientos espeleológicos.
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