Cueva de la Excomunión o de Jaime el Barbudo en la Sierra de la Pila por PR-MU 121
near El Boquerón, Murcia (España)
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Trail photos
Itinerary description
"Las rutas que subo aquí sólo son un relato de mis salidas al monte con el fin de que me sirva de referencia para próximas ocasiones. Con la dificultad y características que tienen para mí, mis condiciones físicas y mi experiencia por el monte. No es una guía fidedigna de senderismo con un track ultraexacto (utilizo un simple smartphone y a veces la cobertura del GPS no es exacta) por lo que si alguien decide seguir mis tracks o indicaciones (no sólo no me opongo a su uso sino que estoy disponible para cualquier consulta) debe tener claro y asumir que es responsabilidad exclusivamente suya. Que la percepción de dificultad y/o riesgo es muy subjetiva, no es igual para todo el mundo y que lo que para uno es monte, otro puede ver rastros de senderos. No fiarse sólo de mis tracks. Leerlos antes teniendo en cuenta que detallan mi percepción de la ruta que puede ser muy diferente para otros. Las rutas hay que prepararlas y revisarlas antes de salir. A tu disposición."
Ruta por el PR-MU 121, en la Sierra de la Pila, hasta la Cueva de la Excomunión. Refugio en tierras murcianas (existe otra cueva en la Sierra de Crevillente, en la provincia de Alicante, de Jaume el Barbut, que es cómo se dice en valenciano)del bandolero Jaime el Barbudo.
Recomiendo leer, en el waypoint de la cueva, la historia de Jaime José Cayetano Alfonso, Jaime el Barbudo. La ruta no se saborea igual cuando se sabe la historia. Es mucho mejor ir por los senderos y bosques imaginando la historia leída.
La ruta es fácil. Muy fácil. Todo el tiempo por el PR-MU 121 con marcas por el camino y algún hito que otro. Casi todo el rato por pista menos los dos senderos por los que nos acercamos y alejamos de la cueva. Sin exigencia física ni técnica. La ruta se puede hacer por varios caminos alargando o acortando su recorrido pero no son mucho más de un par de horas más el tiempo de fotos, comer algo, etc.
Se puede hacer con niños. Es más, si te lees bien la historia del personaje, la dramatizas un poco, y le das un poco de "rollito", me imagino a los críos viviendo una aventura muy singular.
Llegamos con el coche por un camino hasta el punto de inicio. Inmediatamente, se bifurca el camino. Nosotros vamos por la izquierda y volveremos por la pista que viene por la derecha.
Todo el camino es buena pista hasta que llegamos a la indicación del sendero de la cueva que tomamos a la izquierda. En breve empieza a aumentar la pendiente pero nada dificil.
De repente, nos encontramos con la cueva de la Excomunión.
Es grande. Muy grande. Además de haber servido de refugio para el conocido bandolero, se cree que la cueva de la Excomunión fue ocupada en la Prehistoria, al menos desde el Neolítico Final (entre los milenios IV y III a.C.), debido a los vestigios hallados en su interior, entre los que destacan diferentes piezas para la fabricación de herramientas líticas (de piedra). Es llamativo que caen gotas del techo y, donde caen, aflora la vegetación como pequeñitos oasis en medio de la tierra de la cueva.
Las paredes de la cueva por dentro y por fuera son dignas de ver.
Después de las fotos de rigor, volvemos por el mismo sendero que hemos venido pero, a apenas unos metros, nos desviamos por otro senderito a nuestra izquierda. En seguida vemos algún hito que nos indica que el camino es el correcto. Por aquí subimos hasta encontrarnos con una pista principal que tomamos a la derecha. Ya no dejamos este ancho camino hasta el final de la ruta.
(Por si alguien tiene dudas sobre hacer las rutas con perro, a mí siempre me acompañan un bodeguero de poco menos de 15 kilos y una ratonera mestiza de 7 kilos y se defienden sin problema alguno. Disfrutan más que yo)
(La norma principal que sigo en mis salidas es no llevarme, romper, arrancar ni alterar nada de la naturaleza que encuentro ni tampoco dejar nada que deje huella alguna de mi paso.)
Waypoints
Cueva de la Excomunión
Además de servir de refugio a Jaime el Barbudo, se cree que la cueva de la Excomunión fue ocupada en la Prehistoria, al menos desde el Neolítico Final (entre los milenios IV y III a.C.), debido a los vestigios hallados en su interior, entre los que destacan diferentes piezas para la fabricación de herramientas líticas (de piedra).
Cueva
A Jaime José Cayetano Alfonso no se le conocía ningún vicio. Si acaso, beber. Pero no más que el resto de pastores improvisados que bregaban con el ganado en las lomas de Crevillente a comienzos del siglo XIX. Jaime Alfonso, de apodo El Barbudo y nacido en 1783, cuidó de los rebaños de su padre hasta que cumplió 25 años, cuando formó una familia y quedó al cuidado de una finca en Catral. Entonces, para su desgracia, conoció al Zurdo, un temible bandolero. Cierto día, ambos se encontraron. Y Jaime Alfonso, quien hasta entonces sólo había matado algún que otro lobo, defendió las tierras a trabucazo limpio. El Zurdo murió y el Barbudo, para proteger a los suyos, se echó al monte. Pudo alegar defensa propia ante la Justicia, pero los secuaces del Zurdo ya lo habían condenado a muerte. Acababa de nacer el más célebre bandolero levantino de todos los tiempos. El Barbudo extendió sus fechorías desde Alicante a la Sierra de la Pila, en Abanilla, donde pronto se hizo muy popular. Allí mantuvo su principal baluarte, en la llamada Cueva de la Excomunión. Si es cierto que repartía parte de sus botines entre los más pobres, no lo es menos que cometió asesinatos para obtenerlos. La invasión francesa de 1808 le ofreció un escenario ideal para continuar sus fechorías, que se tornaban actos heroicos cuando sus objetivos eran las tropas napoleónicas. Pero la guerra y la excusa para el pillaje terminaron. De momento. La fama del bandido traspasó nuestras fronteras. El barón Taylor, quien fuera ayudante de campo del General Orsay en la Guerra de la Independencia, requirió sus servicios como escolta en su periplo por las tierras levantinas. Jaime Alfonso, al despedirse de él, le entregó su célebre trabuco, que adornaría la casa del barón durante décadas. No fue el único extranjero al que encandiló el forajido. Lord Carnarvon, en su obra 'Voyage through the Iberian Peninsula', también retrató al bandolero. Jaime Alfonso tomó partido por los absolutistas de Fernando VII, frente a los liberales, que habían puesto precio a su cabeza. De nuevo, más que una opción política fue un pretexto para asegurar el sustento de la partida de bandoleros que capitaneaba. Pero los periódicos, de uno y otro bando, también se valieron de su figura. En 1820, desde la Sierra de la Pila, solicitó el indulto para su cuadrilla, a cambio de colaborar con el régimen constitucional. El Correo Murciano, en 1822, noticiaba que una columna formada por más de 100 soldados había salido en busca, «ya no del ladrón Jaime, sino del Excelentísimo Señor Don Jaime Alfonso, general de la fe que ha aparecido con una partida de facciosos de 150 o 200 hombres». Incluso se enviaron desde Málaga otros 100 soldados «eminentemente liberales». La relación con Murcia se estrechó aquel año. Los diarios denunciaron que el Barbudo, en sus correrías por Alicante, tenía el apoyo de «pajarracos que comen, visten, calzan, viven y alternan» en la capital del Segura, pues hay quien «no sólo aplaude sus heroicidades, sino que también refuerza su partida con hombres y dinero». En 1823, Jaime Alfonso recibe la encomienda «de perseguir malhechores». El Correo Murciano informó de que, en su primera salida, «ha muerto 4 y ha preso otros 4». Entre los asesinados figuraba un fraile capuchino que «parecía huir al ver la partida». El Barbudo mandó detenerlo y le halló «papeles subversivos». La conclusión de la noticia no tiene desperdicio periodístico: «El fraile se murió en el acto». El Barbudo, en su nueva faceta de sicario, se puso al servicio de una sociedad secreta denominada El Ángel Exterminador. Sus miembros, ya abolida la Santa Inquisición, propugnaban la eliminación de los liberales. La promesa de indulto a Jaime Alfonso nunca se cumplió. Consumada la Restauración, el Barbudo se convirtió en un problema de fácil solución. Bastaba aplicar la pena de muerte que pesaba sobre él. Ni siquiera su petición de acogerse a la amnistía otorgada por las Cortes el 18 de febrero de 1823 lo salvó de la horca. El corregidor de Murcia, Rafael Garfias, quien después levantara en La Glorieta una escultura monumental a Fernando VII, dispuso el cadalso en la plaza de Santo Domingo: un garrote vil y una horca, en la que ajusticiaron a Jaime Alfonso. Pero aquello no parecía suficiente, por lo que añadieron una terrible pena accesoria. El bandolero fue descuartizado en cinco trozos y sus despojos se frieron. Así los conservaron para trasladarlos a aquellos lugares donde más partidarios tenía. La cabeza fue expuesta en su Crevillente natal. El resto, en Hellín, Sax, Fortuna, Jumilla y Abanilla. El verdugo del Barbudo, José Manuel Merino, firmó un documento hoy histórico donde explicaba que el 15 de julio de 1824 ejecutó la sentencia de muerte de horca, descuartizó y frió «los cuartos a que fue condenado un reo llamado Jaime Alfonso el Barbudo». El pobre Merino suplicaba el pago de su sueldo pues, aparte de tener tres hijos y un empleo tan impopular, en Jumilla le debían otros 600 maravedís «de la conducción y fijación de los cuartos del reo Jaime». Y así fue como el célebre bandolero atemorizó por última vez los caminos, aunque en esta ocasión sólo asustara a cuantos descubrían sus despojos alzados en un mástil.La popular figura del bandolero Jaime inspiró el drama en verso del socialista utópico español Sixto Cámara "Jaime el barbudo", de 1853, y la novela histórica de Ramón López Soler Jaime el Barbudo, o sea, la sierra de Crevillente (1832).
Dos posibilidades para volver al inicio
Si tomamos el sendero de la derecha (cuidado no es el sendero grande sino uno más pequeñito que hay a la derecha. Están las marcas en las rocas) se tarda un poco menos (800 m menos) pero se une rápidamente al sendero por el que vinimos por lo que opto por seguir la pista recta para hacer la ruta un poco más circular.
Comments (12)
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Easy to follow
Scenery
Easy
Esta ruta sorprende por lo fácil que es pues sigue en su mayoría por pistas forestales. El tramo un poco más difícil es la subida a la cueva y la vuelta a la ruta donde se agradecería un poco más de indicaciones. El resto del camino está muy bien señalado (indicaciones del sendero oficial)
Hemos hecho la ruta con niños y perros y todos la han hecho muy bien.
Gracias por el comentario y las estrellas. Si. La Ruta es fácil y muy bonita. Un saludo.
Buenos días Jose Antonio, me podrías indicar como llegar al punto de partida desde y saludos.
Hola. Te adjunto marcador de Google Maps:
Marcador
https://maps.app.goo.gl/NPBU5LHUzD4UFCo1A
Pero, si en el track pulsas sobre"cómo llegar al inicio de ruta" te lleva también
Gracias Jose Antonio.
Espero hacerla cuando el tiempo mejore.
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Easy to follow
Scenery
Easy
Una ruta sencilla, muy bien indicada y accesible para cualquier tipo de senderista. Una forma perfecta de conocer la historia y los rincones de los bandoleros de la época. Gracias por compartirla
Gracias a ti, Begoña, por tus comentarios y las estrellas. Para mi, es una de las rutas más agradecidas por la propia cueva y por la historia que nos cuenta.
Un saludo
Bonita ruta, y muy fácil de seguir gracias a las explicaciones de José Antonio. Gracias por la ruta y por hacerlo tan fácil !
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Easy to follow
Scenery
Easy
Genial con niños
Gracias por el comentario y las estrellas, Andrés.
Me alegro que te guste.
Coincido, plenamente, contigo en lo de que es genial con niños.
Además, en nada que teatralices un poco el relato mejor para los niños.
Un abrazo