CUEVA DE LAS AGUAS (NOVALES)

La ruta comienza en Novales nada más atravesar un puente sobre el riachuelo que transcurre a la orilla de la planta potabilizadora en donde hemos dejado el coche.
Frente a nosotros un cartel anuncia una concesión minera de plomo y zinc. Apenas avanzamos unos metros vemos que el camino se bifurca entre una senda que sube hacia el lado izquierdo y el camino que sigue llano hacia la derecha...
Continuamos por este y a su orilla encontramos la escultura de un ser mitológico que parece hecho de raíces y cortezas de árbol. Avanzamos unos 500 m. más y enseguida vemos el cartel de Cueva de las Aguas. A nuestra izquierda otro ser mitológico en construcción, esta vez hecho como de rocas... y a continuación vemos la entrada a la cueva inferior. Nos adentramos en ella por un pasillo de hormigón... una barandilla nos protege del río que surge de pronto del interior de la montaña. Ligeramente agachados llegamos hasta el fondo (unos 25 m.) mientras el fragor de las aguas que surgen de la roca se vuelve atronador...
De nuevo al exterior continuamos avanzando hasta el fondo del valle y nos encontramos con una escalinata de bloques y losetas con decenas de escalones de paso bajo. El primer tramo es recto y el del final en zigzag. Arriba podemos continuar hacia la derecha siguiendo la ruta de las minas o bien regresar por la izquierda. Es lo que hacemos, no sin antes examinar al frente una especie de socavón. Allí vemos también una puerta de rejas metálicas que impide el paso a otra cueva ya que en su interior hay unas pinturas del periodo Magdaleniense inferior y un buen número de estalagmitas algo más adentro.
Regresamos por el camino de la izquierda recién desbrozado y cuando llegamos al coche, como se nos ha hecho corta la ruta, decidimos explorar el barrio de Ciguenza. Nos encaminamos hacia un parque con placas conmemorativas de personajes o corporaciones que han apoyado con su presencia o su dinero el evento anual de Limones Solidarios que organiza el ayuntamiento de Alfoz de Lloredo en Novales. Desde allí proseguimos en dirección al bar- restaurante la Ceña y 300 m. más allá vemos un grupo de casonas con sus muros altos de piedra protegiendo sus patios de las miradas ajenas y tras girar en redondo entre sus calles empedradas nos encontramos un riachuelo y enseguida descubrimos las torres de piedra gemelas de la iglesia que quiso construir en su pueblo natal un indiano afortunado. Tras contemplarla por fuera y asomarnos a su interior desde la puerta semi abierta solo para su ventilación seguimos retornando a nuestro punto de partida entre notables casonas.