Cueva Santa. Monda

Este es un sendero descrito desde el mismo pueblo de Monda, aunque nosotros adelantamos el vehículo hasta una zona en la que nos fué cómodo aparcarlo. Puede adelantarse algo menos, pero no se recomienda seguir mas adelante, ya que el camino, aunque asfaltado no se encuentra en buenas condiciones.
Desde ahí comenzamos en ascenso, primero en asfalto y rápidamente por pista terriza con unas vistas estupendas de diversos mazizos montañosos que abarcan desde Sierra Prieta hasta el impresionante Torrecilla.
Tras un tramo, la pista que ya se ha convertido en sendero amplio por lo poco transitado, llegamos a una cancela cerrada que impide el paso de coches pero que es accesible por una puerta lateral al paso de caminantes.
Subiendo algo más llegamos a una fuente de agua fresca y bastante bonita que vierte sobre un pilón.
Mas adelante una desviación a la izquierda señalizada con madera, nos indica la dirección hacia un mirador y a Cueva Santa.
En la actualidad se cónsidera un lugar de culto, aunque se sabe que ha estado habitada desde la prehistoria y por desgracia, ha sufrido demasiado el paso del ser humano y la mayoría de las estalagmitas y estalactitas están rotas. Incluso los altares e imágenes dan un poco de "mal rollo". Una pena, porque la cueva es húmeda hay vegetación en la entrada y tiene una luz preciosa.
Tras fotos y visitas, nos desviamos hacia la Cruz de los Altos de Canucha. No hay sendero en esta zona y una vez llegado arriba del cerro estaremos en la cima de un tajo con unas paredes y unas vistas a las canteras impresionantes de las que nos salió una preciosa aguila a nuestro nivel que con seguridad anida allí.
Hay que ir pendiente precisamente porque puede resultar peligroso si van niños o mascotas o nos despistamos.
La cruz aparece rápido y me resultó curioso que no se viese mas que si estabas en la cima, pues una vez que bajas de ella bo vuelves a verla.
La vuelta la hicimos circular pero solo un tramo. El atardecer naranja, la luna casi llena saliendo tras los cerros y caminar con el frescor y el aroma de las noches de verano mientras aun hay visibilidad son experiencias maravillosas y muy relajantes que este tiempo nos deja disfrutar, mas ahora que el confinamiento nos ha robado la primavera y echábamos tan de menos estos paseos por el monte.