Cuevas de Espeluca y Castillo de Giribaile (Vilches)
near Los Escuderos, Andalucía (España)
Viewed 24 times, downloaded 1 times
Trail photos
Itinerary description
Corta ruta pero muy interesante, por un paraje que atesora mucha historia, en el término municipal de Vilches, muy cerca de las pedanías de Guadalén y Miraelrío.
Para llegar (desde Córdoba) al inicio de la ruta se sale de la A-4 en dirección Jaén/Granada/Albacete, a la A-44 primero y al poco a la A-32, siguiendo las indicaciones para Linares/Albacete; desde ésta, se toma la carretera A-312, en dirección a Arquillos, y, al poco de pasar el desvío de Guadalén, a la altura del cortijo de la Laguna (situado en el margen izquierdo de la carretera), a la derecha sale un camino de tierra (camino que puede transitarse en turismo). Tras recorrer algo más de 1 kilómetro por él, aparco cerca de una bifurcación, continuando a pie camino adelante.
La pista discurre entre el Embalse de Giribaile a la izquierda y una finca privada a la derecha, vallada en todo su perímetro. Recorridos dos kilómetros y medio, hay que desviarse por otro camino que sube a la derecha por el olivar (en el cruce un cartel nos indica la dirección hacia las Casas-Cueva y hacia el Castillo de Giribaile). Pronto se divisan las cuevas excavadas en la pared rocosa, que constituyen uno de los principales eremitorios rupestres de Andalucía: el complejo eremítico de Giribaile, también llamado Cuevas de Espeluca.
Se ha constatado la presencia de un importante poblamiento visigodo allá por el siglo IV en las inmediaciones, formado por pequeños asentamientos agrícolas de base cerealista, que estaría relacionado con el hábitat rupestre de las Cuevas de Espeluca, donde aparecen espacios de culto cristiano (también existiría una fortificación hispano-visigoda que posteriormente se utilizaría como basamento del castillo islámico). Además se ha especulado con una posible ocupación mozárabe de las cuevas, siglos más tarde.
Me dirijo primeramente a la Fuente de las Cuevas, por encima de la cual se encuentra el Grupo I de Casas-Cueva, con galerías en varios pisos de altura. Aquí se localizaría el oratorio y las zonas comunes del monasterio rupestre, como el refectorio (por desgracia, un desprendimiento las ha destruido casi totalmente y un montón de bloques de piedras impiden el acceso).
Para visitar el resto de cuevas hay que entrar dentro de la finca, lo cual está permitido, dentro de un horario, sábados, domingos y festivos, como anuncia un cartel en la cancela, cuyo cerrojo puede abrirse (esta advertencia también se encuentra al inicio del camino de tierra, junto a la carretera).
El grupo II de Casas-Cueva es el más interesante y mejor conservado: lo forman cuatro naves simétricas unidas transversalmente por dos corredores, que se conocen como Cuevas de la Mujer por el bajorrelieve que hay en una de ellas; corresponderían a la iglesia (en sus inicios tenía planta de cruz o en forma de T, añadiéndose más tarde otras naves), como señala una cruz grabada en la piedra en la cabecera, con la simbología de los primeros años del Cristianismo (también pueden encontrarse grabados más recientes).
Hay otras cuevas como la celda del Abad (nave única que pudo también ser iglesia en su origen, antes de convertirse en la celda del Abad) y un tercer grupo más arriba, en dos niveles, donde se ubicaban la viviendas o celdas de los monjes; este hábitat se derrumbó hace muchos años.
Saliendo de las Cuevas de la Mujer hay unas escaleras talladas en la roca, que permiten salvar el cortado y subir a la cima de una meseta (que pudo servir como zona de cultivo). Aunque he catalogado la ruta como de baja dificultad, conviene extremar la precaución en esta escalera, asegurando cada paso en los gastados peldaños de piedra. Se pueden encontrar también otros trabajos realizados sobre la roca (pilas de agua, oquedades...) que podrían estar relacionados con el eremitorio o, incluso, con un oppidum íbero que se localiza en la parte alta del cerro, tras dejar atrás su vértice geodésico.
Los primeros asentamientos humanos en Giribaile se remontan al primer tercio del II milenio a. C., vinculados a la explotación de los recursos mineros de la zona, manteniéndose la ocupación en época ibera y llegando a convertirse en los siglos IV-III a.C. en una gran población, que se cree corresponde a la capital oretana de Orissia -o Giri u Orongis (pendiente de nuevas excavaciones que aporten más datos, luego que se abandonasen los trabajos arqueológicos de los años sesenta). Ocupaba una extensión mayor de 18 hectáreas, en una importante posición estratégica en la vía que comunicaba Cástulo con el Levante. Hacia el 90 a. C. (según relata Plutarco en sus "Vidas Paralelas"), el oppidum fue arrasado y quemado por los romanos (un estrato de ceniza lo atestigua) en el curso de las guerras de Sertorio, huyendo los pocos supervivientes a Cástulo.
Tras la invasión musulmana, sobre el recinto íbero-romano de Giribaile se levantó otro castillo para controlar visualmente la vega del río Guadalimar, la antigua vía Heráclea y las inmediaciones de Cástulo; se convertiría en un hisn, para refugio de los habitantes de las alquerías del entorno, y se reforzaría en la segunda mitad del siglo XII, ante el avance de las tropas cristianas por la Mancha, con fortificaciones de argamasa. Tras su rendición ante las tropas de Fernando III en 1227 y luego de haber pertenecido a la Orden de Calatrava, en 1292 Sancho IV lo entregó, junto con las tierras entre el Guadalimar y el Guadalén, al juez de Baeza don Gil Bayle de Cabrera, de quién tomó su nombre (según la leyenda el señor de Giribaile se extravió y cayó en el pozo de una mina abandonada, del que no pudo salir, encontrándose su cadáver meses más tarde).
De la fortaleza, declarada BIC en la categoría de monumento, apenas quedan dos torreones de tapial y algunos lienzos de muralla (destaca una torre de 7.45 metros de fachada y 6.2 de lado, que albergaba en su interior tres estancias y engloba otra islámica más antigua), con los cimientos de otras construcciones en lo que fue el interior del castillo y un aljibe cubierto con bóveda de cañón (bastante bien conservado). De cualquier modo, pese a su estado de abandono, el lugar, desde el que se tiene una magnífica vista sobre el Embalse de Giribaile y las sierras del entorno, tiene un magnetismo especial, más acusado si cabe en un día nublado como el de hoy.
La vuelta la hago atrochando por el olivar (tras salvar una alambrada baja) hasta el camino. Ya en el coche, dada su cercanía en el camino de vuelta, recomiendo hacer una pequeña desviación para admirar el Monumento Natural El Piélago, entre los términos municipales de Linares y Vilches (el cauce del río Guarrizas, de aguas rojizas separa dichos términos): a su interés paisajístico, añade el histórico, con la presencia del puente romano de Vadollano (formado por dos arcos desiguales unidos por un muro macizo) por el que pasaba la Vía Augusta (y con el añadido de las ruinas de una antigua fábrica de chocolate que utilizaba la fuerza motriz del agua, un poco más abajo). Incluyo una foto del paraje para dar fe de su belleza.
Para llegar (desde Córdoba) al inicio de la ruta se sale de la A-4 en dirección Jaén/Granada/Albacete, a la A-44 primero y al poco a la A-32, siguiendo las indicaciones para Linares/Albacete; desde ésta, se toma la carretera A-312, en dirección a Arquillos, y, al poco de pasar el desvío de Guadalén, a la altura del cortijo de la Laguna (situado en el margen izquierdo de la carretera), a la derecha sale un camino de tierra (camino que puede transitarse en turismo). Tras recorrer algo más de 1 kilómetro por él, aparco cerca de una bifurcación, continuando a pie camino adelante.
La pista discurre entre el Embalse de Giribaile a la izquierda y una finca privada a la derecha, vallada en todo su perímetro. Recorridos dos kilómetros y medio, hay que desviarse por otro camino que sube a la derecha por el olivar (en el cruce un cartel nos indica la dirección hacia las Casas-Cueva y hacia el Castillo de Giribaile). Pronto se divisan las cuevas excavadas en la pared rocosa, que constituyen uno de los principales eremitorios rupestres de Andalucía: el complejo eremítico de Giribaile, también llamado Cuevas de Espeluca.
Se ha constatado la presencia de un importante poblamiento visigodo allá por el siglo IV en las inmediaciones, formado por pequeños asentamientos agrícolas de base cerealista, que estaría relacionado con el hábitat rupestre de las Cuevas de Espeluca, donde aparecen espacios de culto cristiano (también existiría una fortificación hispano-visigoda que posteriormente se utilizaría como basamento del castillo islámico). Además se ha especulado con una posible ocupación mozárabe de las cuevas, siglos más tarde.
Me dirijo primeramente a la Fuente de las Cuevas, por encima de la cual se encuentra el Grupo I de Casas-Cueva, con galerías en varios pisos de altura. Aquí se localizaría el oratorio y las zonas comunes del monasterio rupestre, como el refectorio (por desgracia, un desprendimiento las ha destruido casi totalmente y un montón de bloques de piedras impiden el acceso).
Para visitar el resto de cuevas hay que entrar dentro de la finca, lo cual está permitido, dentro de un horario, sábados, domingos y festivos, como anuncia un cartel en la cancela, cuyo cerrojo puede abrirse (esta advertencia también se encuentra al inicio del camino de tierra, junto a la carretera).
El grupo II de Casas-Cueva es el más interesante y mejor conservado: lo forman cuatro naves simétricas unidas transversalmente por dos corredores, que se conocen como Cuevas de la Mujer por el bajorrelieve que hay en una de ellas; corresponderían a la iglesia (en sus inicios tenía planta de cruz o en forma de T, añadiéndose más tarde otras naves), como señala una cruz grabada en la piedra en la cabecera, con la simbología de los primeros años del Cristianismo (también pueden encontrarse grabados más recientes).
Hay otras cuevas como la celda del Abad (nave única que pudo también ser iglesia en su origen, antes de convertirse en la celda del Abad) y un tercer grupo más arriba, en dos niveles, donde se ubicaban la viviendas o celdas de los monjes; este hábitat se derrumbó hace muchos años.
Saliendo de las Cuevas de la Mujer hay unas escaleras talladas en la roca, que permiten salvar el cortado y subir a la cima de una meseta (que pudo servir como zona de cultivo). Aunque he catalogado la ruta como de baja dificultad, conviene extremar la precaución en esta escalera, asegurando cada paso en los gastados peldaños de piedra. Se pueden encontrar también otros trabajos realizados sobre la roca (pilas de agua, oquedades...) que podrían estar relacionados con el eremitorio o, incluso, con un oppidum íbero que se localiza en la parte alta del cerro, tras dejar atrás su vértice geodésico.
Los primeros asentamientos humanos en Giribaile se remontan al primer tercio del II milenio a. C., vinculados a la explotación de los recursos mineros de la zona, manteniéndose la ocupación en época ibera y llegando a convertirse en los siglos IV-III a.C. en una gran población, que se cree corresponde a la capital oretana de Orissia -o Giri u Orongis (pendiente de nuevas excavaciones que aporten más datos, luego que se abandonasen los trabajos arqueológicos de los años sesenta). Ocupaba una extensión mayor de 18 hectáreas, en una importante posición estratégica en la vía que comunicaba Cástulo con el Levante. Hacia el 90 a. C. (según relata Plutarco en sus "Vidas Paralelas"), el oppidum fue arrasado y quemado por los romanos (un estrato de ceniza lo atestigua) en el curso de las guerras de Sertorio, huyendo los pocos supervivientes a Cástulo.
Tras la invasión musulmana, sobre el recinto íbero-romano de Giribaile se levantó otro castillo para controlar visualmente la vega del río Guadalimar, la antigua vía Heráclea y las inmediaciones de Cástulo; se convertiría en un hisn, para refugio de los habitantes de las alquerías del entorno, y se reforzaría en la segunda mitad del siglo XII, ante el avance de las tropas cristianas por la Mancha, con fortificaciones de argamasa. Tras su rendición ante las tropas de Fernando III en 1227 y luego de haber pertenecido a la Orden de Calatrava, en 1292 Sancho IV lo entregó, junto con las tierras entre el Guadalimar y el Guadalén, al juez de Baeza don Gil Bayle de Cabrera, de quién tomó su nombre (según la leyenda el señor de Giribaile se extravió y cayó en el pozo de una mina abandonada, del que no pudo salir, encontrándose su cadáver meses más tarde).
De la fortaleza, declarada BIC en la categoría de monumento, apenas quedan dos torreones de tapial y algunos lienzos de muralla (destaca una torre de 7.45 metros de fachada y 6.2 de lado, que albergaba en su interior tres estancias y engloba otra islámica más antigua), con los cimientos de otras construcciones en lo que fue el interior del castillo y un aljibe cubierto con bóveda de cañón (bastante bien conservado). De cualquier modo, pese a su estado de abandono, el lugar, desde el que se tiene una magnífica vista sobre el Embalse de Giribaile y las sierras del entorno, tiene un magnetismo especial, más acusado si cabe en un día nublado como el de hoy.
La vuelta la hago atrochando por el olivar (tras salvar una alambrada baja) hasta el camino. Ya en el coche, dada su cercanía en el camino de vuelta, recomiendo hacer una pequeña desviación para admirar el Monumento Natural El Piélago, entre los términos municipales de Linares y Vilches (el cauce del río Guarrizas, de aguas rojizas separa dichos términos): a su interés paisajístico, añade el histórico, con la presencia del puente romano de Vadollano (formado por dos arcos desiguales unidos por un muro macizo) por el que pasaba la Vía Augusta (y con el añadido de las ruinas de una antigua fábrica de chocolate que utilizaba la fuerza motriz del agua, un poco más abajo). Incluyo una foto del paraje para dar fe de su belleza.
Waypoints
You can add a comment or review this trail
Comments