90. De Castil de Lences a Poza de la Sal
near Castil de Lences, Castilla y León (España)
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Itinerary description
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 63 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 579 metros (superior al que estima Wikiloc).
Meses atrás (13 de junio de 2021), habíamos hecho una ruta ‘hermana’ de la actual; en aquel caso, entre los pueblos de Abajas y Castil de Lences ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/de-abajas-a-castil-de-lences-99744172 ). Las dos rutas pasan por Castil de Lences, y comparten un tramo entre esta localidad y el páramo (de bajada, entonces; de subida, ahora). Nos gustó mucho Castil, como una alhaja donde todo reluce y nada sobra. Nos gustó y hemos vuelto; ahora con un destino nuevo: Poza de la Sal.
Para la presente ruta, nos guiamos por el trazado de ‘Angelbur’ en Wikiloc ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/de-castil-de-lences-a-poza-de-la-sal-47976251 ). Hubo, no obstante, una diferencia significativa, a juzgar por el resultado. Hicimos la travesía a la inversa, para afrontar el ascenso primero, más descansados: partimos de Castil de Lences hacia el páramo, que luego recorrimos en dirección a Poza de la Sal; descendimos hasta el perímetro de esta villa, sin entrar en ella porque ya la conocíamos; luego pusimos rumbo a Castil de Lences por el camino que une ambas poblaciones a través del bosque.
He escrito “a juzgar por el resultado” pensando en si nuestra elección (recorrido inverso) tuvo algo que ver con las dificultades en la dura bajada desde el páramo a Poza de la Sal: incómoda en exceso (las incomodidades no nos amilanan). Aparentemente, seguimos el trazado (de subida) de ‘Angelbur’. Pero, entre nuestro km 8,2 y el 9,2, encontramos una fuerte pendiente, sin senda alguna, y con mucha maleza (de la que pincha y raspa). Tiene que haber alguna alternativa con sendero (‘Angelbur’ no menciona dificultades), quizá ligeramente más hacia el norte, en la misma ladera. No desaconsejo ese tramo concreto a quienes quieran vivir con más intensidad el ya de por sí emocionante descenso (pero sí al resto). El paisaje, maravilloso.
En realidad, ésta es una ruta a lo largo de la cual no hay veredas ni trochas durante la mitad del trayecto: todo el extenso páramo y gran parte del descenso (hasta el castillo de Poza de la Sal). En el primer caso (el páramo), no hay problema; uno tiene la sensación de más libertad; de ir haciendo camino al andar. En el segundo (descenso), sin embargo, y dado el ligero riesgo y las inusuales incomodidades, se echan de menos los caminos o senderos. Sea como fuere, durante esas dos partes se hace muy conveniente usar algún soporte técnico de orientación (GPS, Wikiloc, etc.), para no perderse o dar rodeos innecesarios.
Por tanto, en lo que concierne a las exigencias de la ruta, por un lado, nos enfrentaremos a ciertas complejidades de orientación en las dos partes mencionadas. En relación con las demandas físicas, la subida desde Castil al páramo es descansada; gracias al zigzagueo, la menor pendiente (que en la bajada), y el terreno en buen estado. Para el páramo, hay que llevar unas fuertes botas. El descenso a (o el ascenso desde, si se hace a la inversa) Poza de la Sal requieren ‘buenas piernas’, y también ‘buenos pantalones’ para protegerlas. Ese tramo tiene mucha pendiente y el terreno es montaraz.
Pero, resaltemos los aspectos más atractivos de la ruta:
Por un lado, están los pueblos. A Castil de Lences ya lo he encumbrado en una ruta previa (la arriba mencionada), así que no me extenderé con redundancias. Conserva primorosamente su arquitectura y diseño tradicional, sus calles estrechas empedradas, sus canalizaciones de piedra que lo recorren de arriba abajo con abundante agua saltarina, su iglesia románica y su magnífico convento (propio de una gran villa). Y todo ello sin coches, salvo en el extrarradio.
De Poza de la Sal no se puede decir menos (si acaso, más), pero no lo visitamos en esta ocasión. Sí pasamos al lado de su imponente castillo. Cómo refrenar aquí la conocida expresión “nido de águilas” al verlo encabalgado sobre aquél enorme peñasco… (¡si la expresión parece pensada, pintiparada, para ese enclave…!). El entorno del diapiro salino siempre sorprende. Y, además, Poza es la cuna del recordado y gran naturalista Félix Rodríguez de la Fuente.
Por otro, están el páramo y los aerogeneradores que lo pueblan (sí, lo he dicho ‘bien’, intencionadamente; páramo y aerogeneradores; “¡qué barbaridad!”). Al páramo (a los páramos) ya le(s) he ‘echado flores’ en numerosas ocasiones (sus secretos, su fuente de espiritualidad, etc.). Desde este páramo, además, tenemos espectaculares vistas: las siluetas de toda la Sierra de la Demanda (algo lejos), los Montes Obarenes occidentales y la Mesa de Oña (más cerca), la campiña burebana (prolongación del páramo en las tierras bajas), y el impresionante diapiro (a nuestros pies).
Los aerogeneradores…Esos gigantes blancos se han esparcido sin mesura por estas tierras, colonizando páramos, lomas y sierras. Es casi imposible levantar la mirada y no verlos por doquier. Conocemos su utilidad, pero ésta conlleva un peaje. Desde lejos, constituyen una agresión visual al paisaje: empitonan la tierra y taladran el cielo. Sorprendentemente, sin embargo, desde cerca, caminando entre ellos, se amortigua su hostilidad; …si casi resulta amistosa su compañía en las inmensas soledades parameras… (algo de ironía sí hay en mis palabras, pero no todo). Lo ideal sería que los pusieran allí sólo cuando estás cerca; ‘de-quita-y-pon’.
Y, finalmente, tenemos el placentero paseo por el bosque de regreso desde Poza a Castil. Frecuentes claros nos dejan ver las paredes del páramo a un lado y la campiña al otro. Pero, en ese paraíso encontramos también ejércitos de ‘demonios’, en hileras. Criaturas voraces y tóxicas; que se lo digan a las desventuradas coníferas o a quien las toque. Llegamos a contar una ristra con 128 de ellas enlazadas una tras otra; varios metros (dejo una foto en la que se llegan a contar 93; y no se aprecia el final). Cual comitivas de cofrades en cadena: …las orugas procesionarias; la “Santa Compaña”…. ¿’Sabrían’ a dónde iban tan ciegas tras el líder?
Esas escenas tenebrosas, también parte de la naturaleza, sirvieron, en verdad, como contrapunto para resaltar aún más los atractivos de la ruta. Nos recuerdan que la belleza (o la bondad) lo es (lo son) más cuando emerge(n) entre la fealdad (o la maldad). Las procesionarias aquí, en el camino (y sus estragos en las plantaciones de pinos jóvenes en el páramo), contribuyeron a grabar en nuestra memoria lo contrario, lo mejor de la excursión.
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 63 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 579 metros (superior al que estima Wikiloc).
Meses atrás (13 de junio de 2021), habíamos hecho una ruta ‘hermana’ de la actual; en aquel caso, entre los pueblos de Abajas y Castil de Lences ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/de-abajas-a-castil-de-lences-99744172 ). Las dos rutas pasan por Castil de Lences, y comparten un tramo entre esta localidad y el páramo (de bajada, entonces; de subida, ahora). Nos gustó mucho Castil, como una alhaja donde todo reluce y nada sobra. Nos gustó y hemos vuelto; ahora con un destino nuevo: Poza de la Sal.
Para la presente ruta, nos guiamos por el trazado de ‘Angelbur’ en Wikiloc ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/de-castil-de-lences-a-poza-de-la-sal-47976251 ). Hubo, no obstante, una diferencia significativa, a juzgar por el resultado. Hicimos la travesía a la inversa, para afrontar el ascenso primero, más descansados: partimos de Castil de Lences hacia el páramo, que luego recorrimos en dirección a Poza de la Sal; descendimos hasta el perímetro de esta villa, sin entrar en ella porque ya la conocíamos; luego pusimos rumbo a Castil de Lences por el camino que une ambas poblaciones a través del bosque.
He escrito “a juzgar por el resultado” pensando en si nuestra elección (recorrido inverso) tuvo algo que ver con las dificultades en la dura bajada desde el páramo a Poza de la Sal: incómoda en exceso (las incomodidades no nos amilanan). Aparentemente, seguimos el trazado (de subida) de ‘Angelbur’. Pero, entre nuestro km 8,2 y el 9,2, encontramos una fuerte pendiente, sin senda alguna, y con mucha maleza (de la que pincha y raspa). Tiene que haber alguna alternativa con sendero (‘Angelbur’ no menciona dificultades), quizá ligeramente más hacia el norte, en la misma ladera. No desaconsejo ese tramo concreto a quienes quieran vivir con más intensidad el ya de por sí emocionante descenso (pero sí al resto). El paisaje, maravilloso.
En realidad, ésta es una ruta a lo largo de la cual no hay veredas ni trochas durante la mitad del trayecto: todo el extenso páramo y gran parte del descenso (hasta el castillo de Poza de la Sal). En el primer caso (el páramo), no hay problema; uno tiene la sensación de más libertad; de ir haciendo camino al andar. En el segundo (descenso), sin embargo, y dado el ligero riesgo y las inusuales incomodidades, se echan de menos los caminos o senderos. Sea como fuere, durante esas dos partes se hace muy conveniente usar algún soporte técnico de orientación (GPS, Wikiloc, etc.), para no perderse o dar rodeos innecesarios.
Por tanto, en lo que concierne a las exigencias de la ruta, por un lado, nos enfrentaremos a ciertas complejidades de orientación en las dos partes mencionadas. En relación con las demandas físicas, la subida desde Castil al páramo es descansada; gracias al zigzagueo, la menor pendiente (que en la bajada), y el terreno en buen estado. Para el páramo, hay que llevar unas fuertes botas. El descenso a (o el ascenso desde, si se hace a la inversa) Poza de la Sal requieren ‘buenas piernas’, y también ‘buenos pantalones’ para protegerlas. Ese tramo tiene mucha pendiente y el terreno es montaraz.
Pero, resaltemos los aspectos más atractivos de la ruta:
Por un lado, están los pueblos. A Castil de Lences ya lo he encumbrado en una ruta previa (la arriba mencionada), así que no me extenderé con redundancias. Conserva primorosamente su arquitectura y diseño tradicional, sus calles estrechas empedradas, sus canalizaciones de piedra que lo recorren de arriba abajo con abundante agua saltarina, su iglesia románica y su magnífico convento (propio de una gran villa). Y todo ello sin coches, salvo en el extrarradio.
De Poza de la Sal no se puede decir menos (si acaso, más), pero no lo visitamos en esta ocasión. Sí pasamos al lado de su imponente castillo. Cómo refrenar aquí la conocida expresión “nido de águilas” al verlo encabalgado sobre aquél enorme peñasco… (¡si la expresión parece pensada, pintiparada, para ese enclave…!). El entorno del diapiro salino siempre sorprende. Y, además, Poza es la cuna del recordado y gran naturalista Félix Rodríguez de la Fuente.
Por otro, están el páramo y los aerogeneradores que lo pueblan (sí, lo he dicho ‘bien’, intencionadamente; páramo y aerogeneradores; “¡qué barbaridad!”). Al páramo (a los páramos) ya le(s) he ‘echado flores’ en numerosas ocasiones (sus secretos, su fuente de espiritualidad, etc.). Desde este páramo, además, tenemos espectaculares vistas: las siluetas de toda la Sierra de la Demanda (algo lejos), los Montes Obarenes occidentales y la Mesa de Oña (más cerca), la campiña burebana (prolongación del páramo en las tierras bajas), y el impresionante diapiro (a nuestros pies).
Los aerogeneradores…Esos gigantes blancos se han esparcido sin mesura por estas tierras, colonizando páramos, lomas y sierras. Es casi imposible levantar la mirada y no verlos por doquier. Conocemos su utilidad, pero ésta conlleva un peaje. Desde lejos, constituyen una agresión visual al paisaje: empitonan la tierra y taladran el cielo. Sorprendentemente, sin embargo, desde cerca, caminando entre ellos, se amortigua su hostilidad; …si casi resulta amistosa su compañía en las inmensas soledades parameras… (algo de ironía sí hay en mis palabras, pero no todo). Lo ideal sería que los pusieran allí sólo cuando estás cerca; ‘de-quita-y-pon’.
Y, finalmente, tenemos el placentero paseo por el bosque de regreso desde Poza a Castil. Frecuentes claros nos dejan ver las paredes del páramo a un lado y la campiña al otro. Pero, en ese paraíso encontramos también ejércitos de ‘demonios’, en hileras. Criaturas voraces y tóxicas; que se lo digan a las desventuradas coníferas o a quien las toque. Llegamos a contar una ristra con 128 de ellas enlazadas una tras otra; varios metros (dejo una foto en la que se llegan a contar 93; y no se aprecia el final). Cual comitivas de cofrades en cadena: …las orugas procesionarias; la “Santa Compaña”…. ¿’Sabrían’ a dónde iban tan ciegas tras el líder?
Esas escenas tenebrosas, también parte de la naturaleza, sirvieron, en verdad, como contrapunto para resaltar aún más los atractivos de la ruta. Nos recuerdan que la belleza (o la bondad) lo es (lo son) más cuando emerge(n) entre la fealdad (o la maldad). Las procesionarias aquí, en el camino (y sus estragos en las plantaciones de pinos jóvenes en el páramo), contribuyeron a grabar en nuestra memoria lo contrario, lo mejor de la excursión.
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