De La Puerta al nacimiento del Arroyo Hondares por Somogil (Moratalla)

Con toda razón el amigo Ángel Ortiz ha incluido esta ruta en su imprescindible guía "Las rutas más bellas. Comarca del Noroeste" (2015).

Y a pesar de que tanto Hondares como La Puerta son parajes que conozco, hasta ahora no había realizado este recorrido impresionante que conecta ambos por el Barranco de Hondares, que asciende por el Arroyo del mismo nombre.

Y es de tarjeta roja, porque menuda ruta bonita. Además, aunque suma 20 kilómetros y 600 metros de desnivel, es técnicamente muy fácil y físicamente moderada.

Comienza en el Camping La Puerta. Aquí tenemos dos opciones: subir por la carretera que deja el camping a la izquierda (GR 7), o entrar al camping para recorrer el precioso sendero que remonta el río Alhárabe hasta el Molino de La Puerta. Yo recomiendo esta segunda opción. Al pedir permiso para pasar nos dijeron hay que pagar un precio simbólico de entrada, o bien que nos tomáramos un café en el restaurante. Nos pareció genial, y escogimos el café (muy bueno, por cierto).

El camping está en un lugar muy bello, con el río Alhárabe en todo su esplendor, y cuando sobrepasamos la presa (con un puente que cruza a la otra orilla, que no tomaremos) se inicia el sendero que, en paralelo al río, nos deleitará entre pequeños saltos y remansos de agua, encajonados en un desfiladero de densa vegetación.

Este sendero se hace muy divertido porque tendremos que salvar algunas rocas, utilizando incluso las manos en alguna ocasión, pero siempre sin dificultad. Es una gozada.

La senda acaba por salir al camino que viene del camping (GR 7), pasando por las ruinas del Molino de La Puerta. Seguimos en la misma dirección que traíamos, hacia el oeste, ignorando el camino que a la izquierda se dirige al abandonado Cortijo de Somogil, cuya torre veremos bajo el cinturón rocoso del Calar del Fresne.

Enseguida sale a la derecha un camino que asciende, y que es el nuestro, aunque quizás sea preferible avanzar una veintena de metros hasta el paso del Arroyo Hondares, que desemboca en el río Alhárabe a la izquierda. Desde el mismo cauce sube a la derecha una senda que conecta con el camino obviado atrás, y que será el eje de nuestra excursión a partir de ahora.

No tardamos en llegar a unas ruinas a la derecha. A esta altura habremos visto que baja un sendero a nuestra izquierda. Son los Baños de Somogil, donde una poza emana aguas termales. Es un recoleto lugar, pero sobresaturado de gente en primavera y verano. Además, la poza superior tenía poca agua. Supongo que si queremos preservarlo en condiciones el ayuntamiento de Moratalla tendrá que regular y limitar el acceso, como se hace en Calblanque (Cartagena) o en el Salto del Usero (Bullas).

De vuelta al camino seguimos remontando, atravesando una puerta que impide el paso de vehículos a motor. Cambiamos de orilla. Nos reciben varias pozas naturales. Estamos adentrándonos en el Barranco de Hondares, bajo las altas paredes de la Loma Larga (a la derecha) y del Puntal del Fraile (izquierda).

Vadeamos el arroyo para volver a dejarlo a nuestra izquierda, y el camino, pedregoso y ancho, empieza a empinarse. Llega un trecho fatigoso por la pendiente, aunque no es muy largo, y la contemplación del paisaje que tenemos enfrente, a los lados y hacia atrás nos servirá de excusa para detenernos y tomar aire y fotos.

La aguja que destaca bajo el Pico del Fraile (¿tomará su nombre de esta aguja rocosa?) nos llama la atención. El barranco, cada vez más abajo, y el calar que se eleva vertical nos obligan a mirar una y mil veces a nuestra izquierda, arriba y abajo. Los buitres planean e incluso se posan en alguna oquedad de las paredes. La pendiente es dura, pero el entorno bien vale el esfuerzo.

Afortunadamente la subida nos da una tregua y ascenderemos más suavemente, incluso llaneando. A la izquierda sale un camino menor en bajada que se dirige al cauce, a unas antiguas minas de cobre. Nos acercamos, pero como no sabíamos exactamente dónde se encuentran ni si merecía la pena localizarlas, y además sabiendo que aún teníamos muchos kilómetros por delante, decidimos dejar esta exploración y continuar nuestra ruta.

El camino ancho y cómodo finaliza para dar paso a una senda igualmente cómoda. Al pasar por un pequeño tramo de suelo de roca llegamos a una majestuosa encina centenaria, lugar ideal para sentarse unos minutos.

Aquí nos unimos al cauce, aunque muy pronto aparece un camino roto con buena pendiente. En una bifurcación obviamos el de la izquierda para seguir nuestro camino, que sube y sube. En una curva a la derecha de nuestro camino nace un sendero que baja, a la izquierda, a una poza con una pequeña caída de agua que se desliza por la vegetación colgante.

Volvemos a subir al camino, y llegamos a otra curva de éste a la derecha, donde a pocos metros se ha colocado otra puerta que restringe el paso de vehículos motorizados. En dicha curva giramos a la izquierda por un ancho sendero que va a la Poza de las Tortugas. Antes de llegar podemos entrar a una grieta de roca a la derecha, donde otras veces hemos disfrutado de una bonita caída de agua.

Pero no es una época de abundancia, y la Poza de las Tortugas también está descafeinada: el agua escasea y el lugar no presenta el esplendor de otros momentos. Tras una breve parada continuamos por el sendero, que asciende cómodamente, pero a un centenar de metros debemos dejarlo por otro más estrecho que sale a la derecha (hito de piedras). Aunque la senda parezca morir en la pared, un pasillo aparece ante nosotros cuando andamos unos metros.

¡MUCHA ATENCIÓN EN ESTE PUNTO! A la salida del pasillo, una profunda y estrecha grieta se abre en el suelo, pegada a nuestro sendero, a la derecha. No representa ningún peligro si vamos por el sendero, pero hay que ir pendientes porque la grieta sólo se ve cuando estamos junto a ella, y un despiste si no vamos atentos a nuestros pasos podría ser fatal.

Bajamos hasta la cercana entrada a dicha grieta, a la que se puede acceder sin dificultad, aunque enseguida se estrecha.

Salimos de la grieta y bajamos, siguiendo la curva a la izquierda del sendero. Estamos ya muy cerca del Cortijo de Hondares de Abajo. El arroyo queda a nuestra derecha, los chopos se multiplican y el sendero se difumina hasta acabar desapareciendo. Sin embargo no es difícil avanzar esta poca distancia que nos separa de un cómodo camino, que tomaremos a la derecha y que, tras vadear el arroyo, nos planta en las hermosas ruinas del cortijo.

Al frente, las imponentes paredes del Calar de Sevilla, tras las cuáles se encuentra la aldea de Las Casicas del Portal (no visible desde aquí). Aunque en esta ocasión no lo hicimos, hay dos pasos empedrados que salvan estas paredes: El Poyato y Los Toriles.

Nos encontramos en un lugar mágico. Las ruinas del cortijo, el paisaje soberbio, la inmensidad de la naturaleza que nos rodea en este diáfano paraje, el silencio… todo contribuye a que comulguemos con la naturaleza.

Tras el deleite del lugar iniciamos el regreso. Para ello cogemos el camino que vemos bajo el cortijo y caminamos hacia el este. Por la izquierda se nos une otro camino. Continuamos unos cientos de metros, en los que nos hemos aproximado a las paredes del Calar de Sevilla. Si nos fijamos bien, en la parte alta podremos distinguir la mampostería del camino empedrado de El Poyato.

Llegaremos a un camino que baja a la derecha, con un cartel informativo. Lo tomamos, ignorando los que surgen a derecha e izquierda, hasta llegar a la puerta mencionada anteriormente, justo antes de llegar al punto donde a la ida nos desviamos a la Poza de las Tortugas.

Desde aquí recorreremos el camino de ida, descendiendo sin prisas y admirando el inmenso paisaje que se abre desde lo alto del Barranco de Hondares.

Varios kilómetros después, a la altura del Molino de La Puerta, en lugar de regresar por el sendero del río Alhárabe, escogeremos continuar por el camino (GR 7). Saldremos al cruce de Las Almanillas, donde a la izquierda se llegaría a una caseta de vigilancia de incendios tras no poco desnivel, así que posponemos esta excursión. Nosotros vamos a la derecha, y en lo alto, en el Collado de La Puerta, admiraremos el Calar del Fresne y la Sierra de los Álamos, que se extiende como un inmenso manto verde.

Aquí comienza el asfalto, y una bajada con cierta pendiente nos devuelve a la entrada del Camping La Puerta, finalizando una ruta que, sin duda, será de las mejores que hayas realizado este año por la Región de Murcia.