242. De Panizares al Coronilla y el Piedemonte de Peña Serrada
near Panizares, Castilla y León (España)
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▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 69 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 672 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
Habíamos estado en Panizares de Valdivielso por primera vez en nuestra segunda ruta de los ‘tiempos modernos’ (con guía). Eso fue dos años y dos meses antes. [1]
[1] https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/sierra-de-la-tesla-desde-panizares-81252077
Aquella fue una de las más duras (IBP 100) y también de las más bonitas. Paradójica correlación esta. Supongo que no hay causalidad directa entre dureza y belleza percibida. Tal vez las endorfinas hagan de intermediarias; de ‘corre-ve-y-dile’.
En aquel entonces, en un lado de la balanza, el de la •Dureza, el fiel se aplanaba bajo la carga de:
(a) los mil metros de desnivel, 17 km largos, y un IBP 'de infarto'; (b) las 7 horas erguidos (la fruta y la chocolatina, de pie…); (c) las dos bajadas tremebundas (a su lado, de las subidas, ni me acuerdo…); (d) el caluroso día de mediados de agosto….
En el otro lado, el de la •Belleza, el fiel se iba por las nubes, en victorioso contrapeso:
(a) los Cuchillos de Panizares, rocas que erizan los pelos; (b) el exclusivo bosque de los tejos, la estrella oscura; (c) los eremitorios Cuevas de los Portugueses y el de San Pedro; (d) las vistas de Valdivielso y el interior de la Sierra de la Tesla….
Ya en el presente, me rondaba el cosquilleo para volver. En estas veo recién publicada una ruta que sale de Panizares, sube al cordal sur de La Tesla, el de Los Cuchillos, y añade el ascenso al Coronilla.
Para remate, el autor (ver debajo, en LA RUTA) dice que desde el Coronilla ‘se podría’ divisar ‘Toronto entero’. ¡Vaya, justo la que me faltaba; la urbe de los torontonians! No se hable más. Mañana mismo habrá un cielo despejado.
Los tejos y demás atracciones se quedarán para otro día. Todo no cabe en uno solo; o sí, pero el cuerpo ya no aguanta tanto.
LA RUTA
El verano se había infiltrado con todo su ardor en el ‘veranillo’. El día se preveía caluroso, rondando los 30 grados en el lugar de la ruta. Había, pues, que apurarse en comenzar temprano.
De camino, de noche, entre las 7 y las 8 h am, el termómetro se movió entre 2 y 6 grados (ni uno más). El 3 era el accionista mayoritario. Entrando en Oña, la pantalla bailaba entre el 2 y el 3, indecisa. Aún no se veían ni los fantasmas.
Inicié la ruta en Panizares con 6 grados. Del sol nada se sabía aún; desperezándose al otro lado del Himalaya, supongo. Subí al collado de La Tranca (larga y dura) en un periquete; como un cohete.
Bajando del Coronilla, oí nueve campanadas. Con esa temperatura, no hubo mérito alguno en lo mío. Había que correr para entrar en calor.
(…) Terminaría (terminé) la ruta en Panizares a las 12 h con 19 grados. Más tarde, el termómetro se desbocaría. Efectivamente, se alcanzaron los 30 a las 16 ('durante la siesta'…). La suerte hay que buscarla.
Seguí, básicamente, la guía de ’luis.itxina’ https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/551-alto-de-la-coronilla-en-la-sierra-de-la-tesla-entre-los-portillos-de-la-puerta-y-de-la-tranca-145214581, si bien invirtiendo la secuencia de marcha (ver Posibles Dificultades, debajo).
Un par de primeros pasos en Panizares y ya no queda otra sino afrontar una subida constante hasta el collado de La Tranca (km 2,4).
El ceñido sendero debe hacer las delicias del agua en las escorrentías: saltando traviesa sobre las piedras o empujándolas; en desbocado ‘rafting’ por un sinuoso y vertiginoso tobogán.
(Pero a tus pies de carne y hueso ni se te ocurra mentarles esa diversión acuática; ni en broma; si no quieres tenerlos de morros el resto del día).
En el collado de La Tranca hay un descansillo y a continuación se alza el repecho final hasta la cima Coronilla (km 2,8). Fue bastante menos fiero de lo que imaginaba.
Tras el regreso al collado (km 3,4), nos espera una fase placentera de la ruta, por camino herboso, en suave desnivel o llano. Entre bosques de muchas especies arbóreas. Hasta el otro collado, el de La Puerta (km 6,7).
Allí hay que disciplinar de nuevo tobillos, rodillas, lumbares…. La primera parte del descenso (hasta el km 7,3) es igual de montaraz que lo fue la subida a La Tranca. Sólo que ahora, al bajar, hay riesgo de resbalones.
Después de los primeros 600 metros, escabrosos, el angosto sendero se convierte en camino, con suelo más firme y regular. Así hasta que desembocamos (km 8,4) en la cómoda senda (GR-99) que viene de Hoz de Valdivielso.
A partir de ahí hasta el final es como darse un garbeo. ¡Y un espectáculo! Menos mal que el camino es amplio, liso y llano…. Para que los pies vayan solos.
Lo digo para que no 'te la des'..., porque la vista y la cabeza las llevarás viradas lateralmente; sea hacia la sierra, sea hacia el valle. Embelesadas.
Posibles Dificultades:
Las mayores dificultades (moderadas) las constituyen el ascenso desde Panizares al collado de La Tranca y el descenso desde el collado de La Puerta. El suelo del sendero es ‘piedroso, pedregoso, y piedrilloso’.
Esos senderos son peores para bajar que para subir. Después de haber bajado (en otra ocasión; ver [1]) por el de La Tranca, y siendo así que es bastante más largo que el de La Puerta, aconsejo subir por aquél y bajar por éste.
Por ellos, aparte de las molestias, caben los resbalones. Despacio. No obstante, las pendientes no son excesivas ni hay peligro.
Únicamente, trepar los tres metros finales a la peña Coronilla exige tensar los músculos y templar los nervios. Cuidado allí.
La orientación es fácil con guía; y, si me apuran, diría que también sin ella.
DESTACADO
Las (pequeñas) inconveniencias del ascenso a, y el descenso de, los collados, son reales. Pero tienen la virtud de hacer que resalten aún más las bondades del resto, como contrapunto.
(1) Las Panorámicas:
Durante el ascenso a La Tranca y el descenso de La Puerta vamos comprimidos en estrechos senderos. Sólo disponemos de algunas ventanas para ver el exterior.
Sin embargo, en los collados se nos abren perspectivas hacia el sur, con el Valle de Valdivielso; y también hacia el norte, con el valle interior que hiende La Tesla.
Pero es en la cima Coronilla donde, según Luis.Itxina, ‘dominamos el mundo’. Como él dice, desenvuelto: “Si esto fuese Toronto, ...divisaríamos Toronto entero ;-)”. Ya he aludido (PREÁMBULO) al gancho que para mí (crédulo) tuvo ese extremo.
Subido a aquella apretada peña sobre el abismo, tal vez a nuestro guía virtual le pudo la euforia; comprensiblemente…. Luego detalla con rigor lo que sí se ve. No plagiaré su descripción. Baste con decir que merece la pena. Vete y descúbrelo.
En una palabra: (se ve) ‘todo-el-resto’ (sin Toronto). Tanto, tanto, no, pero mucho. A pesar de sus sólo 1.162 msnm, el Coronilla es una atalaya prominente sobre todo el Valle de Valdivielso y la Sierra de la Tesla; y bastante más allá.
(2) Los Bosques:
El recorrido se hace a través de bosques. Diríase que están pastoreados por peñas, las dos largas alineaciones rocosas de La Tesla. Esa imagen de guardianes (los cordales) del tesoro (los bosques) se vuelve especialmente vívida en el valle interior.
Son tupidos bosques de pinos, principalmente, pero también de robles y otras especies. La vertiente suroeste es algo más austera y seca; la noreste, la que da al interior (entre ambas dorsales) es más húmeda y heterogénea.
Sorprende en esta segunda su selvático jardín botánico. Entre el collado de La Tranca y el de La Puerta, caminamos bajo Peña Serrada flanqueados por un vergel arbóreo: pinos, boj, hayas, acebos, serbales, tejos, etc. (y muchos más ‘que no me sé’).
Para mayor variedad, bajo el piedemonte pétreo se aferran los árboles en taludes casi verticales. En esa vertiente noreste nos deslizamos por un suave alfombrado verde. Es imposible no maravillarse ante tanto contraste.
Más abajo, los cérvidos y corzos se hacían notar con sus berridos-ladridos; con descaro. Efectivamente, es como una selva; por si quedaban dudas.
(3) Los ‘Cuchillos’:
Roquedos crestudos, hieráticos e impasibles, los Cuchillos de Panizares son el protagonista de la ruta. Por lo menos, el que arrastra tras de sí los focos y las cámaras; el que acapara más fotos.
(Hubo, circunstancialmente, otro protagonista; éste, de carne y hueso. Expresivo y dinámico, en contraposición. Sobrevenido y bienvenido. Pero eso forma parte de la Anécdota.)
Los Cuchillos, más bien ‘agujas’, son formaciones calizas verticales. Entre redondeadas y aristadas de cuerpo, se afilan picudas en la cúspide. Parecen una falange de guerreros. Intimidan en ese espinazo bífido de La Tesla.
Se empinan justo entre los dos collados, en la zona más escabrosa de Peña Serrada. En algún punto en el camino de vuelta, me salí del mismo para acercarme a ellos. ¡Cómo atrae ese inhóspito cresterío!
En ese desvío, no me importaron las espinosas, ahora secas y despiadadas aulagas. Serían ‘heridas de guerra’; de las que luego puedes presumir: “Estuve (casi) debajo de Los Cuchillos. Mira las marcas en las piernas…”.
(4) Panizares:
Destaca su iglesia de origen románico. De ese linaje le queda un elegante ábside semicircular con varios canecillos distinguidos.
Quien diseñó la iglesia, sobresaliendo magnífica por delante de la muralla de Los Cuchillos, sabía que la estampa sería intemporal.
Además, a lo largo del pueblo hay diversos objetos decorados y macetas con flores. Algunas esculturas de carácter abstracto o simbólico esperan pacientes en un vano.
Todo ello hace pensar en mentes y manos artísticas. Sensibles y, a la vez, sin remilgos ante el trabajo duro; en el museo y a la inclemente intemperie.
ANÉCDOTA
Si el reloj en la torre de la iglesia funcionaba (y bien), entonces llegué de vuelta a Panizares recién cumplidas las 12 del mediodía. Mi reloj, ni lo miré.
Volvía parsimonioso, cachazudo, sin ganas de terminar. Dejándome rebosar por una experiencia memorable. Ni el áspero suelo bajando de La Puerta me había hecho mella.
Disponía aún de tiempo para apurar la fortuna de esa mañana. Allí, cualquier añadido sólo podría ser tan bueno como lo anterior. Aunque ya conocía Panizares, quise hacer un vaivén por su calle ‘principal’.
Serían 200 metros (entre ida y vuelta) desde la iglesia hasta el mirador que da al valle, en el que ya despuntaban los primeros visos otoñales. ¡Fueron 200 metros en 30 minutos! (¡Ni Usain!).
Lo hice sin ningún objetivo en mente; sólo haraganear un poco, desacelerando. No había necesidad de más, porque anécdota (otra) ya tenía. Sin embargo, enseguida me sucedió algo que la envió al baúl de los recuerdos; achicada.
Al final de la calle, un hombre cortaba leña. Su perro le acercaba palos (en la boca).
–“¡Vaya, qué inteligente!”, dije.
–“Sí, pero no es como Vd. piensa. Lo hace para que se los tire; para jugar”, me contestó.
(Pues doblemente inteligente, pensé).
Ya volviendo calle arriba, al pasar junto a una casa, vi en el penumbroso portal a otro hombre trajinando. No dije nada. Él estaba a lo suyo. Cinco segundos después de pasar, en mi memoria emergieron un nombre y una imagen.
¡Ostras!, ¿no es el artista? De él he visto varias esculturas de considerable tamaño, repartidas al aire libre por el Valle de Valdivielso y en la misma Sierra de la Tesla: ‘Refugio’, ‘Origen’, ‘Trébol’, ‘Pórtico’....
He leído sobre él. Goza de un merecido reconocimiento. Y es de por aquí, de la tierra…. ¡Sí, hombre, Carlos Armiño! Inconfundible presencia. Di marcha atrás.
–“Buenos días. Vd. es Carlos Armiño, ¿verdad? No deseo interrumpirle ni importunarle. Sólo un momento para tener la satisfacción de saludarle y decirle que admiro su obra”.
Afable, enseguida me pidió que le tutease. Me mostró lo que estaba haciendo en ese momento; ‘peleando’ con los colores de una pared (“ese gris…”). Hablamos ‘de esto y de lo otro’ (quizá 15 minutos).
--“¿Me permite hacerle una foto como recuerdo?”. Asintió.
Y aquí la tengo; con la fecha y hora grabadas en tiempo real (para escépticos). No la publico porque no le pedí permiso, pero hay numerosas fotos (suyas) en internet.
Fue el diamante que engastaba una mañana dorada.
[Ya está trazado el plan para una ruta por todo el valle, con 12 esculturas: 'La Ruta del Arte' en el Valle de Valdivielso. En cuanto escampe.]
[... Escampó. 20 días después cumplí con el plan] : https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/ruta-del-arte-en-valdivielso-151789468
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 69 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 672 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
Habíamos estado en Panizares de Valdivielso por primera vez en nuestra segunda ruta de los ‘tiempos modernos’ (con guía). Eso fue dos años y dos meses antes. [1]
[1] https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/sierra-de-la-tesla-desde-panizares-81252077
Aquella fue una de las más duras (IBP 100) y también de las más bonitas. Paradójica correlación esta. Supongo que no hay causalidad directa entre dureza y belleza percibida. Tal vez las endorfinas hagan de intermediarias; de ‘corre-ve-y-dile’.
En aquel entonces, en un lado de la balanza, el de la •Dureza, el fiel se aplanaba bajo la carga de:
(a) los mil metros de desnivel, 17 km largos, y un IBP 'de infarto'; (b) las 7 horas erguidos (la fruta y la chocolatina, de pie…); (c) las dos bajadas tremebundas (a su lado, de las subidas, ni me acuerdo…); (d) el caluroso día de mediados de agosto….
En el otro lado, el de la •Belleza, el fiel se iba por las nubes, en victorioso contrapeso:
(a) los Cuchillos de Panizares, rocas que erizan los pelos; (b) el exclusivo bosque de los tejos, la estrella oscura; (c) los eremitorios Cuevas de los Portugueses y el de San Pedro; (d) las vistas de Valdivielso y el interior de la Sierra de la Tesla….
Ya en el presente, me rondaba el cosquilleo para volver. En estas veo recién publicada una ruta que sale de Panizares, sube al cordal sur de La Tesla, el de Los Cuchillos, y añade el ascenso al Coronilla.
Para remate, el autor (ver debajo, en LA RUTA) dice que desde el Coronilla ‘se podría’ divisar ‘Toronto entero’. ¡Vaya, justo la que me faltaba; la urbe de los torontonians! No se hable más. Mañana mismo habrá un cielo despejado.
Los tejos y demás atracciones se quedarán para otro día. Todo no cabe en uno solo; o sí, pero el cuerpo ya no aguanta tanto.
LA RUTA
El verano se había infiltrado con todo su ardor en el ‘veranillo’. El día se preveía caluroso, rondando los 30 grados en el lugar de la ruta. Había, pues, que apurarse en comenzar temprano.
De camino, de noche, entre las 7 y las 8 h am, el termómetro se movió entre 2 y 6 grados (ni uno más). El 3 era el accionista mayoritario. Entrando en Oña, la pantalla bailaba entre el 2 y el 3, indecisa. Aún no se veían ni los fantasmas.
Inicié la ruta en Panizares con 6 grados. Del sol nada se sabía aún; desperezándose al otro lado del Himalaya, supongo. Subí al collado de La Tranca (larga y dura) en un periquete; como un cohete.
Bajando del Coronilla, oí nueve campanadas. Con esa temperatura, no hubo mérito alguno en lo mío. Había que correr para entrar en calor.
(…) Terminaría (terminé) la ruta en Panizares a las 12 h con 19 grados. Más tarde, el termómetro se desbocaría. Efectivamente, se alcanzaron los 30 a las 16 ('durante la siesta'…). La suerte hay que buscarla.
Seguí, básicamente, la guía de ’luis.itxina’ https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/551-alto-de-la-coronilla-en-la-sierra-de-la-tesla-entre-los-portillos-de-la-puerta-y-de-la-tranca-145214581, si bien invirtiendo la secuencia de marcha (ver Posibles Dificultades, debajo).
Un par de primeros pasos en Panizares y ya no queda otra sino afrontar una subida constante hasta el collado de La Tranca (km 2,4).
El ceñido sendero debe hacer las delicias del agua en las escorrentías: saltando traviesa sobre las piedras o empujándolas; en desbocado ‘rafting’ por un sinuoso y vertiginoso tobogán.
(Pero a tus pies de carne y hueso ni se te ocurra mentarles esa diversión acuática; ni en broma; si no quieres tenerlos de morros el resto del día).
En el collado de La Tranca hay un descansillo y a continuación se alza el repecho final hasta la cima Coronilla (km 2,8). Fue bastante menos fiero de lo que imaginaba.
Tras el regreso al collado (km 3,4), nos espera una fase placentera de la ruta, por camino herboso, en suave desnivel o llano. Entre bosques de muchas especies arbóreas. Hasta el otro collado, el de La Puerta (km 6,7).
Allí hay que disciplinar de nuevo tobillos, rodillas, lumbares…. La primera parte del descenso (hasta el km 7,3) es igual de montaraz que lo fue la subida a La Tranca. Sólo que ahora, al bajar, hay riesgo de resbalones.
Después de los primeros 600 metros, escabrosos, el angosto sendero se convierte en camino, con suelo más firme y regular. Así hasta que desembocamos (km 8,4) en la cómoda senda (GR-99) que viene de Hoz de Valdivielso.
A partir de ahí hasta el final es como darse un garbeo. ¡Y un espectáculo! Menos mal que el camino es amplio, liso y llano…. Para que los pies vayan solos.
Lo digo para que no 'te la des'..., porque la vista y la cabeza las llevarás viradas lateralmente; sea hacia la sierra, sea hacia el valle. Embelesadas.
Posibles Dificultades:
Las mayores dificultades (moderadas) las constituyen el ascenso desde Panizares al collado de La Tranca y el descenso desde el collado de La Puerta. El suelo del sendero es ‘piedroso, pedregoso, y piedrilloso’.
Esos senderos son peores para bajar que para subir. Después de haber bajado (en otra ocasión; ver [1]) por el de La Tranca, y siendo así que es bastante más largo que el de La Puerta, aconsejo subir por aquél y bajar por éste.
Por ellos, aparte de las molestias, caben los resbalones. Despacio. No obstante, las pendientes no son excesivas ni hay peligro.
Únicamente, trepar los tres metros finales a la peña Coronilla exige tensar los músculos y templar los nervios. Cuidado allí.
La orientación es fácil con guía; y, si me apuran, diría que también sin ella.
DESTACADO
Las (pequeñas) inconveniencias del ascenso a, y el descenso de, los collados, son reales. Pero tienen la virtud de hacer que resalten aún más las bondades del resto, como contrapunto.
(1) Las Panorámicas:
Durante el ascenso a La Tranca y el descenso de La Puerta vamos comprimidos en estrechos senderos. Sólo disponemos de algunas ventanas para ver el exterior.
Sin embargo, en los collados se nos abren perspectivas hacia el sur, con el Valle de Valdivielso; y también hacia el norte, con el valle interior que hiende La Tesla.
Pero es en la cima Coronilla donde, según Luis.Itxina, ‘dominamos el mundo’. Como él dice, desenvuelto: “Si esto fuese Toronto, ...divisaríamos Toronto entero ;-)”. Ya he aludido (PREÁMBULO) al gancho que para mí (crédulo) tuvo ese extremo.
Subido a aquella apretada peña sobre el abismo, tal vez a nuestro guía virtual le pudo la euforia; comprensiblemente…. Luego detalla con rigor lo que sí se ve. No plagiaré su descripción. Baste con decir que merece la pena. Vete y descúbrelo.
En una palabra: (se ve) ‘todo-el-resto’ (sin Toronto). Tanto, tanto, no, pero mucho. A pesar de sus sólo 1.162 msnm, el Coronilla es una atalaya prominente sobre todo el Valle de Valdivielso y la Sierra de la Tesla; y bastante más allá.
(2) Los Bosques:
El recorrido se hace a través de bosques. Diríase que están pastoreados por peñas, las dos largas alineaciones rocosas de La Tesla. Esa imagen de guardianes (los cordales) del tesoro (los bosques) se vuelve especialmente vívida en el valle interior.
Son tupidos bosques de pinos, principalmente, pero también de robles y otras especies. La vertiente suroeste es algo más austera y seca; la noreste, la que da al interior (entre ambas dorsales) es más húmeda y heterogénea.
Sorprende en esta segunda su selvático jardín botánico. Entre el collado de La Tranca y el de La Puerta, caminamos bajo Peña Serrada flanqueados por un vergel arbóreo: pinos, boj, hayas, acebos, serbales, tejos, etc. (y muchos más ‘que no me sé’).
Para mayor variedad, bajo el piedemonte pétreo se aferran los árboles en taludes casi verticales. En esa vertiente noreste nos deslizamos por un suave alfombrado verde. Es imposible no maravillarse ante tanto contraste.
Más abajo, los cérvidos y corzos se hacían notar con sus berridos-ladridos; con descaro. Efectivamente, es como una selva; por si quedaban dudas.
(3) Los ‘Cuchillos’:
Roquedos crestudos, hieráticos e impasibles, los Cuchillos de Panizares son el protagonista de la ruta. Por lo menos, el que arrastra tras de sí los focos y las cámaras; el que acapara más fotos.
(Hubo, circunstancialmente, otro protagonista; éste, de carne y hueso. Expresivo y dinámico, en contraposición. Sobrevenido y bienvenido. Pero eso forma parte de la Anécdota.)
Los Cuchillos, más bien ‘agujas’, son formaciones calizas verticales. Entre redondeadas y aristadas de cuerpo, se afilan picudas en la cúspide. Parecen una falange de guerreros. Intimidan en ese espinazo bífido de La Tesla.
Se empinan justo entre los dos collados, en la zona más escabrosa de Peña Serrada. En algún punto en el camino de vuelta, me salí del mismo para acercarme a ellos. ¡Cómo atrae ese inhóspito cresterío!
En ese desvío, no me importaron las espinosas, ahora secas y despiadadas aulagas. Serían ‘heridas de guerra’; de las que luego puedes presumir: “Estuve (casi) debajo de Los Cuchillos. Mira las marcas en las piernas…”.
(4) Panizares:
Destaca su iglesia de origen románico. De ese linaje le queda un elegante ábside semicircular con varios canecillos distinguidos.
Quien diseñó la iglesia, sobresaliendo magnífica por delante de la muralla de Los Cuchillos, sabía que la estampa sería intemporal.
Además, a lo largo del pueblo hay diversos objetos decorados y macetas con flores. Algunas esculturas de carácter abstracto o simbólico esperan pacientes en un vano.
Todo ello hace pensar en mentes y manos artísticas. Sensibles y, a la vez, sin remilgos ante el trabajo duro; en el museo y a la inclemente intemperie.
ANÉCDOTA
Si el reloj en la torre de la iglesia funcionaba (y bien), entonces llegué de vuelta a Panizares recién cumplidas las 12 del mediodía. Mi reloj, ni lo miré.
Volvía parsimonioso, cachazudo, sin ganas de terminar. Dejándome rebosar por una experiencia memorable. Ni el áspero suelo bajando de La Puerta me había hecho mella.
Disponía aún de tiempo para apurar la fortuna de esa mañana. Allí, cualquier añadido sólo podría ser tan bueno como lo anterior. Aunque ya conocía Panizares, quise hacer un vaivén por su calle ‘principal’.
Serían 200 metros (entre ida y vuelta) desde la iglesia hasta el mirador que da al valle, en el que ya despuntaban los primeros visos otoñales. ¡Fueron 200 metros en 30 minutos! (¡Ni Usain!).
Lo hice sin ningún objetivo en mente; sólo haraganear un poco, desacelerando. No había necesidad de más, porque anécdota (otra) ya tenía. Sin embargo, enseguida me sucedió algo que la envió al baúl de los recuerdos; achicada.
Al final de la calle, un hombre cortaba leña. Su perro le acercaba palos (en la boca).
–“¡Vaya, qué inteligente!”, dije.
–“Sí, pero no es como Vd. piensa. Lo hace para que se los tire; para jugar”, me contestó.
(Pues doblemente inteligente, pensé).
Ya volviendo calle arriba, al pasar junto a una casa, vi en el penumbroso portal a otro hombre trajinando. No dije nada. Él estaba a lo suyo. Cinco segundos después de pasar, en mi memoria emergieron un nombre y una imagen.
¡Ostras!, ¿no es el artista? De él he visto varias esculturas de considerable tamaño, repartidas al aire libre por el Valle de Valdivielso y en la misma Sierra de la Tesla: ‘Refugio’, ‘Origen’, ‘Trébol’, ‘Pórtico’....
He leído sobre él. Goza de un merecido reconocimiento. Y es de por aquí, de la tierra…. ¡Sí, hombre, Carlos Armiño! Inconfundible presencia. Di marcha atrás.
–“Buenos días. Vd. es Carlos Armiño, ¿verdad? No deseo interrumpirle ni importunarle. Sólo un momento para tener la satisfacción de saludarle y decirle que admiro su obra”.
Afable, enseguida me pidió que le tutease. Me mostró lo que estaba haciendo en ese momento; ‘peleando’ con los colores de una pared (“ese gris…”). Hablamos ‘de esto y de lo otro’ (quizá 15 minutos).
--“¿Me permite hacerle una foto como recuerdo?”. Asintió.
Y aquí la tengo; con la fecha y hora grabadas en tiempo real (para escépticos). No la publico porque no le pedí permiso, pero hay numerosas fotos (suyas) en internet.
Fue el diamante que engastaba una mañana dorada.
[Ya está trazado el plan para una ruta por todo el valle, con 12 esculturas: 'La Ruta del Arte' en el Valle de Valdivielso. En cuanto escampe.]
[... Escampó. 20 días después cumplí con el plan] : https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/ruta-del-arte-en-valdivielso-151789468
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Easy to follow
Scenery
Moderate
Esos montes, estamos de acuerdo que enamoran a cualquiera, por sus rincones y parajes casí selváticos. Ahí volvemos una y otra vez, y aún nos aguardan cimas inhóspitas como Arrantalón. Todo se andará. Gracias maisid por tus halagadores comentarios. Seguimos en los caminos.
Gracias, luis.itxina. Me lo pusiste 'en bandeja'. Sí, La Tesla es un amor que siempre (y ya son unas cuantas) te recibe con los brazos abiertos y te corresponde con generosidad. Lo del Arrantalón suena muy bien. Por lo que veo/leo, alguna dificultad conlleva. Te seguiré los pasos (...'si puedo'...).