94. De Quintanaloma al Neolítico

INDICE IBP de Dificultad de la Ruta

Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/

El resultado del análisis IBP es de 55 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.

El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 484 metros (superior al que estima Wikiloc).


*Aviso: Hoy tenemos ruta con precuela (neologismo copiado del inglés, pero aceptado por la R.A.E.). La ocasión (me) es especial.

17 de abril de 2022. Principio por el final: empiezo a escribir esta nota sobre la ruta un par de horas antes de haberla comenzado… Con muchas expectativas e ilusiones sobre ella; con algunas ínfulas infundadas sobre mi persona. A ver si luego soportan la realidad.

Con esta entrada quiero hacer homenaje a una ruta y celebrar su primer cumpleaños. ¿’Homenaje a una ruta’? ¿’Cumpleaños’? ¿Humanizándola? –“¿Has perdido la brújula de la razón?”. “Bueno, admitiremos el beneficio de la duda hasta que intentes darle sentido”.

Hace hoy exactamente un año ‘y-un-día’ hice una ruta que partía del pueblo de Moradillo de Sedano, hacía parada en el de Quintanaloma, y se desplazaba hasta el fantástico paraje del barranco de La Nogala, bajo la ermita de Santa Ana. Desde allí, la ruta abría un apéndice en ascenso al más desolado páramo, hasta el dolmen megalítico de Las Arnillas. Retornaba al barranco mencionado y lo recorría, primero por el impracticable fondo en su margen derecha, y después retrepando por los imposibles taludes de ese lado, hasta finalizar en Moradillo. A pleno sol. Agotados llegamos. Tanto, que no nos detuvimos a visitar su singular iglesia románica (a su base se accede tras 170 y muchos escalones; los he contado esta vez).

--“¿Y quieres decir que un año (¡’yundía’!) después vas a ‘repetirla’?”. “¿Así, como si fuera una pena de cárcel, o algo?”. “¡Con la cantidad de magníficas rutas por explorar que hay en esa región!”. “¿Por qué repetirla?”.

Pues sí; por dos razones:

Primera, en su momento me encandiló. Y también me hizo sufrir más de lo normal, atrapado en el salvaje barranco de La Nogala. Encepados en un humedal enmarañado y selvático, conseguimos finalmente salir reptando por pendientes inverosímiles (y con riesgo…). Podría decirse que huimos; con gran alivio; y gracias. ...Sí, fue para tanto. ¿Y para qué volver? ¿Y, además, homenajearla? ¿Complacencia en el masoquismo? No (…creo…). Es para ‘demostrarle’ a La Nogala que no soy un miedica; …o que, si lo soy, puedo sobreponerme. (*).

Segunda razón. He dicho que la excursión me encantó. Sin embargo, algo frívolamente, no íbamos preparados para documentarla. Únicamente llevábamos nuestros teléfonos, con los que hicimos unas cuantas fotos, mayoritariamente personales, sin interés público (bueno, encontramos dos ¿proyectiles de mortero?, quizá de la Guerra Civil; foto en 'waypoint' 23). Y, sin embargo, la ruta, tal cual la recuerdo (quizá idealizada), merecía mucho más. “¡Ahora llevaré hasta cámara de movimiento…!”. Hay que saldar esa deuda con esta ruta (y con mi autoestima).

Me he informado bien sobre la ruta y no haré (ahora, en solitario) una mera repetición del recorrido. Partiré del pueblo de Quintanaloma (en lugar de Moradillo), bajaré hasta La Nogala y ascenderé hasta el dolmen (a recibir los rayos cósmicos; para eso se hizo éste). Con el sol naciente a favor, amaneciendo sobre el páramo. Luego, elegiré el punto correcto del cruce del barranco, de camino a Moradillo. Y esta vez no me perderé su excepcional iglesia. Desde allí, regresaré a Quintanaloma, que también merece una visita sosegada.

Así lo planifiqué unas horas antes en mi mente…Y así también sucedieron los hechos después en sus líneas maestras; en esencia y más o menos. Pero veamos los detalles, ahora en tiempo real, en tiempo de marcha.

Son las 7:28 a.m. Entrando en Quintanaloma. La Luna, hoy llena, se mantiene suspendida por encima del horizonte de poniente, como flotando. La ligera bruma la hace parecer somnolienta. “Uy, espera, no te duermas aún. Aguanta hasta que yo llegue a la iglesia y os saque una foto a las dos juntas. Pintoresca escena. De película”.

El sol, por su parte, justo en el extremo opuesto, parece que quiere emerger y no puede; o, tal vez, puede, pero no quiere: Se está tan calentito entre las sábanas…y en el páramo hace mucho frío aún. Clarea el horizonte por oriente, pero muy lentamente. Como desperezándose, aún legañoso. “Qué lento despertar…”.

La Luna, en cambio, se deja caer, amodorrada. Su perfil y sus trazos internos se difuminan cada vez más entre la bruma. “Ay, que no llego…” (a la iglesia, a unos 250 metros del pueblo). “Espera a despedirte del sol” (a ver si la ‘engaño’ con esa triquiñuela…). “Luna, lunera, cascabelera; …espera, … espera” (o con esta carantoña del poeta…).

…”¡Uf! Ya estoy junto a la iglesia”. Miro a occidente. …Nada…; …sólo bruma. Como de repente. Lo que he tardado en darme la vuelta, …en girar la cabeza. Como si la Luna hubiera dicho: “Hasta luego, Lucas”. No siendo ese mi nombre, para mí que es un ‘corte de mangas’ a su compañero. ¡“Maleducada”! (Al menos, sí la cogí desprevenida en dos fotos; …sin iglesia).

La iglesia sí se comportó (‘como Dios manda’). Allí sigue aferrada a su loma, como un faro en las parameras, con su esbelta torre y sus sólidas hechuras. Luego viene el despoblado de Loma y sus ruinas, y la ermita de Santa Ana, en un espigón rocoso, como vigía del barranco de La Nogala. Impresionante paraje todo él hasta aquí. Vuelvo a disfrutarlo; esta vez, al alba.

Desciendo al barranco desde la misma ermita y tomo una trocha hacia el costado opuesto de aquél. Cruzo varias vallas (se pueden superar) y me elevo suavemente hasta el páramo; pero páramo, páramo (ahora sí que no hay nada más; sólo hierba y matojillos). En esta ocasión ha sido infinitamente más fácil que la anterior (la del año y un día antes).

Llego a la corona del páramo: el dolmen megalítico. El túmulo, el túnel, el círculo con enormes lajas picudas verticales, como buscando aire y un camino hacia el cielo…Y los dos solitarios arbustos, como copetes de la corona…, dándole un toque risueño a tanta solemnidad. En un gran recinto cuadrangular de piedra cuidado con esmero. Presenta la estructura típica de sepulcro de corredor y cámara circular en el centro. A más de mil metros de altitud y en esas inmensas soledades, impresiona. Impresiona su presencia física, y más aún, si cabe, su significado; por lo que nos revela de nuestra propia naturaleza humana. Y muy bien conservado. Se data su origen en unos cinco mil años.

¡Qué extraordinario lugar! Todo ello con los primeros rayos del sol; oblicuos, casi horizontales sobre mis pies encima del túmulo. Con la luz entrando directamente por el corredor hasta la cámara. Difícil de superar. Allí me detuve un largo rato. Allí se me paró el tiempo. Podría haber sido más, pero quedaban otras maravillas que contemplar en la ruta. No digo que no volveré.

Desando el camino hasta el punto de acceso. No bajé directo al barranco de La Nogala, sino que me alejé hacia su cabecera por la ladera (en lugar del camino inferior). Eso me permitió descubrir algunas novedades, como las colmenas en los cantiles. Luego, el largo y placentero camino-sendero por el fondo del barranco hasta Moradillo (por el margen opuesto al de la vez anterior). Con su frondosidad y variedad vegetal, sus robles recubiertos de liquen o musgo color pistacho; o, tal vez, el acaparador musgo debajo del cual se intuyen los robles. Sea como fuere, el bosque adquiere un aspecto fantasmal (no da miedo en un día soleado, pero…).

Además del dolmen y el barranco, como puntos fuertes de la ruta, el tercero de ellos (el cuarto, si contamos al propio páramo), lo constituye la iglesia de Moradillo de Sedano. Conserva una buena parte de su fábrica arquitectónica y ornamentación escultural románicas. El frontal del pórtico y también sus capiteles tienen relieves de excelente y refinada factura, al igual que los canecillos en el alero bajo el tejado. Siguiendo con el arte, luego, también es destacable la iglesia de Quintanaloma, como todo el pueblo, muy cuidado; con su añejo galardón de embellecimiento provincial.

En conjunto, la ‘repetición’ de esta excursión un-año-y-un-día después bien ha merecido la pena. En realidad, la nueva ha terminado difiriendo de la vieja en aproximadamente el 50% del recorrido (con una longitud similar). Aparte de que todo lo vi y lo viví a una hora muy diferente del día. Así que, para nada resultó redundante. Sólo lo fue el trayecto entre Moradillo y Quintanaloma (que aproveché para probar[me] la maquinaria, a paso rápido, cuesta arriba); y el entorno inmediato del dolmen (pero con un acceso y retirada diferentes). La actual, más cómoda; la anterior, más aventurera y riesgosa. …Me quedo con… las dos.

(*) La verdad es que, hace un año, hicimos esa ruta simplemente consultando algunos mapas fijos (no interactivos). El acceso al (y el descenso del) páramo desde el barranco puede ser complicado en términos de orientación y también de exigencia física. Moverse por y cruzar el barranco, según por dónde, puede ser también complejo. Hace falta una guía para no perderse y elegir los puntos adecuados. Entonces fuimos confiados en nuestras capacidades de mortales e inexpertos; y con unas zapatillas bajas. Hay que ir mejor pertrechados; de cabeza y de cuerpo. Estábamos en clara desventaja ante una naturaleza agreste.