De San José al Collado de Vela Blanca por ruta de las calas (Cabo de Gata)

Es sin duda uno de los recorridos mas agradecidos que pueden realizarse en el entorno del Cabo de Gata, porque reúne belleza paisajística por una ruta de continuo sube y baja, que recorre diversas formaciones volcánicas, que nos ayudarán a comprender y valorar como se merece, este sorprendente Parque Natural.

El recorrido comienza en el aparcamiento y barrera de entrada a la Playa de los Genoveses. Lo habitual es subir al Molino y luego descender por una bonita senda hacia la parte norte de la ensenada, pero en esta ocasión nos decidimos por la ruta que utilizan los vecinos de Punta del Castillo para ir a bañarse. Es un sendero interesante que discurre a media ladera, accediendo por el lado este, que es la mejor orientación para hacer fotografías de los Genoveses a primera hora de la mañana. Dejamos el camino habitual (por el Molino) para el regreso, que en mi opinión, es cuando ofrece mayor atractivo.

Los Genoveses recibe su nombre porque en el año 1.147, una flota de doscientas naves genovesas llegadas para unirse a las tropas de Alfonso VII, en la conquista de Almería a los berberiscos, estuvo atracada en la bahía al menos dos meses, hasta que se produjo el ataque final a la ciudad. Posteriormente, en 1.571, se agrupó el ejército de la Armada Española, compuesta por mas de trescientos barcos y 30.000 hombres, antes de iniciar el camino a la Batalla de Lepanto.

Recorremos íntegramente la playa, caminando por la arena junto al mar y luego subimos al Morrón de los Genoveses (73 metros), que ofrece una buena perspectiva del entorno, mostrando la presencia inmediata de Cala Los Amarillos y el sendero que tenemos que seguir para continuar la marcha.

Cala Los Amarillos tiene una longitud de 120 metros y un ancho medio de 20, con una estupenda arena dorada. Está protegida por paredes de roca sedimentaria de tono ocre-amarillo que la resguardan del viento y garantizan un baño agradable.

Subimos el pequeño cerro que está a continuación y antes de coronarlo nos desviamos a la izquierda, por una senda que discurre pegada al acantilado. No es complicado, pero tiene un par de pasos en los que debemos ayudarnos de las manos. No es recomendable para niños ni para personas poco habituadas al senderismo o con vértigo. Pronto divisamos Cala Príncipe, una pequeña pero atractiva cala, donde durante años estuvo varada una patera azul, ahora desaparecida. Es un lugar ideal para baño nudista, porque es poco visitada. A continuación, debemos remontar para continuar el camino. Es un tramo corto pero exigente. En la parte final izquierda veremos unas interesantes formaciones de disyunciones columnares, sobre las que conviene hacer una pequeña aclaración:

En general, cuando vemos la presencia de columnas volcánicas, nuestra imaginación nos conduce a la emblemática Calzada de los Gigantes en Irlanda del Norte y pensamos en formaciones basálticas. Pero esa idea no siempre es cierta. En Irlanda del Norte se produjo un proceso erupción efusiva de colada de lava fluida, generando capas de lava oscura de metros de espesor y gran extensión, que se van enfriando de forma progresiva y homogénea, con solidificación uniforme y siempre de arriba hacia abajo (vertical). En estos casos se produce una sección hexagonal perfecta que no deja espacios libres entre figuras colindantes, todas ellas verticales.

En el Cabo de Gata no hubo coladas volcánicas, porque la lava no tenía la suficiente fluidez y se acumulaba en el punto de salida, formando una especie de cúpula que se conoce como DOMO de naturaleza andosítica, que es donde aparecen las disyunciones columnares multidireccionales y con ello, el encanto de la anarquía.

Podemos encontrar formaciones de roca volcánica de andesitas (las mas frecuentes) de tonos claros similares a las formaciones volcánicas de los Andes, dacitas con alto contenido en hierro y por tanto de colores más oscuros y riolitas, ricas en sílice y de composición parecida al granito. También encontraremos formaciones basálticas, como a continuación veremos, pero son mas escasas.

Tras Cala Príncipe accedemos a Cala Chica, caracterizada por un domo final de tipo dacítico, soportado por una base de ignimbritas de tono claro y estructura pórfida (similar a las que existen en Cala Rajá, que es donde las formaciones de ignimbritas alcanzan su mayor esplendor). Es una zona espectacular para disfrutar de la diversidad de formas y contrastes que es capaz de crear la naturaleza.

A partir de aquí, seguimos una ruta costera que no deja a nadie indiferente. Se trata de un paso entre el mar y el muro de roca volcánica, que puede tener 2 metros de ancho o sólo 20 centímetros, depende del estado de la marea. Es un recorrido divertido porque siempre existe la posibilidad de mojarse los pies.

Llegamos a Cala Grande (que también se conoce como Cala Barranco), donde hubo una cantera de adoquines de basalto y luego la estupenda Cala del Lance del Perro, con su característica formación de columnas irregulares, que emergen de la arena en el centro de la playa, ante la que es obligado hacerse la foto de recuerdo. Es uno de los hitos del Cabo de Gata.

Al fondo de la Cala del Lance hay una colina de andesitas que impide el paso. Es en el lado mar de esa colina, donde se encuentra la Cueva del Barronal. Tras echar un vistazo, no queda más remedio que elevarnos para llegar a Cala Barronal. Lo hacemos sin subir a la cima. Antes nos desviamos de nuevo a izquierda para seguir la ruta que discurre volada sobre el acantilado.

Cala Barronal tiene otra bonita playa de arena tostada, a la que se accede sin dificultad desde el camino de los Genoveses, razón por la cual suele concurrir mucha gente.

Tras Cala Barronal llegamos a la singular Cala Palmito, con sus formaciones centrales de taffonis en tonos ocre-amarillos, luego tenemos una vista aérea sobre la Calita de Mónsul y al coronar la última elevación, nos situamos próximos al punto culminante de la Duna Rampante, lugar de embrujo especial, que empezó a formarse hace 2.500 años y que ahora está protegida, por lo que no se puede caminar sobre ella. Es del tipo “barján”. La arena asciende por la ladera impulsada por el viento y cubre el cerro volcánico, formando una sección de arena de media luna.

Descendemos a la Playa de Mónsul y su característica peineta (también conocida como “Ola petrificada de Mónsul”). Es un lugar ideal para el baño pero también suele estar concurrido.

Finalmente accedemos a la encantadora Cala Media Luna, tras lo que iniciamos el regreso ante lo tórrido de la temperatura. Dejamos por visitar Cala Chicré y Cala Carbón, en las que he estado en múltiples ocasiones y a las que se puede acceder en coche. El recorrido podría seguir algo más, hasta llegar a Punta Redonda, final oficial del trayecto.

El retorno lo hacemos por el camino de tierra que enlaza Genoveses con el Collado de Vela Blanca. En el primer tramo disfrutaremos de las mejores visuales de la Duna Rampante. Al llegar a la altura de los Genoveses abandonamos el camino principal y enfilamos a la playa que iremos bordeando hasta localizar la senda que nos sube al Molino. Es una muestra típica de estepa subtropical, con vegetación exuberante de acacias, ágaves, palmeras, adelfas, palmeras y pino mediterráneo. Precioso recorrido en estado semisalvaje, a pesar de su proximidad a la civilización.

Finalizamos en el Molino de los Genoveses, muestra representativa de los molinos de la zona que se utilizaban la fuerza del aire para mover una piedra cilíndrica (“volandera”) sobre otra fija llamada solera y así moler el grano de cereal, que caía hecho harina a la planta inferior, donde era ensacado. El Molino disponía de vela y una guía de madera que permitía orientarlo con las aspas en la dirección del viento. Fueron introducidos en la zona en el Siglo XIX y perdieron su funcionalidad a lo largo del Siglo XX, cerrando lo últimos en los años setenta.

Es una excursión ideal para disfrutar sin precipitación. Bañarse en Cala Príncipe y relajarse en Cala del Lance. Comer y disfrutar de la soledad en un paisaje de película. Si lo hacemos así, puede llevarnos unas 5 horas.

Por último, mi agradecimiento a Carlos Moreno, vecino de Rodalquilar durante su infancia, con el que disfruté mi primera Integral del Cabo de Gata hace ya seis años. Partimos de Aguamarga a las 7 de la mañana y terminamos a las 20 horas en el Faro. Recorrido inolvidable, así como sus divertidas explicaciones sobre la Duna Rampante, la vida de los años 60 en Rodalquilar y el origen del nombre Las Negras.