Sant Quirze del Vallès S2 a Terrassa R4 i Passejant per Ègara

Decidimos volver a Terrassa, aunque esta vez desde el sureste, ya que en la anterior ocasión en que lo hicimos desde Vacarisses, la niebla y la lluvia se conjuraron, desluciendo la jornada. También decidimos viajar en transporte público, y ya en el andén de FGC empezamos a pagar el habitual peaje por tener el vicio y el placer de caminar por hermosos enclaves. Un problema técnico en el convoy obliga a resetar la máquina, y debemos , lo que para nosotros es una eternidad, aguardar ante las cerradas puertas, aguantando estoicamente un calor infernal, y suplicando a los hados fervorosamente la pronta resolución de la avería. En este caso, contemplar la desesperación del resto de sufridos viajeros, no suavizaba el momento, sino todo lo contrario. Abrirse las puertas y tomar al asalto los vagones, fué visto y no visto, un tropel desenfrenado aunque moderadamente controlado, ya que había frescor y asientos para todos. Aunque distraidos con los habituales chascarrillos, no pudimos sino observar humildemente nuestra ignorancia geográfica, puesto que el tren se detuvo en varias estaciones para nosotros nunca oidas. Ya en la estación de Sant Quirze del Vallès, se despertó nuestra memoria de sitios y lugares visitados, puesto que en otra ocasión estuvimos por aquí para hacer "Un tomb per la Serra de Galliners", en una ruta que aunque su objetivo apuntaba hacia las cercanías de Rubí, compartía algunos tramos, como pudimos después comprobar, con la que hoy nos ocupa. Cruzando el aparcamiento de la estación, hollamos sin pausa el inicio del GR-173 y la Ruta Botánica. Recordamos de la anterior ocasión la Torre Gorina, hoy oculta por los árboles, la pista de patinaje, la riera y el lago del parque, patos incluidos. Pasamos junto "als pollancres", el "pi i els roures", pudiendo de nuevo sólo entrever la Ermita de Can Poncic, oculta por las ramas. Dejamos atrás este tramo de Gr tan perfectamente diseñado, en nuestra opinión, para caminar por él, y pisando tierra, llegamos al túnel bajo la C-58, soportando por breves instantes el tronar de los vehículos sobre nuestras cabezas. Distraidos debatiendo sobre los terrenos en venta y la pérdida de vocación de los herederos para cultivarla, sin acritud ni menosprecio hacia ellos, y agradeciendo las abundantes sombras que vamos encontrando, llegamos a la Creu de Can Badiella primero y a la N-150 después. Al frente, el colosal edificio del Hospital de Terrassa pleno de actividad y ajetreo, con el parquing y los módulos aledaños ocupados discretamente por los fumadores, medio escondidos para no ser amonestados por no respetar las prohibiciones. Tanto el Gr com la mayoría de tracks, giran aquí a la derecha para después de rodear el hospital, retroceder hasta el otro extremo del parquing. Por nuestra parte optamos por girar a la izquierda y cruzando el aparcamiento sin tomar tiquet ni resguardo alguno, desaparecer en el bosque para retomar el Gr. Nos detenemos para fotografiar Torrebonica, aunque algo alejados, admirando su hermosa arquitectura. Ya llegamos al antiguo "Baixador", hoy zona de recreo, donde un abuelo sentado a la sombra cuida del nieto, que con los ojos relucientes, baila al son de un infantil teclado contagiando su alegría al abuelo, paseantes y ciclistas. Para evitar caminar junto a la via hemos previsto tomar un sendero, que aunque vemos que está marcado con flechas amarillas del Camí de Sant Jaume", acaba en una cerrada trampa de cañas y zarzas, que como feroces guardianes impiden el paso con saña y sin piedad. Tramo que borrado de este track, desandamos entre bromas, aseverando que si fueramos senderistas habituales de la zona, ya habríamos hace tiempo abierto camino a mandobles, armados con afilados machetes, en una misión suicida. Nos cruzamos con varios paseantes habituales, observando que en uno y otro sentido, todos evitan el atajo , caminando junto a la vía. Perdida la quietud, llegamos a Terrassa, nos sumergimos entre el tráfico y las gentes, buscando ahora otras distracciones. Se convierte ahora la ruta en visita urbana. Visita en la que hemos intentado abarcar los puntos de interés publicitados en las guías, procurando también seguir el recorrido por la sombra, que suponemos será de agradecer en estas calurosas fechas. El hermoso Parc de Vallparadís contiene arboledas, césped y un "trenet" para solaz de los visitantes, además de la Casa Bauman y el "Castell Cartoixa". Una colgante pasarela desemboca en el conjunto de iglésias de la Seu d'Ègara, cerradas a cal y canto con una fornida verja no pudimos acercarnos a ellas, visitables según creímos entender en horario de oficios. Como el sol apretaba sin compasión, seguimos camino, compensando el desengaño con un profano estudio del "Pont de Sant Pere", en aparente rehabilitación, intentando adivinar la fecha de su contrucción. Por su aspecto y los materiales con que fué construido, dedujimos que era muuuuy antiguo, acertando plenamente, ahora que sabemos que es del siglo XVI. Paseando por las calles d'Ègara, admiramos varios edificos singulares, catalogados a juzgar por los paneles informativos que hay junto a su fachada; la Catedral del Sant Esperit, de la que no acertamos a descubrir más que su parte frontal en la Plaça Vella; el monumental edificio del Ajuntament, el Mercat de l'Independéncia con sus bien cuidadas paradas; la impresionante Masia Freixa y el Parc de Sant Jordi que la rodea; el "Museu de la Ciéncia" con entrada gratuita en estas fechas por cuestiones medioambientales (tradución libre: no dispone de aire acondicionado???) y su hermosa Rambla d'Ègara. Sin mas que contar las chimeneas que testimonian por doquier su pasado industrial y una pausa de hidratación, llegamos a la estación, abordando el tren sin incidencias, arrojándonos sin pudor en sus gélidos brazos.