De Villarino de los Aires a la cascada del Desgalgadero y el cañón del Tormes

Salimos de las afueras de Villarino de los Aires tomando el camino asfaltado que de la carretera DSA-560 sale hacia el teso de San Cristóbal y que aparece señalizado. Nos dirigimos en primer lugar hacia la cascada del Desgalgadero, una caída de agua de unos cincuenta metros de la ribera de la Pescadera, a la que, nada más caer, se unirán las aguas del regato del Rebollar, ambos bien surtidos de agua en época de lluvias. Desde la cascada seguiremos paralelos, aunque a cierta altura, a la ribera de la Pescadera, que se abre paso en un hermoso tajo en el que no faltan varias pequeñas cascadas, de las que disfrutaremos desde arriba con buena perspectiva. El curso del agua terminará su recorrido en el río Tormes, en una zona que llaman el Encuentro, quizá por esa confluencia de las aguas, y nosotros continuamos paralelos al río cruzando un arenal hasta que, poco antes de finalizar y siguiendo la señal existente, giremos a la izquierda para bajar hasta la misma orilla del Tormes para poder ver de cerca un pequeño cañón por el que pasa, desde el que podremos también ver, en la orilla opuesta, otra caída de agua, la llamada cascada de la Escalá.

Finalmente subiremos hacia la parte alta de ese cañón, desde donde podemos descender de nuevo al río, cosa que no hicimos, ver de más cerca la cascada y, tras ver los restos de un magnífico chozo levantado en una majada, que desafortunadamente terminará por arruinarse, tomar el camino que sigue hacia el sur, que nos mostrará, a nuestra izquierda en bonito valle encajado formado por el Tormes. Poco después, a la altura de un par de enormes torres de alta tensión, bajaremos a un vuejo camino, apenas perceptible pues ahora sólo algunos animales lo recorren, que por la la ladera de la ribera de la Pescadera, nos conducirá de nuevo a la cascada del Desgalgadero, desde la que volveremos al punto de partida por donde ya pasamos.

Una ruta muy bonita que, aunque carece de señalización normalizada, se puede seguir bastante bien pues la primera parte, hasta la desembocadura de la ribera en el Tomes, aparece marcada con unas cintas rojas y blancas atadas a los árboles, y a continuación aparecen unos postes con dos rayas blanca y negra, o con los hitos que nos llevan hasta el cañón.

Resultan vistosas las cascadas, pero lo más interesante es el recorrido paralelo a los cursos de agua y la gran cantidad de testimonios, algunos bien conservados, de arquitectura popular: chozos, molino, corrales circulares, refugios diversos aprovechando rocas, etc., sin dejar de lado la vegetación, en la que predominan encinas y carrascos junto a árboles y plantas de ribera , sin olvidarnos de los olivos y frutales, algunos almendros, que están en unos bancales que ocupan casi toda una de las laderas, y los enebros que aparecen en otros lugares de los Arribes de manera abundante.