Del Calar de la Santa a Arroyo Tercero y Pinturas Rupestres de la Cañaíca del Calar (Moratalla)

Improvisar es guay, que decía aquél. Hoy hemos seguido esta máxima y hemos aterrizado en el Calar de la Santa, una pequeña pedanía moratallera rodeada de exuberante naturaleza.

No es la primera vez que caminamos por aquí, ni mucho menos, pero sí que teníamos pendiente hacer la visita a las pinturas rupestres de la Cañaíca del Calar. Yo sí que las conocía, pero entonces vine en coche, lo que nos apetecía era hacer una pequeña ruta senderista por la zona.

Y la jugada nos ha salido casi perfecta. Digo casi porque se nos ha quedado pendiente de ver uno de los abrigos. No sabíamos cuántos eran, hemos localizado tres, y posteriormente hemos visto un cuarto que ha quedado pendiente. No importa, nos ha gustado tanto que la idea es volver en otra ocasión para hacer la visita guiada.

En cuanto a la ruta, es una preciosidad, sobre todo desde el corral hasta Arroyo Tercero.

Primero salimos de Calar de la Santa junto a la Ermita de Nuestra Señora de la Asunción. Entramos en un sabinar con muy buenas vistas del entorno de Villafuerte y La Rogativa hasta el Calar Blanco y Revolcadores.

El bosque por el que caminamos es un pequeño laberinto, así que si no os queréis perder id atentos al track, aunque equivocarse aquí te llevará sin duda a un bonito rincón.

Hay un tramo corto que abandonamos el camino por un sendero menor, a veces difuso y mimetizado con el terreno, pero que acaba en otra senda más clara, que será la que nos lleve al corral en ruinas antes mencionado. Esta senda, a media ladera sobre el Arroyo de la Melera, es realmente bonita.

En el corral nos desviamos a la izquierda, pasando junto a una vieja y singular balsa. Vadearemos el cauce del Arroyo de Las Cañadicas del Calar justo antes de su desembarco en Arroyo Tercero. Como veis, tres arroyos en apenas unos metros, así que la presencia de agua es casi segura.

Tras cruzar el arroyo giramos a la izquierda, acompañando ahora al cauce de Arroyo Tercero. El día, limpio y luminoso, ofrece unas preciosas estampas de un cielo profundamente azul sobre el bosque de pinos de un verde igualmente profundo.

El cerro que destaca a nuestra izquierda es el Castellar, cuya cumbre alcanza los 1374 msnm. Nosotros seguiremos nuestro tranquilo camino, del que nos desviaremos subiendo un tanto a la derecha, siguiendo una canal de agua y pasando por dos pequeñas y semiderruidas balsas.

A la derecha, paredes de roca y feos desprendimientos de las numerosas canteras que hubieron y hay por la zona. A la izquierda, pequeñas huertas.

Llegamos al mínimo caserío de Arroyo Tercero, donde nos reciben tres simpáticos perros (deben ser los tres mosqueperros). Vemos el lavadero y descubrimos una pequeña ermita (más bien capilla). Se trata de la Ermita de la Virgen del Carmen, es privada y los dueños están en la puerta de casa. Muy amables, nos permiten verla e incluso nos abren la puerta. Aunque es reciente (1995), nos cuentan que al principio hacían una pequeña procesión o romería por las calles y casas del lugar, pero se perdió hace años.

Es hora de volver al camino, así que desandamos hasta llegar al corral. Desde aquí vamos a seguir un camino paralelo al Arroyo de Las Cañadicas del Calar. Al otro lado, a nuestra izquierda, divisamos las vallas que protegen los abrigos donde se encuentran las pinturas rupestres. Tendremos que avanzar hasta llegar a un camino que, a la izquierda, vadea el arroyo.

Aquí subimos cómodamente por un sinuoso sendero y visitamos tres de los cuatro abrigos. Distinguimos varias figuras: el ciervo lanceado y otro cuadrúpedo más pequeño en el primer abrigo; imágenes figurativas en el segundo; pero en el tercero no hemos sido capaces de ver nada. Creo que la figura del cazador está en el cuarto abrigo, el que se nos ha escapado.

De vuelta al camino paralelo al arroyo, caminamos tranquilamente bajo la intensa humedad de este paraje de umbría. Lo único que afea esta ruta, y además considerablemente, es la enorme cantidad de piedras y rocas desprendidas de las canteras.

No tardamos en llegar a la entrada del pueblo, poniendo así fin a una ruta muy cómoda, muy bonita y muy recomendable.