Del Salto de la Novia al Estrecho del Solvente por el río Segura (Ojós)
near Ojós, Murcia (España)
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Trail photos
Itinerary description
Ruta por el corazón y esencia del Valle de Ricote, rodeados de limoneros, naranjos, palmeras y vinagrillo, con el rumor de las acequias y del paso tranquilo del Segura, alimento y causa del bellísimo entorno que disfrutaremos en este paseo.
Aparcamos en las inmediaciones del Salto de la Novia. Si no hay espacio arriba se puede bajar a pie de río, donde hay más plazas.
Comienzo el paseo río arriba, por su margen derecha, pero dejo el camino a la primera oportunidad, yendo a la izquierda por otro menor, encementado. Más que un camino es un pasillo flanqueado por muros que guardan limoneros. En mitad del camino corre el agua sobrante del riego de estos bancales, volviendo al río.
Visitamos las ruinas de un viejo molino harinero, que también fue utilizado para picar esparto. Nos hemos separado brevemente del Segura, pero estar inmersos en este mar de limoneros no tiene parangón. El laberinto de caminos y sendas conducen al mismo lugar: Ojós.
Pero antes de llegar disfrutaremos como niños del lugar. Y es que cada rincón es de postal. Las palmeras sacan la cabeza y sobresalen de la homogénea altura de los limoneros. Al fondo, el Alto del Solvente en la Sierra del Chinte ofrece su silueta única, irreal, casi mágica, con aquellos pliegues imposibles en sus paredes verticales. El azul potente y limpio del cielo completan el espectáculo.
Así entramos en Ojós, buscando su Iglesia de San Agustín, y pasando por las calles de San Pascual y de San José, estrechas de por sí, y aún más por la cantidad de macetas colgadas de las fachadas, puestas en el suelo, incluso sentadas en viejas sillas. Parece que estemos caminando por un belén navideño, o por un decorado. Pero no, es Ojós.
En la iglesia giramos a la derecha por la calle principal para ir de nuevo a la derecha. Buscamos el Lavadero de la Canal, restaurado, antes de regresar al océano huertano de limoneros y hasta melocotoneros, ya florecidos y vestidos de alegre rosa.
Ahora estamos obligados a salir a ka carretera, así que debemos extremar ka precaución porque trae bastante tráfico. Lo bueno es que tiene muy buena visibilidad, pero en todo caso recomiendo apretar el paso para salir cuanto antes. Eso sí, se nos hará imposible renunciar a hacer algunas fotos. Hasta los coches van despacio por aquí, admirando el panorama.
A la altura de una central hidroeléctrica dejamos por fin la carretera. Bajamos una empinada escalera y volvemos a nivel del río, avanzando en busca del puente tibetano. Antes de cruzarlo seguiremos aún unos metros para ver el Estrecho del Solvente. El puente bailará a nuestro paso. Estamos en un rincón espectacular.
Ya al otro lado del río emprendemos la vuelta, ahora en el mismo sentido de la corriente. El primer tramo es precioso y divertido, debiendo salvar unas rocas y siguiendo una pequeña acequia o canal antes de salir al camino ancho del propio Segura.
Caminamos tranquilamente hasta el Parque de las Palmeras, donde un chorro de agua vertical dispara al cielo. Cruzamos el Puente de Ojós y continuamos por la margen derecha del río hasta el siguiente puente, junto al Jardín de las Tres Culturas. Cruzamos también este puente colgante y regresamos a la margen izquierda.
Nos hemos decidido a cruzar todos los puentes que encontremos, y ahora ya sólo falta el último, el del Salto de la Novia, que nos deja pegados al aparcamiento, satisfechos de haber realizado una ruta tan bonita por una de las auténticas joyas naturales y patrimoniales de la Provincia de Murcia.
Aparcamos en las inmediaciones del Salto de la Novia. Si no hay espacio arriba se puede bajar a pie de río, donde hay más plazas.
Comienzo el paseo río arriba, por su margen derecha, pero dejo el camino a la primera oportunidad, yendo a la izquierda por otro menor, encementado. Más que un camino es un pasillo flanqueado por muros que guardan limoneros. En mitad del camino corre el agua sobrante del riego de estos bancales, volviendo al río.
Visitamos las ruinas de un viejo molino harinero, que también fue utilizado para picar esparto. Nos hemos separado brevemente del Segura, pero estar inmersos en este mar de limoneros no tiene parangón. El laberinto de caminos y sendas conducen al mismo lugar: Ojós.
Pero antes de llegar disfrutaremos como niños del lugar. Y es que cada rincón es de postal. Las palmeras sacan la cabeza y sobresalen de la homogénea altura de los limoneros. Al fondo, el Alto del Solvente en la Sierra del Chinte ofrece su silueta única, irreal, casi mágica, con aquellos pliegues imposibles en sus paredes verticales. El azul potente y limpio del cielo completan el espectáculo.
Así entramos en Ojós, buscando su Iglesia de San Agustín, y pasando por las calles de San Pascual y de San José, estrechas de por sí, y aún más por la cantidad de macetas colgadas de las fachadas, puestas en el suelo, incluso sentadas en viejas sillas. Parece que estemos caminando por un belén navideño, o por un decorado. Pero no, es Ojós.
En la iglesia giramos a la derecha por la calle principal para ir de nuevo a la derecha. Buscamos el Lavadero de la Canal, restaurado, antes de regresar al océano huertano de limoneros y hasta melocotoneros, ya florecidos y vestidos de alegre rosa.
Ahora estamos obligados a salir a ka carretera, así que debemos extremar ka precaución porque trae bastante tráfico. Lo bueno es que tiene muy buena visibilidad, pero en todo caso recomiendo apretar el paso para salir cuanto antes. Eso sí, se nos hará imposible renunciar a hacer algunas fotos. Hasta los coches van despacio por aquí, admirando el panorama.
A la altura de una central hidroeléctrica dejamos por fin la carretera. Bajamos una empinada escalera y volvemos a nivel del río, avanzando en busca del puente tibetano. Antes de cruzarlo seguiremos aún unos metros para ver el Estrecho del Solvente. El puente bailará a nuestro paso. Estamos en un rincón espectacular.
Ya al otro lado del río emprendemos la vuelta, ahora en el mismo sentido de la corriente. El primer tramo es precioso y divertido, debiendo salvar unas rocas y siguiendo una pequeña acequia o canal antes de salir al camino ancho del propio Segura.
Caminamos tranquilamente hasta el Parque de las Palmeras, donde un chorro de agua vertical dispara al cielo. Cruzamos el Puente de Ojós y continuamos por la margen derecha del río hasta el siguiente puente, junto al Jardín de las Tres Culturas. Cruzamos también este puente colgante y regresamos a la margen izquierda.
Nos hemos decidido a cruzar todos los puentes que encontremos, y ahora ya sólo falta el último, el del Salto de la Novia, que nos deja pegados al aparcamiento, satisfechos de haber realizado una ruta tan bonita por una de las auténticas joyas naturales y patrimoniales de la Provincia de Murcia.
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