Descenso a la bóveda de la catedral de Labetxu en la playa rosa/roja de las gaviotas (Jaizkibel)
near Jaitzubia, País Vasco (España)
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Trail photos
Itinerary description
Al polifacético grupo de los siete que recientemente acudimos a Grankanto, a esta extraordinaria excursión se nos ha unido el amigo Rafa, con su fabulosa cámara de fotos.
La caminata de 9 km y algo más de 400 m de ascenso acumulado, ha tenido una duración de unas 6 horas, con más tiempo extasiándonos en la contemplación detallada y fotografiado de estas impresionantes geoformas y artísticas estructuras geológicas que de movimiento entre ellas.
A la excursión a Grankanto de hace dos semanas, en situación anticiclónica en la península ibérica (la inversión térmica crea una “boina” de contaminación encima nuestro que no siempre apreciamos a simple vista pero que impide la dispersión de los contaminantes), llevamos un medidor de partículas finas PM2.5, que reflejó durante la marcha niveles de polución superiores a los recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), similares, por otra parte, a los que previamente a la salida teníamos en Donosti.
Esta vez, sin inversión térmica, al tener por la mañana en la ciudad valores de PM2.5 inferiores a los establecidos por la OMS, no consideramos necesario portar el medidor, que habría dado, evidentemente, resultados satisfactorios.
La etapa la hemos considerado como de “MUY DIFICIL” pues a pesar de la bajamar, la regata traía bastante caudal y, además con abundante verdín, lo que entrañaba UN RIESGO ALTO DE CAIDA POR RESBALAMIENTO, NO SOLO EN EL PASO DE LA REGATA SINO TAMBIÉN PRÁCTICAMENTE EN TODO EL FRENTE DEL LITORAL.
Por ello la bajada al litoral SOLO ACONSEJABLE REALIZARLA CON PERSONAL EXPERTO Y CONOCEDOR DE ESTOS BELLOS Y DELICADOS PARAJES NATURALES dignos del mayor cuidado y protección.
Y SOLO EN VERANO Y CON MAREA BAJA!!!
Hablando de ARTE, en una de las visitas anteriores a estas “filigranas” de la naturaleza, realizada con nuestro acompañante Carlos “el artista”, de que si esas virguerías eran o no obras de arte, pues además de un gran valor geológico y paisajístico, lo tienen también desde un punto de vista estético, ahora un pequeño pero interesante y jugoso comentario acerca de estas joyas naturales que encierra el enigmático y aún poco conocido monte Jaizkibel: Grankanto, Gaztarrotz, Labetxu, Paramoudras...
Comentaba “el artista”, que no se puede decir que estas geoformas y estructuras geológicas sean Arte (por no ser resultado de una actividad humana consciente), pero por formas, colores, combinaciones, relieves, composiciones plásticas, materiales y resultados evidentes de grandiosidad y delicadeza de los pequeños detalles (como bien se aprecia en algunas de las imágenes), merecen serlo, o al menos, tienen tanto interés como el Arte.
El reportaje fotográfico es un “mix” de bellas imágenes de los excursionistas, entre las que caben destacar las de Rafa.
A continuación el magnífico texto de Javier, un poeta de la naturaleza (según Jesús Mari)
En el litoral del JAIZKIBEL
Al encuentro de LA BÓVEDA DE LA CATEDRAL
El monte Jaizkibel y especialmente su franja marítima terrestre, es un escenario excepcional en los litorales europeos, una referencia fundamental en nuestro patrimonio natural. Todo el recorrido desde Pasai Donibane hasta el Cabo de Higer-Hondarribia es una Georuta en un entorno privilegiado en el que se fusionan paisaje, naturaleza e historia. Diferentes geoformas replegadas y emergidas desde el fondo marino, durante la formación de los Pirineos, surgen a lo largo del camino con formas curiosas y extravagantes que se desarrollan en sus cuevas y oquedades. “Gracias a la composición de rocas areniscas y por el trabajo de erosión de millones de años, la alta solubilidad del carbonato cálcico que une y cohesiona los granos de la arenisca, hace que sean fácilmente erosionables por el agua de lluvia y la húmeda brisa marina. El resultado es un proceso de disgregación de la roca en granos sueltos de arena. De esta manera, los antes masivos estratos de arenisca muestran oquedades allí donde la erosión de los agentes atmosféricos y el agua marina ha sido mayor, configurando unas características texturas de gran belleza denominadas geoformas” (JAIZKIBEL Amaharri). Todo tipo de formaciones morfológicas: espectaculares concavidades, cúpulas, agujeros, arcos, ventanas, y puentes de roca, con trazados comparables a hojaldres, cordales, alvéolos, cortinajes, celdas, cuerdas entrelazadas, panales de abejas, encajes de bolillos, y dibujos eólicos con llamativos y diferentes colores de delicada finura. Para intimar con todos ellos se necesitan muchos “viajes” al litoral del Jaizkibel. En él , en unas escondidas cavidades, descubriremos un alarde de formas con diversidad de aspectos y colores de gran belleza.
Nace la excursión en el Km 10,2 de la carretera del puerto de Jaizkibel, muy cerca de su espectacular mirador cuyas vistas abarcan desde Landas hasta el Pirineo y que cuenta con una gran mesa de orientación para poder identificar pueblos y montañas. Cruzamos la carretera para coger una ancha pista que desciende hacia la costa. La pendiente se acentúa cuando cruzamos el “Talaia Bidea” que une las poblaciones de Hondarribia y Pasai Donibane, hasta llegar a Lekueta. Continuamos en suave descenso hasta un murete de piedra y una alambrada que nos indican que ahí está la muga entre Pasaia y Hondarribia. Unos metros más adelante encontramos las ruinas del caserío Gaztarrotz, el más alejado del casco urbano de Pasai Donibane. Junto a las mismas se encuentra la placa con el “bertso” correspondiente que IKUR escribió en 1933 a cada uno de los 18 caseríos con los que entonces contaba Donibane. A partir de este punto debemos continuar paralelos a Gaztarrotz Erreka por una desdibujada senda oculta entre la exuberante vegetación, lo que dificulta nuestro avance. Estamos vigilados atentamente por unos cuantos buitres leonados situados en algunas de las cornisas del roquedal cercano por algo llamado Putrekabi. Continuamos, no sin dificultad, y empezamos a ver a nuestra izquierda las primeras cavidades con arenisca de color entre rojo y rosáceo, hasta alcanzar las que forman la denominada como “la puerta del infierno” que ya cuenta con medallones amarillos incrustados entre la arenisca roja. Pronto alcanzamos el fondo de la vaguada con un arroyo tan saltarín que forma varias pequeñas cascadas. Aquí el festival de colores, formas, irisaciones y líneas paralelas que recorren las formaciones de arenisca rojiza no tiene parangón. Es un verdadero deleite para nuestros sentidos. Además tenemos la enorme suerte de toparnos en varios puntos del recorrido con la “Armeria Euskadiensis”, una planta endémica que sólo crece en estos litorales. Pero se acerca la hora de la marea baja y, entre el caos de rocas que cierra por completo la vaguada, ocultando incluso el arroyo, debemos descubrir un, más que estrecho, pasadizo para acercarnos a la orilla del mar y, entre grandes farallones de rosácea roca arenisca, acceder a uno de los tesoros más valiosos de Jaizkibel “La Bóveda de la Catedral” una gran cueva en la que no falta ninguno de los colores del arco iris, es más, cuenta entre otros, también con la sensación óptica del negro (por lo de la ausencia de color). Además de verdes, azules, violetas, los ya comentados rojos, los círculos amarillos, las líneas paralelas, los dibujos increíbles... ¡La imaginación en ebullición! Una verdadera maravilla. Aunque la situación no sea la más idónea, pues el riachuelo baja con más agua de lo normal en esta época del año y algo similar ocurre con el verdín adherido a la roca, conseguimos superar el obstáculo y acceder a Ixkiro, más conocido por la Playa Rosa o Kaioen Ondartza. Sin embargo, el terreno, al estar muy húmedo y, por tanto, muy resbaladizo, nos impide llegar hasta otra gran cavidad existente entre sus altos y rosáceos acantilados. Será que para llegar a la perfección siempre queda un pequeño peldaño. Retrocedemos sobre nuestros pasos en busca del pasadizo y así alcanzar el fondo de la vaguada de Gaztarrotz. Ahora cruzamos, de nuevo, el arroyo por su parte más estrecha y tomamos un desdibujado y empinado sendero que nos deja en la base una serie de extensas geoformas de arenisca rosácea con medallones y líneas paralelas amarillas en todas ellas. Algunas, incluso, cuentan con el complemento de unos cortinones negros surgidos de uno no sabe dónde. Remontamos así la vertiente de Labetxu alcanzando la geoforma de “La ballena roja”, una cavidad menor que guarda en su interior todo el compendio de lo que estamos viviendo. Tras un breve ascenso alcanzamos el ventanal rocoso, con vistas al mar, en lo alto de Labetxu que en su interior, a modo de una enorme “cascara de huevo”, guarda grandes alvéolos y celdas que recuerdan a enormes paneles de abejas. ¡Espectacular de veras! Aunque conocemos perfectamente el sendero, éste está literalmente cerrado durante unos metros. Ello nos obliga a utilizar las tijeras de podar para abrir camino, llegar a un terreno más accesible y alcanzar el paraje de Lezonabar con su caserío/borda, hoy en día abandonado, construido al abrigo de una enorme roca que cuenta también con sus especiales geoformas. Continuamos ascendiendo hasta llegar a las campas de Lekueta con su construcción, al abrigo de la roca, actualmente acondicionada, habitada y con depósito de aguas propio. Desde aquí iniciamos el ascenso al punto de partida utilizando los senderos por los que hemos caminado en el descenso. Sólo que ahora nos toca hacerlo con un ligero sirimiri.
Para finalizar, el extraordinario reportaje de la catedral de Jaizkibel en el blog de Carlos Bengoa
La caminata de 9 km y algo más de 400 m de ascenso acumulado, ha tenido una duración de unas 6 horas, con más tiempo extasiándonos en la contemplación detallada y fotografiado de estas impresionantes geoformas y artísticas estructuras geológicas que de movimiento entre ellas.
A la excursión a Grankanto de hace dos semanas, en situación anticiclónica en la península ibérica (la inversión térmica crea una “boina” de contaminación encima nuestro que no siempre apreciamos a simple vista pero que impide la dispersión de los contaminantes), llevamos un medidor de partículas finas PM2.5, que reflejó durante la marcha niveles de polución superiores a los recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), similares, por otra parte, a los que previamente a la salida teníamos en Donosti.
Esta vez, sin inversión térmica, al tener por la mañana en la ciudad valores de PM2.5 inferiores a los establecidos por la OMS, no consideramos necesario portar el medidor, que habría dado, evidentemente, resultados satisfactorios.
La etapa la hemos considerado como de “MUY DIFICIL” pues a pesar de la bajamar, la regata traía bastante caudal y, además con abundante verdín, lo que entrañaba UN RIESGO ALTO DE CAIDA POR RESBALAMIENTO, NO SOLO EN EL PASO DE LA REGATA SINO TAMBIÉN PRÁCTICAMENTE EN TODO EL FRENTE DEL LITORAL.
Por ello la bajada al litoral SOLO ACONSEJABLE REALIZARLA CON PERSONAL EXPERTO Y CONOCEDOR DE ESTOS BELLOS Y DELICADOS PARAJES NATURALES dignos del mayor cuidado y protección.
Y SOLO EN VERANO Y CON MAREA BAJA!!!
Hablando de ARTE, en una de las visitas anteriores a estas “filigranas” de la naturaleza, realizada con nuestro acompañante Carlos “el artista”, de que si esas virguerías eran o no obras de arte, pues además de un gran valor geológico y paisajístico, lo tienen también desde un punto de vista estético, ahora un pequeño pero interesante y jugoso comentario acerca de estas joyas naturales que encierra el enigmático y aún poco conocido monte Jaizkibel: Grankanto, Gaztarrotz, Labetxu, Paramoudras...
Comentaba “el artista”, que no se puede decir que estas geoformas y estructuras geológicas sean Arte (por no ser resultado de una actividad humana consciente), pero por formas, colores, combinaciones, relieves, composiciones plásticas, materiales y resultados evidentes de grandiosidad y delicadeza de los pequeños detalles (como bien se aprecia en algunas de las imágenes), merecen serlo, o al menos, tienen tanto interés como el Arte.
El reportaje fotográfico es un “mix” de bellas imágenes de los excursionistas, entre las que caben destacar las de Rafa.
A continuación el magnífico texto de Javier, un poeta de la naturaleza (según Jesús Mari)
En el litoral del JAIZKIBEL
Al encuentro de LA BÓVEDA DE LA CATEDRAL
El monte Jaizkibel y especialmente su franja marítima terrestre, es un escenario excepcional en los litorales europeos, una referencia fundamental en nuestro patrimonio natural. Todo el recorrido desde Pasai Donibane hasta el Cabo de Higer-Hondarribia es una Georuta en un entorno privilegiado en el que se fusionan paisaje, naturaleza e historia. Diferentes geoformas replegadas y emergidas desde el fondo marino, durante la formación de los Pirineos, surgen a lo largo del camino con formas curiosas y extravagantes que se desarrollan en sus cuevas y oquedades. “Gracias a la composición de rocas areniscas y por el trabajo de erosión de millones de años, la alta solubilidad del carbonato cálcico que une y cohesiona los granos de la arenisca, hace que sean fácilmente erosionables por el agua de lluvia y la húmeda brisa marina. El resultado es un proceso de disgregación de la roca en granos sueltos de arena. De esta manera, los antes masivos estratos de arenisca muestran oquedades allí donde la erosión de los agentes atmosféricos y el agua marina ha sido mayor, configurando unas características texturas de gran belleza denominadas geoformas” (JAIZKIBEL Amaharri). Todo tipo de formaciones morfológicas: espectaculares concavidades, cúpulas, agujeros, arcos, ventanas, y puentes de roca, con trazados comparables a hojaldres, cordales, alvéolos, cortinajes, celdas, cuerdas entrelazadas, panales de abejas, encajes de bolillos, y dibujos eólicos con llamativos y diferentes colores de delicada finura. Para intimar con todos ellos se necesitan muchos “viajes” al litoral del Jaizkibel. En él , en unas escondidas cavidades, descubriremos un alarde de formas con diversidad de aspectos y colores de gran belleza.
Nace la excursión en el Km 10,2 de la carretera del puerto de Jaizkibel, muy cerca de su espectacular mirador cuyas vistas abarcan desde Landas hasta el Pirineo y que cuenta con una gran mesa de orientación para poder identificar pueblos y montañas. Cruzamos la carretera para coger una ancha pista que desciende hacia la costa. La pendiente se acentúa cuando cruzamos el “Talaia Bidea” que une las poblaciones de Hondarribia y Pasai Donibane, hasta llegar a Lekueta. Continuamos en suave descenso hasta un murete de piedra y una alambrada que nos indican que ahí está la muga entre Pasaia y Hondarribia. Unos metros más adelante encontramos las ruinas del caserío Gaztarrotz, el más alejado del casco urbano de Pasai Donibane. Junto a las mismas se encuentra la placa con el “bertso” correspondiente que IKUR escribió en 1933 a cada uno de los 18 caseríos con los que entonces contaba Donibane. A partir de este punto debemos continuar paralelos a Gaztarrotz Erreka por una desdibujada senda oculta entre la exuberante vegetación, lo que dificulta nuestro avance. Estamos vigilados atentamente por unos cuantos buitres leonados situados en algunas de las cornisas del roquedal cercano por algo llamado Putrekabi. Continuamos, no sin dificultad, y empezamos a ver a nuestra izquierda las primeras cavidades con arenisca de color entre rojo y rosáceo, hasta alcanzar las que forman la denominada como “la puerta del infierno” que ya cuenta con medallones amarillos incrustados entre la arenisca roja. Pronto alcanzamos el fondo de la vaguada con un arroyo tan saltarín que forma varias pequeñas cascadas. Aquí el festival de colores, formas, irisaciones y líneas paralelas que recorren las formaciones de arenisca rojiza no tiene parangón. Es un verdadero deleite para nuestros sentidos. Además tenemos la enorme suerte de toparnos en varios puntos del recorrido con la “Armeria Euskadiensis”, una planta endémica que sólo crece en estos litorales. Pero se acerca la hora de la marea baja y, entre el caos de rocas que cierra por completo la vaguada, ocultando incluso el arroyo, debemos descubrir un, más que estrecho, pasadizo para acercarnos a la orilla del mar y, entre grandes farallones de rosácea roca arenisca, acceder a uno de los tesoros más valiosos de Jaizkibel “La Bóveda de la Catedral” una gran cueva en la que no falta ninguno de los colores del arco iris, es más, cuenta entre otros, también con la sensación óptica del negro (por lo de la ausencia de color). Además de verdes, azules, violetas, los ya comentados rojos, los círculos amarillos, las líneas paralelas, los dibujos increíbles... ¡La imaginación en ebullición! Una verdadera maravilla. Aunque la situación no sea la más idónea, pues el riachuelo baja con más agua de lo normal en esta época del año y algo similar ocurre con el verdín adherido a la roca, conseguimos superar el obstáculo y acceder a Ixkiro, más conocido por la Playa Rosa o Kaioen Ondartza. Sin embargo, el terreno, al estar muy húmedo y, por tanto, muy resbaladizo, nos impide llegar hasta otra gran cavidad existente entre sus altos y rosáceos acantilados. Será que para llegar a la perfección siempre queda un pequeño peldaño. Retrocedemos sobre nuestros pasos en busca del pasadizo y así alcanzar el fondo de la vaguada de Gaztarrotz. Ahora cruzamos, de nuevo, el arroyo por su parte más estrecha y tomamos un desdibujado y empinado sendero que nos deja en la base una serie de extensas geoformas de arenisca rosácea con medallones y líneas paralelas amarillas en todas ellas. Algunas, incluso, cuentan con el complemento de unos cortinones negros surgidos de uno no sabe dónde. Remontamos así la vertiente de Labetxu alcanzando la geoforma de “La ballena roja”, una cavidad menor que guarda en su interior todo el compendio de lo que estamos viviendo. Tras un breve ascenso alcanzamos el ventanal rocoso, con vistas al mar, en lo alto de Labetxu que en su interior, a modo de una enorme “cascara de huevo”, guarda grandes alvéolos y celdas que recuerdan a enormes paneles de abejas. ¡Espectacular de veras! Aunque conocemos perfectamente el sendero, éste está literalmente cerrado durante unos metros. Ello nos obliga a utilizar las tijeras de podar para abrir camino, llegar a un terreno más accesible y alcanzar el paraje de Lezonabar con su caserío/borda, hoy en día abandonado, construido al abrigo de una enorme roca que cuenta también con sus especiales geoformas. Continuamos ascendiendo hasta llegar a las campas de Lekueta con su construcción, al abrigo de la roca, actualmente acondicionada, habitada y con depósito de aguas propio. Desde aquí iniciamos el ascenso al punto de partida utilizando los senderos por los que hemos caminado en el descenso. Sólo que ahora nos toca hacerlo con un ligero sirimiri.
Para finalizar, el extraordinario reportaje de la catedral de Jaizkibel en el blog de Carlos Bengoa
Waypoints
Comments (2)
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Visitar esta crónica con su texto, fotos e información ha sido, por su acierto, como haber vuelto a hacer la excursión.
Zorionak!
IM-PRE-SIO.NAN-TE !!!!!!! e IN-DES-CRIP-TI-BLE !!!!!!!
Si no se vive en directo, parece que no es de verdad.
Alguien después de ver el track y las fotos, me comenta que le recuerda a Marte, jajaja.
¡ Qué orgullo haber participado y haberlo disfrutado !
¡ Merci a todos. todos, todos !