239. Desfiladero del río Urbión en Garganchón y altos de Muladardo y Maceturri
near Garganchón, Castilla y León (España)
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Trail photos
Itinerary description
📸 FOTOS:
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 57 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 484 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
“Mírame, aquí estoy. Soy tuya...; soy vuestra”.
"¡Uy, qué digo!". 🤭
"Soy 'la' vuestra; vuestra ruta para hoy".
Y ya está; entre ceja y ceja. No cabía discusión. Allí vamos. Anteayer esa ruta estaba pintada en gris. Hoy es el arcoiris. Misterios. Nos sucede con frecuencia.
Tenemos una lista de espera, con las rutas en un orden. A menudo, sin embargo, de pronto emerge alguna fuera de posición y nos susurra cual sirena en esos términos (‘Mírame…’). Y caemos en trance.
También vale eso para la de hoy, que estaba aparcada desde hacía un par de meses. Se coló; se saltó la fila y se nos quedó expectante. “Y, ¿por qué tú, ‘querida’? Si puede saberse...”.
Pues resulta que hacía 2 años (y 12 días) habíamos estado en una zona próxima; con tramos en común. Fue una ruta con sufrimiento a ratos (mal terreno, dudosos senderos, terraplenes, alambradas infranqueables...). [1]
[1] https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/garganchon-monte-del-lobo-y-valle-del-urbion-84031650
Pero también fue estupenda en otros aspectos. Y, sobre todo, vimos un lobo. Nos acompañó, flanqueándonos a una distancia de 50 metros (creo que menos), mirándonos sin recato, durante unos largos 15 segundos, y desapareció. ‘Ni mú’.
A lo largo de las rutas, nos hemos encontrado con muchos animales: jabalíes (incluso embistiendo), zorros huidizos, culebras y víboras, etc., además de incontables perros (incluidos mastines sobre los hombros), corzos, buitres haciendo hostiles raids rasantes, etc.
Pero nunca un lobo. Juro (juraría) que aquél lo era. Solitario. Fue en los Montes de Oca, en los altos de Garganchón. Tampoco es tan extraño. Hay por allí una senda (oficial) denominada, precisamente, la Senda del Lobo.
Fue tan de sorpresa lo del lobo (y no negaré que con algo de repelús; por si surgía una manada detrás), que la mano se nos fue a la cachava (‘porsiacaso’...) en lugar de a la cámara de fotos.
Ahora, hoy, regresaremos, con la ilusión de.... ....Y ahora no se nos escaparía. Llevaremos, listas, una cámara de fotos en cada mano (y una cámara de movimiento en el pecho). ...Y la cachava colgada.
¡También sería casualidad... y suerte! Fantasía probablemente vana, pero ese es el motor de inyección para la ruta de hoy. ¡Anda que si...!
Esperanzas surgidas de ilusiones. Para seguir en la brega de la vida.
LA RUTA
Un perro malencarado nos recibió en Garganchón. El mismo y con las mismas ganas de bronca nos despediría al final. Ladrador y, sin embargo, con pinta de mordedor. Dejó claro que era ‘el capo’ del lugar. A nadie más vimos en el pueblo, en la ida o a la vuelta.
Le enseñé al chucho los dientes grises de la que cuelga en bandolera. Ni así. Tampoco sirvió mi contemporizador ‘fiu, fiu’. Hasta que le soltamos el consabido: “Mira, que seémos peligroOosos”. Entonces agachó las orejas y mantuvo la distancia.
El recorrido parte del pueblo de Garganchón. Hay cuatro etapas bien diferenciadas:
Primera, hasta el km 3,5 descendemos suavemente por la frondosa y apiñada orilla del río Urbión, hundido entre altos cerros. El Urbión fluye boyante a trechos; en otros, se oculta enigmático bajo un lecho de cantos rodados.
Segunda, desde el km 3,5 hasta el 5,8 abordamos una ascensión asequible de 320 m de desnivel (13,9%) por terreno en estado aceptable. Para alivio, hay un descansillo (km 4,3) en un bonito mirador hacia el valle y los picos de la sierra.
Tercera, del km 5,8 al 12 nos movemos por una planicie con dos puntos de referencia: los altos del Muladardo (km 7,3) y el Maceturri (km 11,1). Dejando a un lado los bosques, cruzamos una zona de dehesa, páramo y praderas. Vistas insuperables.
Y, cuarta, el descenso desde el km 12 hasta el 15, en el final. Todo es ya camino, si bien con suelo algo escabroso. El bálsamo de la mirada sobre la sierra, arriba, y sobre el barranco del Rebollar, al lado, contrarresta las incomodidades en los pies.
Posibles Dificultades:
Hay un sendero claro en el suelo y con señales (blanca-amarilla) hasta que alcanzamos la extensa planicie superior (km 5,8). Después, el sendero desaparece, se hibrida con caminos varios, y las señales se ausentan.
Conviene, por tanto, llevar una guía para no perder el rumbo; particularmente, por todo el largo alto (del km 5,8 al 12), hasta que tomamos el camino de descenso a Garganchón.
Los tramos de subida y bajada son ligeramente pedregosos. Lo demás es un paseo; herbáceo y almohadillado a ratos.
Hay varias alambradas. Todas son franqueables mediante un ‘abre-y-cierra’ (la portilla o lo que sea que se le parezca) y un ‘déjalo-como-estaba’.
DESTACADO
Hoy todo es paisaje. El aserrado perfil de la Sierra de La Demanda, arriba, por el sur; el valle del río Urbión y el barranco del Rebollar, abajo; y la dehesa, praderas y bosques en los altos de los Montes de Oca. Un concentrado de variedad.
En Garganchón apenas nos detuvimos. En parte porque ya lo conocíamos; en parte, por el ‘dichoso’ can: un perro agresivo, que no se contentaba con buenas palabras ni silbidos amistosos. ‘¡Pues, ahora, te fastidias; ni una foto…!’.
Sí pudimos admirar, no obstante, el estilo rústico de construcción de muchas casas en Garganchón; antiguas y en uso; con entramado de madera y adobe o mampostería.
(1) El Desfiladero del Urbión:
El río Urbión ha recién nacido de una arborización de arroyos en las laderas que caen de ‘los grandes’, los picos Trigaza y San Millán. Allí como arroyo Mayor, cambia aquí de nombre y se abre paso como río a través de un rocoso desfiladero.
En el fondo de ese desfiladero de áridos muros bulle una muy diversa vegetación de ribera. Exótica y exuberante; tanto que oculta y dulcifica las descarnadas hormas que lo encajonan. Algunos claros apraderados también suavizan las estrecheces.
En la época más seca del año, aún rumoreaba el Urbión, aunque escaso de caudal. Sorprendía cómo a trechos su lecho se quedaba mustio (“¡Ay Dios, se murió!”) y luego volvía a emerger con brío.
(2) La Silueta de La Demanda:
Anteriormente, habíamos disfrutado de esa bella cadena de picos romos desde muchas perspectivas. La vista que se exhibe desde los altos de esta ruta se encuentra entre las mejores (con un cielo limpio).
Ahí estaban, nítidos y en formación de gala, todos los ‘gigantes’ (los ‘dosmiles’): Trigaza, San Millán, Cabeza Aguílez, Otero, Campos Blancos…, hasta el San Lorenzo. Y también otros (los casi-dosmiles) de levantisca silueta, como el Torocuervo.
Emocionan más si antes los has ‘vivido’; si la vista te despierta las emociones removidas otrora durante la ‘conquista’ de sus cimas. Dicho sea lo cual sin ánimo de alardear, porque todas ellas son, en realidad, abordables sin exigencias extraordinarias.
Por el lado opuesto, el norte, llegan estampas de la cadena de los Montes Obarenes, que enseñan dientes más puntiagudos. Alguna ventana deja ver sobre todo la sierra de La Verdina. Pero todos ellos quedan ya bastante lejanos y no impresionan.
(3) La Travesía del Altiplano:
Estamos en los Montes de Oca. Un extenso paraíso natural. Casi da apuro decirlo así, públicamente; por si el edén se desvanece bajo la presión ‘civilizadora’….
En ellos hay oscuros pinares, profundos robledales, compactos hayedos; algunos impenetrables (‘allá tú’…). En contraste, también hay dehesas, humedales, helechales de dos metros de alto, y calveras de fina hierba.
La presente ruta no se adentra en los densos bosques (pero podría; fácilmente). Nos mantenemos al borde de ellos, en áreas abiertas; para disponer vistas amplias.
Aparte de las panorámicas exteriores de más allá, el trayecto proporciona una gratificante experiencia visual en la proximidad. Los ambientes van variando sin tregua: monte bajo, herbazales, brezales…; y los barrancos empezando ya a amarillear.
ANÉCDOTA
Nos había movido una ilusión especial para esta ruta: ver de nuevo al lobo. Antojo quimérico. Quizá esta vez no nos internamos tanto en la espesura del bosque. Ahora que íbamos preparados para la foto…. Nada.
Pero, una vez en marcha, las endorfinas hacen su trabajo. No dejan un resquicio para el desánimo. Incluso aunque no veas nada. Hoy, además, se veía mucho y todo deslumbrante.
Por si eso fuera poco, como extra tuvimos una grata aparición inesperada. En una ruta donde parecíamos los únicos habitantes del mundo.
Tras dejar el alto del Maceturri, hacia el km 11,5, vimos a tres personas que venían. Nos encontramos. Dos chicas y una señora mayor. Las jóvenes, con sendas mochilitas. La señora, con un palo por todo pertrecho. –“Buen día para un bonito lugar”.
Nos dijeron que venían de Santa Cruz del Valle Urbión, por Garganchón, hasta Rábanos. –“Sí, empezamos como sin saber qué hacer. Hasta donde lleguemos. Y mire dónde hemos ido a parar; como sin querer”, dijo ufana la señora.
Hice un rápido cálculo de distancia y desnivel (de su ruta): eso debían ser al menos 7 km, con más de 300 m de desnivel y suelo áspero a tramos; sobre todo, en la resbalosa subida que habían afrontado.
(Luego, en casa, diseñé el trazado con Wikiloc: de Santa Cruz a Rábanos me salen 7,12 km de longitud y 304 m de desnivel positivo.)
Asombrado y admirado, pregunté a la señora: --“¿Y la vuelta?”. –“¡Ah, Dios dirá!”, dijo ella con desparpajo y gracia. “Si nos deja, seguiremos echando mano de los pies”.
¡Eso supondría casi otro tanto como para ir! Una gesta. A juzgar por su garbo y su ánimo, y la firmeza en su mirada y en su voz, me lo creí sin reservas.
Entre tanto, la buena mujer aclaró que tenía 81 años (sin que hubiera mediado por nuestra parte la indiscreción de preguntar al respecto). Sin duda estaba merecidamente contenta y orgullosa de ello.
(Y nosotros que nos presumíamos ‘especiales’…. …Sólo presunción. …Sí, …aunque ayuda a tirar p’alante).
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 57 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 484 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
“Mírame, aquí estoy. Soy tuya...; soy vuestra”.
"¡Uy, qué digo!". 🤭
"Soy 'la' vuestra; vuestra ruta para hoy".
Y ya está; entre ceja y ceja. No cabía discusión. Allí vamos. Anteayer esa ruta estaba pintada en gris. Hoy es el arcoiris. Misterios. Nos sucede con frecuencia.
Tenemos una lista de espera, con las rutas en un orden. A menudo, sin embargo, de pronto emerge alguna fuera de posición y nos susurra cual sirena en esos términos (‘Mírame…’). Y caemos en trance.
También vale eso para la de hoy, que estaba aparcada desde hacía un par de meses. Se coló; se saltó la fila y se nos quedó expectante. “Y, ¿por qué tú, ‘querida’? Si puede saberse...”.
Pues resulta que hacía 2 años (y 12 días) habíamos estado en una zona próxima; con tramos en común. Fue una ruta con sufrimiento a ratos (mal terreno, dudosos senderos, terraplenes, alambradas infranqueables...). [1]
[1] https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/garganchon-monte-del-lobo-y-valle-del-urbion-84031650
Pero también fue estupenda en otros aspectos. Y, sobre todo, vimos un lobo. Nos acompañó, flanqueándonos a una distancia de 50 metros (creo que menos), mirándonos sin recato, durante unos largos 15 segundos, y desapareció. ‘Ni mú’.
A lo largo de las rutas, nos hemos encontrado con muchos animales: jabalíes (incluso embistiendo), zorros huidizos, culebras y víboras, etc., además de incontables perros (incluidos mastines sobre los hombros), corzos, buitres haciendo hostiles raids rasantes, etc.
Pero nunca un lobo. Juro (juraría) que aquél lo era. Solitario. Fue en los Montes de Oca, en los altos de Garganchón. Tampoco es tan extraño. Hay por allí una senda (oficial) denominada, precisamente, la Senda del Lobo.
Fue tan de sorpresa lo del lobo (y no negaré que con algo de repelús; por si surgía una manada detrás), que la mano se nos fue a la cachava (‘porsiacaso’...) en lugar de a la cámara de fotos.
Ahora, hoy, regresaremos, con la ilusión de.... ....Y ahora no se nos escaparía. Llevaremos, listas, una cámara de fotos en cada mano (y una cámara de movimiento en el pecho). ...Y la cachava colgada.
¡También sería casualidad... y suerte! Fantasía probablemente vana, pero ese es el motor de inyección para la ruta de hoy. ¡Anda que si...!
Esperanzas surgidas de ilusiones. Para seguir en la brega de la vida.
LA RUTA
Un perro malencarado nos recibió en Garganchón. El mismo y con las mismas ganas de bronca nos despediría al final. Ladrador y, sin embargo, con pinta de mordedor. Dejó claro que era ‘el capo’ del lugar. A nadie más vimos en el pueblo, en la ida o a la vuelta.
Le enseñé al chucho los dientes grises de la que cuelga en bandolera. Ni así. Tampoco sirvió mi contemporizador ‘fiu, fiu’. Hasta que le soltamos el consabido: “Mira, que seémos peligroOosos”. Entonces agachó las orejas y mantuvo la distancia.
El recorrido parte del pueblo de Garganchón. Hay cuatro etapas bien diferenciadas:
Primera, hasta el km 3,5 descendemos suavemente por la frondosa y apiñada orilla del río Urbión, hundido entre altos cerros. El Urbión fluye boyante a trechos; en otros, se oculta enigmático bajo un lecho de cantos rodados.
Segunda, desde el km 3,5 hasta el 5,8 abordamos una ascensión asequible de 320 m de desnivel (13,9%) por terreno en estado aceptable. Para alivio, hay un descansillo (km 4,3) en un bonito mirador hacia el valle y los picos de la sierra.
Tercera, del km 5,8 al 12 nos movemos por una planicie con dos puntos de referencia: los altos del Muladardo (km 7,3) y el Maceturri (km 11,1). Dejando a un lado los bosques, cruzamos una zona de dehesa, páramo y praderas. Vistas insuperables.
Y, cuarta, el descenso desde el km 12 hasta el 15, en el final. Todo es ya camino, si bien con suelo algo escabroso. El bálsamo de la mirada sobre la sierra, arriba, y sobre el barranco del Rebollar, al lado, contrarresta las incomodidades en los pies.
Posibles Dificultades:
Hay un sendero claro en el suelo y con señales (blanca-amarilla) hasta que alcanzamos la extensa planicie superior (km 5,8). Después, el sendero desaparece, se hibrida con caminos varios, y las señales se ausentan.
Conviene, por tanto, llevar una guía para no perder el rumbo; particularmente, por todo el largo alto (del km 5,8 al 12), hasta que tomamos el camino de descenso a Garganchón.
Los tramos de subida y bajada son ligeramente pedregosos. Lo demás es un paseo; herbáceo y almohadillado a ratos.
Hay varias alambradas. Todas son franqueables mediante un ‘abre-y-cierra’ (la portilla o lo que sea que se le parezca) y un ‘déjalo-como-estaba’.
DESTACADO
Hoy todo es paisaje. El aserrado perfil de la Sierra de La Demanda, arriba, por el sur; el valle del río Urbión y el barranco del Rebollar, abajo; y la dehesa, praderas y bosques en los altos de los Montes de Oca. Un concentrado de variedad.
En Garganchón apenas nos detuvimos. En parte porque ya lo conocíamos; en parte, por el ‘dichoso’ can: un perro agresivo, que no se contentaba con buenas palabras ni silbidos amistosos. ‘¡Pues, ahora, te fastidias; ni una foto…!’.
Sí pudimos admirar, no obstante, el estilo rústico de construcción de muchas casas en Garganchón; antiguas y en uso; con entramado de madera y adobe o mampostería.
(1) El Desfiladero del Urbión:
El río Urbión ha recién nacido de una arborización de arroyos en las laderas que caen de ‘los grandes’, los picos Trigaza y San Millán. Allí como arroyo Mayor, cambia aquí de nombre y se abre paso como río a través de un rocoso desfiladero.
En el fondo de ese desfiladero de áridos muros bulle una muy diversa vegetación de ribera. Exótica y exuberante; tanto que oculta y dulcifica las descarnadas hormas que lo encajonan. Algunos claros apraderados también suavizan las estrecheces.
En la época más seca del año, aún rumoreaba el Urbión, aunque escaso de caudal. Sorprendía cómo a trechos su lecho se quedaba mustio (“¡Ay Dios, se murió!”) y luego volvía a emerger con brío.
(2) La Silueta de La Demanda:
Anteriormente, habíamos disfrutado de esa bella cadena de picos romos desde muchas perspectivas. La vista que se exhibe desde los altos de esta ruta se encuentra entre las mejores (con un cielo limpio).
Ahí estaban, nítidos y en formación de gala, todos los ‘gigantes’ (los ‘dosmiles’): Trigaza, San Millán, Cabeza Aguílez, Otero, Campos Blancos…, hasta el San Lorenzo. Y también otros (los casi-dosmiles) de levantisca silueta, como el Torocuervo.
Emocionan más si antes los has ‘vivido’; si la vista te despierta las emociones removidas otrora durante la ‘conquista’ de sus cimas. Dicho sea lo cual sin ánimo de alardear, porque todas ellas son, en realidad, abordables sin exigencias extraordinarias.
Por el lado opuesto, el norte, llegan estampas de la cadena de los Montes Obarenes, que enseñan dientes más puntiagudos. Alguna ventana deja ver sobre todo la sierra de La Verdina. Pero todos ellos quedan ya bastante lejanos y no impresionan.
(3) La Travesía del Altiplano:
Estamos en los Montes de Oca. Un extenso paraíso natural. Casi da apuro decirlo así, públicamente; por si el edén se desvanece bajo la presión ‘civilizadora’….
En ellos hay oscuros pinares, profundos robledales, compactos hayedos; algunos impenetrables (‘allá tú’…). En contraste, también hay dehesas, humedales, helechales de dos metros de alto, y calveras de fina hierba.
La presente ruta no se adentra en los densos bosques (pero podría; fácilmente). Nos mantenemos al borde de ellos, en áreas abiertas; para disponer vistas amplias.
Aparte de las panorámicas exteriores de más allá, el trayecto proporciona una gratificante experiencia visual en la proximidad. Los ambientes van variando sin tregua: monte bajo, herbazales, brezales…; y los barrancos empezando ya a amarillear.
ANÉCDOTA
Nos había movido una ilusión especial para esta ruta: ver de nuevo al lobo. Antojo quimérico. Quizá esta vez no nos internamos tanto en la espesura del bosque. Ahora que íbamos preparados para la foto…. Nada.
Pero, una vez en marcha, las endorfinas hacen su trabajo. No dejan un resquicio para el desánimo. Incluso aunque no veas nada. Hoy, además, se veía mucho y todo deslumbrante.
Por si eso fuera poco, como extra tuvimos una grata aparición inesperada. En una ruta donde parecíamos los únicos habitantes del mundo.
Tras dejar el alto del Maceturri, hacia el km 11,5, vimos a tres personas que venían. Nos encontramos. Dos chicas y una señora mayor. Las jóvenes, con sendas mochilitas. La señora, con un palo por todo pertrecho. –“Buen día para un bonito lugar”.
Nos dijeron que venían de Santa Cruz del Valle Urbión, por Garganchón, hasta Rábanos. –“Sí, empezamos como sin saber qué hacer. Hasta donde lleguemos. Y mire dónde hemos ido a parar; como sin querer”, dijo ufana la señora.
Hice un rápido cálculo de distancia y desnivel (de su ruta): eso debían ser al menos 7 km, con más de 300 m de desnivel y suelo áspero a tramos; sobre todo, en la resbalosa subida que habían afrontado.
(Luego, en casa, diseñé el trazado con Wikiloc: de Santa Cruz a Rábanos me salen 7,12 km de longitud y 304 m de desnivel positivo.)
Asombrado y admirado, pregunté a la señora: --“¿Y la vuelta?”. –“¡Ah, Dios dirá!”, dijo ella con desparpajo y gracia. “Si nos deja, seguiremos echando mano de los pies”.
¡Eso supondría casi otro tanto como para ir! Una gesta. A juzgar por su garbo y su ánimo, y la firmeza en su mirada y en su voz, me lo creí sin reservas.
Entre tanto, la buena mujer aclaró que tenía 81 años (sin que hubiera mediado por nuestra parte la indiscreción de preguntar al respecto). Sin duda estaba merecidamente contenta y orgullosa de ello.
(Y nosotros que nos presumíamos ‘especiales’…. …Sólo presunción. …Sí, …aunque ayuda a tirar p’alante).
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