Despeñaperros (Jaén): Las Correderas - Castro Ferral - Huerta de Juan Santos
near Santa Elena, Andalucía (España)
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Trail photos
Itinerary description
28.12.2011
Partimos de las casas de Las Correderas, donde podemos dejar aparcado el vehículo. Un grupo de casas ahora en ruina a uno y otro lado de la vía que da entrada a Andalucía desde Madrid. Aquello que fue un asentamiento fugaz de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena, acabó convirtiéndose en una Venta a pie de la carretera y, finalmente una Casa Forestal en la época de la reforestación. Tras la barrera, tomaremos la pista que parte a la derecha pues, la que viene de frente, será por la que regresaremos. Sin pena ni gloria, discurrimos ganando altura junto al barranco del arroyo de los Arcos.Caminados aproximadamente 2 kmts alcanzamos un colladete por el que la primera vez que pase me llamó la atención un senderillo que se dirigia hacia el barranco, lo segui unos metros y comprobé que se introducía en la cerrada que el arroyo de los Arcos labra para salir a su barranco lo más significativo es que, posiblemente, este pueda ser un paso para acceder fácilmente al barranco de la Niebla, donde tenemos pendientes algunas historias.
Continuamos por nuestra pista hasta alcanzar la cota de los 900 mts donde se nos presenta enfrente y en la cercanía Castro Ferral pero tendremos que perderlo casi de vista porque acceder a él supone bordear el barranco de la pedriza blanca para abocarnos al cruce desde donde parte ese gran cortafuegos, autopista montera que culmina en los pies de las ruinas del Castillo de la Cuesta como lo denominaban quienes lo levantaron para controlar el camino del Muradal y todo su recorrido hasta el cerro de las Baterias (emplazamiento actual de Santa Elena). Transitamos por esta recta que ofrece una bella panorámica de la atalaya.
Llegar a este lugar no cansa, es más reconforta las preciosas vistas que nos ofrece de media provincia. Avituallamiento y emprendemos el camino pues el vientecillo no invita al descanso a pesar del espléndido día soleado. Olisqueamos por la explanada de la derecha del castillo intentando divisar la famosa Losa, bueno una de ellas pues hay más de una versión. No podemos divisarla a pesar de la altura porque el bosque está muy cerrado por el barranco esto nos decide a bajar por el cortafuegos que tenemos delante y, en el lugar donde este se una de nuevo al camino del Muradal aventurarnos por el sendero que parte a la derecha y que suponemos nos bajará al arroyo de Navalquejigo donde, según las crónicas, los cristianos intentaron avituallarse de agua siendo disuadidos e interceptados por los agarenos. Efectivamente, en nada estamos en el cauce seco del arroyo lo cruzamos y en la otra vertiente lo abandonamos justo donde comienza a subir para seguirlo paralelamente un tramo. Esta incursión nos lleva al inicio de una cerrada, la conocida como Cerrada del Castillo actualmente practicable por la ausencia de caudal que terminará, probablemente, en un salto sobre el arroyo de Navavaca que desaguará en el arroyo del Rey allá por el pozo de María Pía. Nos conformamos con haber encontrado el acceso y dejamos para otro día desenmascarar el cauce completo ya que vamos con el tiempo casi medido.Regresamos al camino del Muradal y seguimos en continuo descenso. En este, identificamos dos collados que comunican los profundos barrancos, uno de ellos debe ser el conocido como collado de las matanzas aunque no nos atrevemos a decantarnos, intuimos que se trata del primero que atravesamos, más próximo al Castillo y a la cerrada. Más adelante, el camino llega como a una cornisa en el que comienza a descender el dirección S, nosotros tomaremos el cortafuegos que parte a la izquierda y que nos sube a la cima E del cerro de las Calaveras desde donde tenemos una maravillosa panorámica de la Sierra incluyendo el desfiladero de Despeñaperros. Arriba encontramos lo que fue una carbonera para hacer cisco o carbonilla a partir del producto de la poda de chaparros.Tras disfrutar de la magnífica panorámica que nos ofrece este cerrete, nos lanzamos de nuevo por otro cortafuegos, enfrente disfrutamos de un bosquete de piñoneros y Santa Elena. Allí donde el cortafuegos muere sobre el camino que abandonamos anteriormente sale a la izquierda un viejo caminito que nos lleva en apenas un kilómetro al centro de la confluencia de tres barrancos en el que se asienta una agradable planicie, estamos en la huerta de Juan Santos, una delicia. Nos sorprende que el arroyo del Vivero que discurre frente a la casa corre un buen caudal de agua, más cuando no la hemos visto en todo el camino, por lo que intuimos que debe provenir de algún manantial. Nos atrevemos a ascender brevemente arroyo arriba hasta que llegamos a una pileta en el arroyo. Seguir hacia arriba nos haría perder mucho tiempo por lo que también lo dejaremos para otro día. Ya de regreso a la huerta, dos ciervas salen a nuestro paso, ante la proximidad de Trufa que embiste cual podenco soliviantado levantan el trote por la ladera del barranco perdiéndose en el espesor del bosque. Ya de nuevo en la explanada del bonito y recóndito huerto nos encaminamos por el curso del arroyo practicable casi en su totalidad por el poco caudal que circula que, no obstante, aporta un valor añadido al paseo. Transitamos junto a él durante dos kilómetros aproximadamente disfrutando de cada rincón, donde se entremezcla en el mediodía invernal la umbría musgosa con zonas agradablemente soleadas. Un gozo de colores y sonidos. Por fin, el barranco de abre y comprendemos que llegamos al final. Efectivamente, en la lejanía divisamos el tráfico circulando por la autovía. Llegamos a un cercado cinegético en el que podemos entrar sin dificultad y salir por una puerta a una explanada, medio escorial resultante de las obras de la autovía. Debemos aquí tomar un camino que parte a nuestra izquierda en el que existe una cadena y, paralelos a la misma autovía pero por encima de esta, llegar al punto de inicio, las casas de las Correderas.
Partimos de las casas de Las Correderas, donde podemos dejar aparcado el vehículo. Un grupo de casas ahora en ruina a uno y otro lado de la vía que da entrada a Andalucía desde Madrid. Aquello que fue un asentamiento fugaz de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena, acabó convirtiéndose en una Venta a pie de la carretera y, finalmente una Casa Forestal en la época de la reforestación. Tras la barrera, tomaremos la pista que parte a la derecha pues, la que viene de frente, será por la que regresaremos. Sin pena ni gloria, discurrimos ganando altura junto al barranco del arroyo de los Arcos.Caminados aproximadamente 2 kmts alcanzamos un colladete por el que la primera vez que pase me llamó la atención un senderillo que se dirigia hacia el barranco, lo segui unos metros y comprobé que se introducía en la cerrada que el arroyo de los Arcos labra para salir a su barranco lo más significativo es que, posiblemente, este pueda ser un paso para acceder fácilmente al barranco de la Niebla, donde tenemos pendientes algunas historias.
Continuamos por nuestra pista hasta alcanzar la cota de los 900 mts donde se nos presenta enfrente y en la cercanía Castro Ferral pero tendremos que perderlo casi de vista porque acceder a él supone bordear el barranco de la pedriza blanca para abocarnos al cruce desde donde parte ese gran cortafuegos, autopista montera que culmina en los pies de las ruinas del Castillo de la Cuesta como lo denominaban quienes lo levantaron para controlar el camino del Muradal y todo su recorrido hasta el cerro de las Baterias (emplazamiento actual de Santa Elena). Transitamos por esta recta que ofrece una bella panorámica de la atalaya.
Llegar a este lugar no cansa, es más reconforta las preciosas vistas que nos ofrece de media provincia. Avituallamiento y emprendemos el camino pues el vientecillo no invita al descanso a pesar del espléndido día soleado. Olisqueamos por la explanada de la derecha del castillo intentando divisar la famosa Losa, bueno una de ellas pues hay más de una versión. No podemos divisarla a pesar de la altura porque el bosque está muy cerrado por el barranco esto nos decide a bajar por el cortafuegos que tenemos delante y, en el lugar donde este se una de nuevo al camino del Muradal aventurarnos por el sendero que parte a la derecha y que suponemos nos bajará al arroyo de Navalquejigo donde, según las crónicas, los cristianos intentaron avituallarse de agua siendo disuadidos e interceptados por los agarenos. Efectivamente, en nada estamos en el cauce seco del arroyo lo cruzamos y en la otra vertiente lo abandonamos justo donde comienza a subir para seguirlo paralelamente un tramo. Esta incursión nos lleva al inicio de una cerrada, la conocida como Cerrada del Castillo actualmente practicable por la ausencia de caudal que terminará, probablemente, en un salto sobre el arroyo de Navavaca que desaguará en el arroyo del Rey allá por el pozo de María Pía. Nos conformamos con haber encontrado el acceso y dejamos para otro día desenmascarar el cauce completo ya que vamos con el tiempo casi medido.Regresamos al camino del Muradal y seguimos en continuo descenso. En este, identificamos dos collados que comunican los profundos barrancos, uno de ellos debe ser el conocido como collado de las matanzas aunque no nos atrevemos a decantarnos, intuimos que se trata del primero que atravesamos, más próximo al Castillo y a la cerrada. Más adelante, el camino llega como a una cornisa en el que comienza a descender el dirección S, nosotros tomaremos el cortafuegos que parte a la izquierda y que nos sube a la cima E del cerro de las Calaveras desde donde tenemos una maravillosa panorámica de la Sierra incluyendo el desfiladero de Despeñaperros. Arriba encontramos lo que fue una carbonera para hacer cisco o carbonilla a partir del producto de la poda de chaparros.Tras disfrutar de la magnífica panorámica que nos ofrece este cerrete, nos lanzamos de nuevo por otro cortafuegos, enfrente disfrutamos de un bosquete de piñoneros y Santa Elena. Allí donde el cortafuegos muere sobre el camino que abandonamos anteriormente sale a la izquierda un viejo caminito que nos lleva en apenas un kilómetro al centro de la confluencia de tres barrancos en el que se asienta una agradable planicie, estamos en la huerta de Juan Santos, una delicia. Nos sorprende que el arroyo del Vivero que discurre frente a la casa corre un buen caudal de agua, más cuando no la hemos visto en todo el camino, por lo que intuimos que debe provenir de algún manantial. Nos atrevemos a ascender brevemente arroyo arriba hasta que llegamos a una pileta en el arroyo. Seguir hacia arriba nos haría perder mucho tiempo por lo que también lo dejaremos para otro día. Ya de regreso a la huerta, dos ciervas salen a nuestro paso, ante la proximidad de Trufa que embiste cual podenco soliviantado levantan el trote por la ladera del barranco perdiéndose en el espesor del bosque. Ya de nuevo en la explanada del bonito y recóndito huerto nos encaminamos por el curso del arroyo practicable casi en su totalidad por el poco caudal que circula que, no obstante, aporta un valor añadido al paseo. Transitamos junto a él durante dos kilómetros aproximadamente disfrutando de cada rincón, donde se entremezcla en el mediodía invernal la umbría musgosa con zonas agradablemente soleadas. Un gozo de colores y sonidos. Por fin, el barranco de abre y comprendemos que llegamos al final. Efectivamente, en la lejanía divisamos el tráfico circulando por la autovía. Llegamos a un cercado cinegético en el que podemos entrar sin dificultad y salir por una puerta a una explanada, medio escorial resultante de las obras de la autovía. Debemos aquí tomar un camino que parte a nuestra izquierda en el que existe una cadena y, paralelos a la misma autovía pero por encima de esta, llegar al punto de inicio, las casas de las Correderas.
Waypoints
Intersection
2,507 ft
SENDERO
28-DIC-11 10:37:00
Door
1,903 ft
PUERTA
28-DIC-11 14:18:13
Door
1,877 ft
CADENA
28-DIC-11 14:20:57
Waypoint
0 ft
CORTAFUEGOS
CORTAFUEGOS
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