Doña Mencía - Punto Geodésico - Canjilón - Vía Verde.

Tras un buen desayuno molinero rematado con el mejor rosoli menciano, nos encaminamos hacia la sierra tomando el camino que va al Pilar de las Pilas.
La pronunciada subida nos ayuda a entrar en calor en esta fría mañana de diciembre, en la que según hemos oído durante el desayuno, ha llegado a nevar en la Virgen de la Sierra de Cabra.
Dejamos a la derecha el Pilar de las Pilas, construcción que mandó hacer el famoso “Morenito”, cacique local del s.XIX, hecha en grandes pilones de caliza con una fuente central en mampostería de grandes dimensiones.
Antes de llegar al Laderón, cogemos el camino que se nos abre a la izquierda, que aunque este cerrado por una puerta, esta carece de candados por lo que podremos seguir la ruta hacia la pintoresca Casilla de Lon Curro, una vieja casa de pastoreo que sobrevive al paso del tiempo desde principios del s.XX, construida por D. Francisco Campos Navas, médico y rico propietario de la primera mitad del siglo pasado.
Tras pasar por detrás de dicha casilla, seguimos el camino rumbo oeste para adentrarnos en uno de los más bonitos lugares de nuestro término: el bosque de encinas. En el medio del cual, se alza imponente un ejemplar centenario de este árbol.
En esta ocasión, la niebla filtrándose por la frondosidad del bosque, nos ofrecía un lóbrego paisaje más propio del norte de la Península que de la Subbética cordobesa.
Al salir de la arboleda, la húmeda bruma nos envuelve y continuamos hasta que el camino tuerce a la izquierda, dando comienzo una pronunciada subida que nos llevará hasta el paso natural de los Portillos, un pequeño tajo que comunica la cara norte de esta Sierra con el final de la Cañada del Majaral.
Subiendo por la alomada pradera salpicada de piedras, comenzamos a ver los primeros restos de la cencellada que ha emblanquecido los tapaculos y las cornicabras. Niebla congelada que acabará tornando en nieve conforme vamos acercándonos al pequeño puerto.
La sensación al pasar por los Portillos es de abandonar el ruido de la civilización para dejarte envolver por el sonido de la naturaleza subbética. Pero en esta ocasión, lo que encontramos es una espesa niebla y un fuerte viento que nos hace llevarnos las manos al calor de los bolsillos.
La densidad de la bruma, hace que no veamos lo que ocurre unos 50 metros alrededor. Pero, como la experiencia es un grado, y nos conocemos bien el camino, nos vamos guiando por las veredas que llevan al Punto Geodésico de la Abrevia.

Situado este 1129 m sobre el nivel del mar, se trata del vértice geodésico número 96741 y forma parte de una red nacional de vértices que servían antiguamente a los geógrafos a triangular las localizaciones que luego quedarían plasmadas en los mapas.
Aunque teníamos planeado un descanso para comer en este punto, lo inapropiado del clima nos hace buscar un lugar más adecuado para este propósito.
No habíamos avanzado ni 100 metros hacia el oeste, cuando de golpe se nos abrió el banco de niebla en el que estábamos metidos desde hace un buen rato, dejándonos ver el precioso paisaje soleado que se nos mostraba al sur.
La Nava de Cabra, se exhibía en todo su esplendor, regalándonos una hermosa estampa de neblina y encinas, con un almendral blanco por la centellada de la noche anterior a nuestros pies, y las zonas nevadas de la Peña de Miguel Pérez, el Lobatejo y la Virgen de la Sierra al fondo.
Este poldje de la Nava fue durante la Edad Media escenario de las luchas entre castellanos y nazaríes. Por aquí, entraban frecuentemente pequeñas incursiones granadinas que tenía como objetivo el saqueo de la población ganadera que habitaba este lugar.
También conocemos, gracias al Libro de la Montería de Alfonso XI escrito en la década de 1340, que era una zona donde abundaba el oso y el jabalí, desaparecido uno en la actualidad y mermada la presencia del segundo por estos lares.
Una vez contemplado este impresionante paisaje, bajamos en dirección este hacia una pequeña dolina formada al noroeste del cerro de las Melladas, que da paso a la cañada de la Laguna (nombre que toma de su costumbre de inundarse en los momentos de grandes lluvias).
Lugar, este, en el que aún se conservan gran cantidad de antiguas eras que nos hablan de la ya perdida actividad agrícola de esta zona, en la que se criaba, no solo cereal, sino también mucha variedad de legumbres, aprovechando las margas arcillosas de algunos páramos de esta sierra.
Bordeando esta cañada subimos por la Albariza buscando la cara norte de la sierra, donde se encuentra oculto el Pilar del Canjilón. Esta fuente es una de las muchas que encontramos en el Parque Natural de la Subbética, y siguen manteniendo en parte su antigua función de abrevadero para el ganado, aunque la pérdida paulatina de este tipo de actividad las está convirtiendo poco a poco en lugar de descanso y refresco.
Llegando a esta zona tuvimos la inmensa suerte de cruzarnos a lo lejos con un zorro común que había salido en busca de caza aprovechando la niebla como camuflaje perfecto ante los posibles intrusos.
Disfrutando del almuerzo que tuvimos que aplazar en el Punto Geodésico, vamos planeando como haremos el camino de vuelta a Doña Mencía.
Finalmente, acordamos que la mejor opción sería bajar hacia la Cañada del Canjilón al este, y cruzarla para poder tomar la senda de las Campanas, antigua Cañada Real que conectaba Zuheros y Doña Mencía con Carcabuey al sur. Por este camino continuamos hacia el este para buscar el Cerro la Chiva y finalmente el Pozuelo, donde encontramos la fuente que lleva su nombre.
Este es el último pilar que encontramos en nuestra ruta, puesto que un poco más adelante, siguiendo el sendero que nos llevaría hasta la entrada de la Hoz del río Bailón, decidimos comenzar a descender la ladera de la sierra por la zona del Centenillo de una forma menos ortodoxa hasta llegar a la carretera vieja a Zuheros, y finalmente a la Vía Verde que nos llevará a Doña Mencía de nuevo.