181. Doña Santos Barrancos de Fuente Barda y del Arroyo Mayor

📸 FOTOS:
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').

📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.


INDICE IBP de Dificultad de la Ruta

Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/

El resultado del análisis IBP es de 38 (para Senderismo): dificultad 'Fácil' para una preparación física 'Media'.

El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 143 metros (inferior al que estima Wikiloc).

PREÁMBULOS

Ya es marzo. Se supone que ha terminado la época de caza. Ya no habrá batidas (…). Ya no harán falta comprobaciones previas. Para la elección y planificación de las rutas, esa era una pre-ocupación forzosa antes y una preocupación menos ahora.

‘¡Qué agobio!’ (antes)… ‘¡Qué alivio!’ (ahora). --“Sí, pero a partir de este momento, ¡¿a ver cómo le metemos emoción a las rutas hasta que empiece otra vez la temporada de caza?!”. (Esto último era pura ironía, claro).

Ahora sólo teníamos que estar pendientes del tiempo meteorológico. Preferiblemente, cielo despejado y soleado, para expandir horizontes. Los bosques con niebla encandilan, pero el mero gris bajo un cielo cubierto de nubes atrae menos.

--“Mejor, elegimos la primera opción. Ahora en invierno…”. …En 100 km a la redonda, ese día, y para las rutas preseleccionadas, sólo había una zona con casi pleno sol y cielo despejado. “Pues está claro; vamos al menú del día”.

--“Espera….. Aparte de eso, mañana, domingo, sí que va a haber buen tiempo generalizado. Habrá que aprovecharlo bien. Así que vamos a dosificar fuerzas con la ruta de hoy, y reservarnos”. … --“Bueno, una suave, entonces”.

Decidido. Hacia el sureste. En marcha. A Doña Santos.

Es éste un pueblo apartado en el que muere una carretera local. Si vas allí, es porque quieres ir. Ni está de paso a otro lugar, ni estás obligado. Si no vas, te perderás un bello entorno (dejando su fábrica de pellets al margen).

Hacía 7 días nos había ocurrido algo curioso de camino a otra ruta no lejos de allí: menos 8 a las 8 (como quien dice “Atraco a las tres…”). Hoy, otro tanto: Poco antes de empezar en Doña Santos, había 8 grados bajo cero a las 8:00 de la mañana.

Para dejarlo redondo, poco después de terminar la ruta, ya de vuelta, bien podrían haber sido +13° a las 13:00 h. Bueno, …habría sido sorprendente. Pero no: a las 13 h había +8°; que también armoniza, cerrando el círculo.

Una hora después, el 8 seguía enganchado en el termómetro. Y ya no se atrevió a ir más arriba en todo el día. Si quiso, no pudo, y no le quedó más remedio después que agachar las orejas. Un día espléndido.

LA RUTA

Geográficamente, la ruta tiene cuatro partes diferenciadas, muy bien intercaladas, que se agrupan en dos parejas:

Por un lado, están los barrancos de los arroyos Fuente Barda (al este) y Arroyo Mayor (al oeste), de unos 3 km de largo cada uno. Por otro, están los espacios de transición que conectan esos vallejos por su límite norte y por el sur.

La ruta parte de la localidad de Doña Santos. Habíamos llegado allí hacía un mes y medio. Entonces fue caminando, desde otro lugar. Nos dijimos que merecía la pena ampliar su mapa de rutas. Y diseñamos ésta.

Salimos del pueblo por el sur, introduciéndonos inmediatamente en el apretado valle del arroyo de Fuente Barda. Excepto algún charco helado, todo su cauce estaba seco, incluso tras época de lluvias y nieves. Hay que cruzarlo varias veces. Sin dificultad.

Por ese valle descendemos hasta el km 3,5. Estrecho, pero no oprimente. En algún tramo de mitad en adelante, se vuelve más rocoso y se apiña en plan desfiladero, pero es poco más que un amago amable. Las sabinas lo dulcifican.

En el km 3,5, poco antes de terminar el valle, viramos 90 grados a la derecha y afrontamos un repecho de 200 m. Enseguida desembocamos en una pista en dirección oeste, del km 3,8 al 6,4. Bosque a un lado, campos de cultivo al otro; más o menos.

En el km 6,5, un nuevo giro en escuadra, a la derecha, por un camino hasta el 7,5. Allí, otro giro de ángulo recto, ahora izquierda, hasta el km 9,5. Hacia el 8,7 hay unos 200 m de monte a través. No desesperes; enseguida aparecerá el camino.

En el km 9,5 entramos en el barranco del Arroyo Mayor. Otra vez ‘¡derecha, áir!’. Subimos por su senderillo. Quizá te haga falta salir de él en algún momento por causa del agua en el cauce (ver Posibles Dificultades, debajo). El valle termina un poco más allá del km 12.

Desde el 12,3, una pista de seda arenosa se extiende hasta el final en Doña Santos durante casi 3 km. A pesar de ser una ‘pista’ (lo más parecido a una carretera en el monte), fue una de las partes más bonitas de la ruta; por su entorno.

Además, allí se nos apareció la ‘santísima’…anécdota (que ya andábamos sintiéndonos huérfanos y suspirando por ella).

Posibles Dificultades:

Prácticamente, todo el trayecto lo hacemos por senderos, caminos y pistas. Los primeros, por los barrancos de Fuente Barda y del Arroyo Mayor, pueden resultar levemente incómodos. Lo demás es ‘coser y cantar’.

Hay un pequeño trecho en la parte más rocosa del Arroyo Mayor donde el curso de agua puede obligarte a salir de la senda y casi-trepar (sin mayor problema). Un poco más allá podrás bajar por un talud pedregoso (nada serio) y retomar la trocha junto al arroyo. Este desvío obligado (si hay agua) está en la zona de las buitreras, entre el km 10,7 y el 11,0.

La orientación no es difícil a lo largo de todo el recorrido, pero no seré yo quien diga que es innecesario llevar una guía.

DESTACADO

En conjunto, sin grandes artificios, la ruta constituye una excursión amena y complaciente. Si, además, hay nieve en las umbrías de los valles, agua o placas de hielo en los arroyos, y nieve en las laderas y caminos, el encanto y el interés se multiplican.

(1) El ‘Desfiladero’ de Fuente Barda:

El valle de Fuente Barda, al igual que el del Arroyo Mayor, no es muy profundo ni angosto. No obstante, en algunos puntos, sus lados se aprietan formando desfiladeros entre grandes rocas, lo que les añade atractivo. En el de Fuente Barda, esto ocurre hacia el km 2,5.

El cauce estaba seco, pero la hendidura y las hoyas son una prueba de su otrora fuerza erosiva. El interior está cubierto por sabinas; los pinos, encinas y carrascas proporcionan variedad. Todo ello suma alicientes a este aislado paraje.

(2) El ‘Desfiladero’ del Arroyo Mayor:

Este valle es, en general, más agreste que el de Fuente Barda, alcanzando su tramo más montaraz entre el km 10,6 y el 11,3, en lo que se llama la ‘hoz’ del Arroyo Mayor, el desfiladero. Ese estrangulamiento es la parte más espectacular.

A partir de allí, arroyo arriba, agua y hielo, con nieve en las orillas. Para salvar el paso estrecho hubo que remontar (no hicieron falta ‘las cuatro patas’, pero sí un bastón de apoyo) y luego destrepar (sin usar el trasero; vale con ir de lado). La parte más emocionante de la ruta.

Allí anida una colonia de buitres; centinelas curiosos sobre las repisas de los cantiles. Esperaban a que el sol calentase el aire para sumergirse en las corrientes térmicas sobre las que planear sin apenas esfuerzo (o eso parece).

(3) Los Caminos y Paisajes de ‘Conexión’:

Los tramos que comunican los barrancos, por arriba (norte) y por abajo (sur), constituyen un estupendo complemento de éstos, aportando espacios abiertos. Su semblante resultó, además, muy favorecido por el día luminoso.

El enlace sureño (del km 3,5 al 9,5) combina tramos con campos de labranza y de monte; o de ambos a la vez, uno a cada lado del camino. Eso hace muy entretenida la caminata que, de otro modo, podría resultar algo cansina.

El enlace norteño (del km 12 al 15) también equilibra tierras de cultivo con bosques. La nieve encalaba las laderas orientadas al norte. El verde primerizo en los sembrados y un vivo pardo en los barbechos completaban el decorado para un delicioso paseo.

ANÉCDOTA

La ruta se nos acababa. Quedaba no más de un km para el final. --“Y aún no tenemos anécdota…”. --“¡¿Cómo va a ser eso? ¿Qué hacemos?!”.

--“Debemos llevar ya unas cien rutas (seguidas) en todas las cuales nos ha sucedido algo especialmente curioso, sorpresivo y (generalmente) gracioso”. … --“¿Tendremos que admitir la cruda realidad y decir que nada de ello hubo en ésta?”.

--“Angel de la guarda, custodio protector en tantos escollos y peripecias, ¿nos has abandonado?”. Parecía imposible. Nos habíamos seguido portando bien últimamente….

Rebuscando allí en la memoria de la ruta, apenas sobresalían un par de detalles sin entidad de categoría anecdótica; por mucha punta que quisiéramos sacarlos; y sería más por ganas que por realidad. No valían.

En esto, tras la curva del km 14,1, vemos venir de frente a un hombre con tres perros. ‘Una aparición’. --“¡Ahí la tenemos! Seguro”.

--“Hace un día estupendo para caminar….”. …Y esas cosas…. Luego nos habló del pueblo y sus devenires. Con sano orgullo de pertenencia. Una persona cultivada, además.

Sus tres perros se nos acercaron, moviendo el rabo (‘bien vamos…’). El primero, Lur, el más joven y el más crecido. Extrovertido, confiado, juguetón. Enseguida se metió entre mis piernas; por detrás, sacando la cabeza por delante. El muy picarón. El ‘masajista’.

Luego vino Zowi, más flemático. Pero sólo para saludar educadamente. Enseguida se resituó junto a su amo. Circunspecto y observador, apenas se movió de su lado. Nos miraba atento mientras conversábamos. Un tipo con mirada inteligente.

Y, finalmente, llegó Cira, tranquila, a su paso. La mamá de Lur (por cierto, se parecían como una… a un…). Sus andares reflejaban el peso de los años. Pero de ingenio vivo y cariñosa. Buscó una piña y la dejó a nuestros pies.

Como no reaccionamos, más allá de acariciar su lomo, insistió, acercándola, y nos miró, esperando. Entendí. Cogimos la piña y la lanzamos. A por ella fue y nos la trajo. Así varias veces. “Cira, que ya tienes una edad para estas travesuras…”.

¡’Vaya trío’! Lección de psicología canina. No me extraña que el hombre dijera: “Voy muy entretenido hablando con ellos; como si fueran personas”.

Y, efectivamente, así les vimos alejarse, en familiar compañía. Felices. Bajo la caricia del frío sol invernal.