El Bajil - Cuevas de Zaen - Malata de la Fuensanta

Dice Pepe Marcos: Hoy tocaba de nuevo montaña. Hoy tocaba visitar algo desconocido. Hoy tocaba descubrir parajes, por tanto, no visitados. Por ello, Pilar, Pepa, Paco Martinez y yo decidimos acercarnos al Campo de San Juan. Decidimos acercarnos allende Moratalla para visitar una zona interesante y desconocida. Utilizamos, a tal fin, el track del bueno de Joaquín “Malpaso” https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/cuevas-de-zaen-y-ruta-arqueologica-en-bagil-11694219 (gracias compañero). Después de una horica y media de camino llegamos a las Casas de Bajil, desde donde, en dirección suroeste y en suave ascensión, llegamos al primero (y más relevante para mi) punto de la jornada: las Cuevas de Zaen. Preciosas y grandes oquedades formadas junto al antiguo lecho marino y que, actualmente, son refugio de ganado. En ellas, además, pudimos observar algunos murciélagos así como sus abundantes deyecciones. Una a una fuimos “revisándolas” de forma cuasi exhaustiva para, con cuidado por sendero en ladera estrecho, salir de ellas y dirigirnos en dirección oeste. De esta manera, fuimos, casi campo a través, discurriendo de manera progresiva alternando, además, zonas de arado para, poco a poco, llegar a la pista de la Fuensanta. Por ella y remontando metros, fuimos encontrando, en primer lugar, las ruinas de antiguas casas para, posteriormente llegado a su punto más alto, acometer el ascenso a la Molata de la Fuensanta. Corto, interesante e intenso que nos llevó, con algún pequeño trepe que requirió de “manos a la piedra”, al coqueto y muy bien conservado Vértice Geodésico a unos no despreciables 1507 mts sobre el nivel del mar. Tras descanso y reposición hídrico calórica, continuamos en dirección este para, tras una pequeña bajada, coger una bonita y nerviosilla (aunque no peligrosa) cuerda desde la que observamos, a nuestra izquierda, el Barranco del Tural y, a nuestra derecha, el Barranco del Manco. Tras este entretenido tramo, llegamos a la parte más compleja ( e incluso algo farragosa) de la travesía, ya que, por ladera vertical (primero de conglomerados de piedra y monte bajo, y después de zonas de tierra y piedra suelta) descendimos unos doscientos metros en poco más de un kilómetro de manera lenta y algo penosa. Tras ello, llegamos a pista en zona de barranco para, en dirección sur, encontrar a los pocos hectómetros dos bonitas albercas. Posteriormente, abandonamos la mentada pista por la izquierda para, ascendiendo durante no más de doscientos metros, llegar a la zona de la Cueva del Esquilo donde está ubicada la pintura denominada “El Barco del Bagil”. Tras su visita, volvimos a pista y, muy poco después, la abandonamos por su derecha atravesando ( con cuidado) zonas de arado para comenzar el ascenso hacia la zona del Cerro de las Víboras, donde contemplamos los restos del “poblado Megálico” y, un poco más al sur, “El Dolmen funerario”. Tras su contemplación, seguimos en dirección sur y, en poco menos de un kilómetro, llegamos a nuestro destino completando la circular. En cuanto a los datos técnicos, unos 11.5 kms realizados (sin parar el reloj) en unas cinco horas y cuarto: esto es, travesía lenta facilitada por las abundantes paradas de “observación” y el discurrir “cuasi tortuguil” por abundantes zonas algo complejas y sin senda. Tras la finalización del ejercicio, tocaba la coherente recompensa; por ello, y dada la algo tardía hora, nos acercamos a la cercana localidad de El Sabinar, donde, en un bar de la plaza principal, comimos de manera muy razonable y bebimos, eso sí, estupendos y muy fríos litros de la Estrella de Espinardo. Pues se acabó la semana. El domingo que viene, más que probablemente, volveremos a la montaña. Hasta entonces, felices y rentables días tengáis