El Camino de Santiago. Camino Francés, etapa 22ª/30: Foncebadón - Ponferrada.

Iniciamos una de las etapas más emocionantes del Camino Francés, la intención era llegar a ver el amanecer desde la Cruz de Ferro, pero la salida de Foncebadón fue con una niebla cerrada que acentuaba la oscuridad de la noche y hacía que los caminantes que iniciábamos la ruta pareciésemos un desfile de la Santa Compaña. Nos liberamos del peso de las piedras que habíamos traído desde Málaga depositándolas a los pies de la Cruz y tomando un momento de meditación y recuerdo, para después continuar camino por las faldas del Monte Irago, en un descenso que nos llevará a Molinaseca. Ese descenso es precioso pero también tiene bastante peligro, de hecho, no creo que sea posible realizarlo en caso de lluvia sin un buen número de resbalones, teniendo que optar por la alternativa de bajar por la carretera. Es más, cuando parece que ya ha quedado atrás lo más duro, nos encontramos con el tramo que sigue a Riego de Ambrós que nos recuerda que no se puede bajar la guardia. Pese a la dureza del sendero, por los Montes de León disfrutaremos de unos paisajes maravillosos, haciendo que este tramo sea de los más bonitos de todo el Camino.

La primera parte del descenso termina en el Acebo, donde dejamos atrás la Maragatería para entrar en El Bierzo, pero todavía faltan otros ocho kilómetros de bajada hasta Molinaseca, precioso pueblo al que entramos por el puente medieval que cruza el río Meruelo. Aquí nos esperaban una pareja de amigos de Alfonso y con ellos paramos a almorzar un riquísimo botillo.

Desde Molinaseca a Ponferrada quedan otros ocho kilómetros bastante monótonos, ya que vamos todo el tiempo al lado de la carretera y pese a que ofrecieron a llevarnos en coche para evitar la pesada digestión con un calor de justicia, cumplimos nuestra penitencia y completamos la etapa como debe ser.