El Camino de Santiago. Tramo aragonés del Camino Francés, etapa 3/6: Santa Cruz de la Serós - Arrés.

A los pies de la hostería Sta. Cruz se encuentra la iglesia de Sta. María y como el día anterior no pude visitarla por estar ya cerrada, esperé hasta su apertura y tras una corta inspección emprendí camino bien entrada la mañana. Poco después de pasar una pequeña capilla comienza el camino de Sta. Cruz por el que iremos hasta Sta. Cilia pasando por Binacua, siempre bajo las faldas del atractivo cerro Cuculo; en su primer kilómetro es bastante ancho y después se convierte en un sendero que vuelve a ampliarse antes de la llegada al siguiente pueblo. En Binacua no hay servicios pero muy cerca queda Sta. Cilia, donde tomaré la primera cerveza del día. Comento que para entrar en el pueblo me aparté de las flechas amarillas, dando un rodeo para pasar por los dos puentes que cruzan el río y así tener una perspectiva distinta de la iglesia del Salvador.

Tras visitar el pueblo paso a circular por un carril paralelo a la carretera y comentar que tras la primera intersección con ella decidí seguir por el arcén para cuidar el pie, pero hay sendas alternativas. No sé si la elección fue buena, ya que por la carretera no hay sombra y el calor ya se hacía notar, pero el caso es que desde Sta. Cilia y durante cinco kilómetros, aumenté significativamente la velocidad, hasta llegar a un curioso sendero que nos lleva al puente que cruza el río Aragón para entrar en Puente de la Reina de Jaca. Entré en el pueblo para ir a la farmacia y comer el menú de uno de los bares de carretera; por lo que me dijeron su comida es bastante similar y resultó ser sencilla y muy sabrosa. Si no necesitamos comer o comprar nada se puede pasar de largo sin problema. Vuelvo a cruzar el puente y pronto aparece el desvío a Arrés, un sendero que va por la falda del monte Samiller desde el que hay unas vistas excepcionales a los campos de cereal del canal de Berdún, amplia depresión formada por el río Aragón que recorreremos en la próxima etapa. La llegada a Arrés es de postal y en el comienzo del pequeño pueblo se encuentra el albergue de peregrinos donde me cobijaré tras la etapa.

Decir que la experiencia en este albergue fue mágica, estábamos tres peregrinos de Alicante, un francés que venía desde Perpignan, los dos hospitaleros voluntarios (el albergue es de donativo) y yo. El recibimiento fue fantástico, un cordial saludo, una jarra de agua fría con un vaso y tiempo suficiente para recuperarse antes de hacer el ingreso. Después un breve descanso en la litera y visita a la Torre del Conde y la iglesia de Sta. Ágüeda, de las que los hospitaleros tienen las llaves y nos enseñaron con todo lujo de detalle. Posteriormente fuimos al mirador de la Roca para hacernos una idea del entorno y tomamos unas cervecitas en el Bar del pueblo (no dejéis de probar sus espárragos). Algunos se fueron a hacer la ensalada de la cena y vigilar el guiso de cordero y a las 8 estábamos todos sentados en la mesa. Al terminar volvimos al mirador para ver una de las puestas de sol más fantásticas que recuerdo, tras lo que retornamos al albergue para tener una larga tertulia alrededor de unas infusiones. Estuve tan a gusto que hasta me olvidé de las semifinales de la Euroleague entre el Madrid y el Barca.