El Casar- Embalse del Casar- Casa Pinotes-El Casar
near Casar de Cáceres, Extremadura (España)
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Itinerary description
Iniciamos el recorrido en la plazuela de la Ronda de La Soledad porque tiene un buen aparcamiento para los coches.
A los pocos metros nos encontramos con la ermita de Nuestra Señora de la Soledad con la fachada encalada que le da un aspecto majestuoso. El edificio es del siglo XVII con remodelaciones en los siglos posteriores. Es de una sola nave y en la entrada tiene una preciosa rejería y dos azulejos talaveranos representando a la Virgen de La Soledad y a Jesús Nazareno.
Más adelante pasamos cerca de la ermita de Santiago. Emplazada junto a la Vía de la Plata, también conocido como camino de las Barcas, fue un lugar de parada y albergue de peregrinos y transeúntes. Se construyó a finales del siglo XV y principios del XVIII, pero tras su importante deterioro, se realizó una reforma en los años 60 del siglo XX, en la que desapareció parte de la construcción original.
Por un puente cruzamos el arroyo de la Aldea, que recoge a su vez las aguas de la charca del Casar donde se pescan deliciosas tencas. En la charca desemboca el arroyo del Prado.
Abandonamos el asfalto y por un ancho camino donde confluyen la Vía de la Plata y la cañada Real del Casar vamos dejando atrás las edificaciones y parcelas.
Vemos a la derecha el pozo Mochuelo y el pozo Canario, este último muy bien conservado, al que hacemos unas fotos.
A la izquierda aparecen numerosos paneles solares, señal de que la energía renovable va cogiendo fuerza en esta zona. A la derecha queda La Retoña y el Olivar.
Se separan la Vía de la Plata y la cañada Real del Casar.
Un chozo, de construcción circular y muy bien conservado nos hace detenernos para sacar unas fotos. Parece ser que fue un centro de interpretación de las vías pecuarias. Actualmente este centro está en la Casa de Los Pinotes.
Cruzamos el paso canadiense y al poco tiempo nos desviamos en dirección del pantano, dejando en un prado lleno de flores el pozo del Cordel.
Al llegar al pantano hay otro paso canadiense, dejando a la izquierda el arroyo del Aire.
El camino que rodea el embalse serpentea por la orilla del pantano, que está vallado en toda su longitud, dejando puertas para que se acceda a la orilla.
Vimos numerosos pescadores con carpas como trofeos.
Hay numerosos pinos a la orilla del pantano.
Pasamos por la zona denominada el Arenal y Cruz de Parrales.
Se pasa por un redil donde hay numerosas ovejas y corderos correteando, con acceso por las puertas abiertas al embalse.
Llegamos a la presa del pantano dejando un camino a la derecha que es la cañada Real del Casar, que abandonamos anteriormente.
La presa está a rebosar, viendo un paisaje que pocas veces podemos admirar por la sequía que soportamos últimamente. Como las lluvias en febrero han sido generosas, el aspecto del embalse lleno de agua es digno de contemplar.
Hay varios aliviaderos que largan agua, continuando el curso del arroyo Villaluengo que más adelante se une con el arroyo de la Perala para desembocar en el embalse de Alcántara.
Seguimos rodeando el pantano. La cañada Real del Casar sigue hasta llegar a La Perala donde está la estación del ferrocarril del Casar.
A la derecha queda en lo alto la Peña Rayo. Pasamos junto al pozo de las Cardenchas y dejamos de nuevo a la derecha Cervantes y el Mosquín.
En el camino nos cruzamos con vacas y más adelante con un rebaño de ovejas con su pastor.
Las praderas están repletas de flores, lo que nos hace el paseo muy agradable.
Dejamos al lado la casa del Mosquín y en pocos metros pasamos por los rudimentarios puentes de los arroyos Barril y de Villaluengo que son los principales tributarios por la cola del pantano.
Finalizamos el paseo por el perímetro del pantano en la Casa de Los Pinotes, que está cerrada. Actualmente es el centro de interpretación de las vías pecuarias.
Nos encaminamos hacia la carretera CC-75 dejando las praderas del Cervantes entre nuestro camino y el asfalto.
Una vez que llegamos a la carretera no hay camino, por lo que un trecho vamos por el asfalto y más adelante seguimos por el arcén derecho que es ancho y nos permite huir del tráfico.
Al pasar la curva, cruzamos para seguir un camino de tierra que nos baja hacia el Casar, pasando entre parcelas con olivos y numerosas huertas, algunas muy bien cuidadas.
Apreciamos los tejados de las casas y en lo alto el campanario de planta cuadrada de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.
Descendemos para llegar a las primeras edificaciones del Casar por la calle Tenerías y al cruzar el arroyo de la Aldea vemos de nuevo la ermita de la Soledad.
Por la ronda de la Soledad llegamos hasta el punto donde comenzamos la ruta unas horas antes, disfrutando de los paisajes que nos han ofrecido los campos llenos de flores y el embalse repleto de agua.
Un bonito paseo sin dificultad, apto para todo tipo de caminantes, muy recomendable en esta época. En verano no lo proponemos, pues hay poca sombra y el sol en estas latitudes haría la marcha muy penosa.
A los pocos metros nos encontramos con la ermita de Nuestra Señora de la Soledad con la fachada encalada que le da un aspecto majestuoso. El edificio es del siglo XVII con remodelaciones en los siglos posteriores. Es de una sola nave y en la entrada tiene una preciosa rejería y dos azulejos talaveranos representando a la Virgen de La Soledad y a Jesús Nazareno.
Más adelante pasamos cerca de la ermita de Santiago. Emplazada junto a la Vía de la Plata, también conocido como camino de las Barcas, fue un lugar de parada y albergue de peregrinos y transeúntes. Se construyó a finales del siglo XV y principios del XVIII, pero tras su importante deterioro, se realizó una reforma en los años 60 del siglo XX, en la que desapareció parte de la construcción original.
Por un puente cruzamos el arroyo de la Aldea, que recoge a su vez las aguas de la charca del Casar donde se pescan deliciosas tencas. En la charca desemboca el arroyo del Prado.
Abandonamos el asfalto y por un ancho camino donde confluyen la Vía de la Plata y la cañada Real del Casar vamos dejando atrás las edificaciones y parcelas.
Vemos a la derecha el pozo Mochuelo y el pozo Canario, este último muy bien conservado, al que hacemos unas fotos.
A la izquierda aparecen numerosos paneles solares, señal de que la energía renovable va cogiendo fuerza en esta zona. A la derecha queda La Retoña y el Olivar.
Se separan la Vía de la Plata y la cañada Real del Casar.
Un chozo, de construcción circular y muy bien conservado nos hace detenernos para sacar unas fotos. Parece ser que fue un centro de interpretación de las vías pecuarias. Actualmente este centro está en la Casa de Los Pinotes.
Cruzamos el paso canadiense y al poco tiempo nos desviamos en dirección del pantano, dejando en un prado lleno de flores el pozo del Cordel.
Al llegar al pantano hay otro paso canadiense, dejando a la izquierda el arroyo del Aire.
El camino que rodea el embalse serpentea por la orilla del pantano, que está vallado en toda su longitud, dejando puertas para que se acceda a la orilla.
Vimos numerosos pescadores con carpas como trofeos.
Hay numerosos pinos a la orilla del pantano.
Pasamos por la zona denominada el Arenal y Cruz de Parrales.
Se pasa por un redil donde hay numerosas ovejas y corderos correteando, con acceso por las puertas abiertas al embalse.
Llegamos a la presa del pantano dejando un camino a la derecha que es la cañada Real del Casar, que abandonamos anteriormente.
La presa está a rebosar, viendo un paisaje que pocas veces podemos admirar por la sequía que soportamos últimamente. Como las lluvias en febrero han sido generosas, el aspecto del embalse lleno de agua es digno de contemplar.
Hay varios aliviaderos que largan agua, continuando el curso del arroyo Villaluengo que más adelante se une con el arroyo de la Perala para desembocar en el embalse de Alcántara.
Seguimos rodeando el pantano. La cañada Real del Casar sigue hasta llegar a La Perala donde está la estación del ferrocarril del Casar.
A la derecha queda en lo alto la Peña Rayo. Pasamos junto al pozo de las Cardenchas y dejamos de nuevo a la derecha Cervantes y el Mosquín.
En el camino nos cruzamos con vacas y más adelante con un rebaño de ovejas con su pastor.
Las praderas están repletas de flores, lo que nos hace el paseo muy agradable.
Dejamos al lado la casa del Mosquín y en pocos metros pasamos por los rudimentarios puentes de los arroyos Barril y de Villaluengo que son los principales tributarios por la cola del pantano.
Finalizamos el paseo por el perímetro del pantano en la Casa de Los Pinotes, que está cerrada. Actualmente es el centro de interpretación de las vías pecuarias.
Nos encaminamos hacia la carretera CC-75 dejando las praderas del Cervantes entre nuestro camino y el asfalto.
Una vez que llegamos a la carretera no hay camino, por lo que un trecho vamos por el asfalto y más adelante seguimos por el arcén derecho que es ancho y nos permite huir del tráfico.
Al pasar la curva, cruzamos para seguir un camino de tierra que nos baja hacia el Casar, pasando entre parcelas con olivos y numerosas huertas, algunas muy bien cuidadas.
Apreciamos los tejados de las casas y en lo alto el campanario de planta cuadrada de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.
Descendemos para llegar a las primeras edificaciones del Casar por la calle Tenerías y al cruzar el arroyo de la Aldea vemos de nuevo la ermita de la Soledad.
Por la ronda de la Soledad llegamos hasta el punto donde comenzamos la ruta unas horas antes, disfrutando de los paisajes que nos han ofrecido los campos llenos de flores y el embalse repleto de agua.
Un bonito paseo sin dificultad, apto para todo tipo de caminantes, muy recomendable en esta época. En verano no lo proponemos, pues hay poca sombra y el sol en estas latitudes haría la marcha muy penosa.
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